•Gota V•

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Si encuentran algún error ortográfico agradecería que me avisaran, por favor. 

Era lunes por la mañana y la primera clase era literatura y, como en la anterior clase, el pequeño chico de ojos azules se encontraba siendo molestado por algunos de sus compañeros, pero la diferencia era que esta vez Kuroko realmente no les hacía caso; encontraba absorto en la lectura de la carta que le había dejado hoy «S». Y como bien había escrito en una, estas para él se había vuelto su bolsa de calidad, por lo consiguiente las estaba guardando en un pequeño cofre de madera —que su difunto bisabuelo le había regalado cuando tenía once años—.

Este cofre es para ti, y solo para ti, es por esa razón que quiero que en el guardes cosas que solo te hagan felices.

Aquellas palabras aún las tenía guardadas en su cabeza como un tatuaje. Recordaba que hace tres años atrás había estado guardando fotos de momentos felices con su familia, amigos y su pareja, pero después de lo sucedido dos años atrás, todas esas fotos que conmemoraban momentos que había considerado los mejores de su vida, se encontraban hechas cenizas.

Guardó la carta en su mochila y se propuso poner atención a la clase, mostrando una débil sonrisa en sus labios.

Al terminar las primeras clases camino —como era de su costumbre—, hasta la biblioteca, tenía que regresar el libro que había sacado y de paso recoger uno nuevo.

Entró dirigiéndose hasta donde estaba el encargado y regreso el libro, luego caminó hasta su mesa favorita: cerca de la ventana que mostraba la vista al bosque de los cerezos, además, la brisa que entraba era realmente fresca en esa época del año.

Se metió por el pasillo que lo llevaba hasta esa mesa, pero al doblar se encontró con el chico de cabellos rojos mirando fijamente cada tomo. El menor lo miró rápidamente antes de pasar de largo para dirigirse hasta la mesa.

Akashi lo vio de reojo un momento antes de seguir con lo suyo, tomó en sus manos un volumen de tapa gruesa color naranja llamado «Hanarete sunde imasu» y se sentó frente a Kuroko, que releía la carta de ese día. Al notar la presencia del chico de ojos raros oculto la nota debajo de su libreta de literatura.

—Hola —saludo dándose cuenta de lo que había hecho Kuroko.

—Hola —agarró una pluma y comenzó a escribir.

— ¿Qué haces? —abrió el libro.

—Horneo un pastel —contestó sin inmutar su rostro.

— ¿De qué es el pastel? —empezó a leer la primera página.

Dejo de escribir y miró a su contrario, que al notar sus ojos puestos en él, levantó la cabeza.

Se miraron unos momentos antes de que una traviesa sonrisa de lado se formará en los labios de Kuroko, bajo su vista. Akashi no pudo evitar sonreír ligeramente por aquel nuevo gesto que le conoció.

—¿Entonces..? —insistió colocando su cabeza en su manos.

Tardó un momento en entender antes de contestar.

—De vainilla.

— ¿Me invitaras?

Dejó la pluma a un lado y luego se recargo en la silla.

—No.

— ¿Por qué no?

—Porque no quiero —alzó su libreta junto con la pluma.

— ¿Por qué no quieres?

—Porque me tocarían menos rebanadas de pastel —no apartó la vista de la libreta.

Mis LágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora