Capítulo 3: Soy Jack Escarcha

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Arendelle estaba diferente de como lo recordaba. La nieve, el hielo y el frío llenaban cada rincón.

<<¿Invierno? No, hay algo diferente en este frío>>.

Y era cierto; no solo porque el mar estaba totalmente congelado, si no porque entre la gente del pueblo cundía el pánico.

Todos corrían despavoridos de un lado a otro totalmente desconcertados. Los niños lloraban, los adultos temblaban de frío, muchos estaban furiosos y más de una vez pudo oír la palabra "brujería". Pero por mucho que todo eso llamará su atención él había regresado para ver a alguien y no iba a perder el tiempo en investigar.

Se acercó volando al castillo una vez más. Esta vez todas las ventanas estaban abiertas. Si lo que le había dicho Toothiana era cierto y el tiempo en Arendelle avanzaba más rápido, lo único que esperaba Jack era que no fuese demasiado tarde, así que se dirigió sin demora a la ventana donde había encontrado a la niña.

La habitación también había cambiado un poco; la decoración era la misma, aunque sin juguetes, salvo una muñeca de trapo con trenzas.

<<No es ella, su pelo era más claro>> pensó.

Buscó en cada habitación, en cada rincón, algo que le diera alguna pista. Entre los cuadros destacó el que debía ser el retrato de los reyes con sus hijas. La niña que buscaba era una de ellas; ahora sabia, sin duda, que buscaba a una princesa.

Llegó al vestíbulo, cubierto parcialmente con hielo, donde había un gran bullicio.

—¡Es una bruja! ¡Un peligro para todos! —exclamo exasperado un hombre menudo y flacucho de gran bigote —¡Ha intentado matarme, lo habéis visto!

—¡No! ¡No es verdad, fue un accidente! —replicó una joven de cabello claro y pecas —. ¡Elsa no le haría daño a nadie!

—Anna tiene razón —continuó el hombre elegante de largas patillas que estaba a su lado.

—¿Y tú cómo lo sabes? ¿Estás de su parte? —miró hacia la joven llamada Anna, su mirada estaba cargada de desprecio y sospecha —. ¿Cómo sabemos que tú no eres también una bruja?

—¡Mi hermana no es una bruja, y yo tampoco! —respondió, muy seria —. Es culpa mía que haya pasado esto, yo la he presionado... ¡así que soy yo quien debe buscarla!

—¿Qué? ¿Pero qué piensas hacer, Anna? —preguntó el joven pelirrojo.

—¡Se van a compinchar! Yo no me fío de una mujer —continuó quejándose el hombre bigotudo. La joven ignoró el comentario y se dirigió a su acompañante.

—Voy a buscarla Hans, hablaré con ella. Me disculparé por lo ocurrido. Le diré que no tiene de que preocuparse, que descongele el reino y regrese para ser la reina que debe ser.

Al decir esto toda la gente de la sala comenzó a murmurar. No parecían de acuerdo en que la creadora de tal desastre regresara para gobernarlos. Jack no prestó demasiada atención a estos chismorreos, pues una idea le cruzó la mente a la velocidad de un relámpago:

<<¿Reina, hermana? ¡Un momento! ¡Esa chica es la niña del cuadro! Lo que significa que su hermana, la reina. ¡Es a quien busco!... ¿Realmente ha pasado tanto tiempo?>>.

—¿Crees que es una buena idea, y si te hace daño? Es mejor que vaya yo Anna, es peligroso — explicó Hans, tomándola de las manos con dulzura.

—No. Elsa es mi hermana. Es culpa mía y yo debo hablar con ella. A demás... es evidente que tiene que explicarme algunas cosas —bajó la cabeza al decir esto, observando la nieve que cubría parte del suelo. Miró de nuevo al hombre —. No te preocupes Hans, Elsa nunca me haría daño y yo te necesito aquí, alguien debe guiar el reino en nuestra ausencia. —Miró al joven a los ojos, con infinita dulzura; luego continuó en voz alta. —¡Dejo al príncipe Hans al mando hasta mi regreso, y el de la reina! —dijo con voz potente, mirando a todos los presentes.

Hielo y Escarcha ❆Jelsa❆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora