Ya han pasado varios días desde aquella fiesta que nos pilló por sorpresa y la cual no nos perdimos.
Lucas sigue quedándose a dormir en mi cuarto las noches que estoy depre o tengo pesadillas, me mima demasiado y bueno, mi tía ya tiene organizado el funeral que para mí desgracia es hoy.
Son las diez de la mañana y yo sigo tirada en mi cama con la cabeza apoyada en el pecho de mi primo y su cabeza apoyada en la almohada, duerme plácidamente y aunque me tengo que levantar y vestirnos para el funeral. No quiero despertarlo porque en parte sé que sufre y en este estado todo lo que siente es agradable.
Karina, mi tía, irrumpe en la habitación dando ánimos, ya que solo falta una hora para irnos. Me levanto pesadamente y tiro del brazo de Lucas para sacarlo de la cama, al caer al suelo éste despierta.
- Vamos dormilón, tienes que ducharte -le digo mientras miro hacia bajo, donde se encuentran sus ojos azules.
- Tú quieres matarme, ahora voy -dice con una sonrisa triste.
- No, solo te quiero para mi sola y si te atonto nadie te querrá.
Entro corriendo al baño y me doy una ducha de agua templada, es relajante y más para el día que me espera. Cuando salgo me seco y limpio el espejo empañado con la toalla para poder verme en él.
Salgo del baño para ir a mi vestidor con mi ropa interior de encaje, la cual no tardo en tapar con unos vaqueros largos negros y una camiseta gris acompañado por mis vans, me cepillo el pelo y lo dejo suelto para que se seque.
Una vez estoy en la cocina me cojo una magdalena de chocolate y una taza da zumo de melocotón, me siento en un taburete y me pongo a comer. Pocos minutos después baja Lucas con el jarrón de la habitación de mis padres, pero ahora con unas preciosas rosas blancas.
Mi primo y yo nos quedamos mirando a mi tía que baja las escaleras poniéndose bien los puños de la americana negra que lleva perfectamente combinados con unos pitillos negros una blusa blanca y unos tacones rojos igual que sus labios.
Termino de desayunar y subo corriendo a lavarme los dientes para poco después coger mi IPhone y guardarlo en el bolsillo trasero del pantalón.
Como estamos todos listo subimos al mini de Karina, conduce hasta el cementerio donde todo está preparado para el funeral.
La gente comienza a rodear el lugar en el que van a enterrar a mis padres y así empiezan los pequeños, pero bonitos discursos que la gente más allegada recita.
Es una situación triste y las saladas gotas no tardan en brotar de mis ojos y mi visión se hace borrosa, mi primo me coge por la cadera y me acerca a él obligándome a que apoye mi cabeza en el hombro de su traje negro.
Para ser la despedida de mis padres no me he arreglado demasiado, pero es lo que siempre le ha gustado a mi padre que fuera natural, yo misma.
Después de todas esas palabras en honor a mi padre, Lucas me pasa el jarrón una vez que han alisado la tierra de la tumba, lo dejo a un lado de ésta y después beso mis dedos para pasarlos por la lápida como un adiós definitivo.
Vuelvo donde estaba mi primo y me aferro a él, intento ser fuerte donde el dolor está muy presente y eso es realmente difícil.
Aquellas personas que han acudido al funeral de mis padres pasan por delante de mí para darme el pésame y solo quiero volver a casa y llorar dentro del vestidor de mi madre, puede que no me cayeran muy bien y que no confiaba mucho en ellos, pero siempre estaban ahí cuando tenía algún problema.
Esa misma noche mi Karina sale a cenar con el asistente social que tiene que decidir quién se queda con mi custodia y Lucas ha salido a dar una vuelta por el barrio, en resumen que estoy sola en mi casa y no tengo ganas de hacer nada.
Subo dando saltitos a mi cuarto y cierro la puerta, entro en mi vestidor y me pongo el pijama de los días depres. Me siento en el alféizar de la ventana y empiezo a escuchar música.
Desde donde estoy sentada puedo ver la habitación de Hugo y parece que tampoco lo ha pasado muy bien, esta todo oscuro, desordenado y los posters rajados y medio arrancados de la pared.
Mi cabeza no para de dar vueltas de porque ha actuado de esa forma y si me sigue queriendo a su lado.
De pronto se enciende la luz de la habitación de mi exnovio, al verme se queda parado y puedo ver como sus ojos están rojos e hinchados, sin dudarlo pasa las cortinas y justo después cierra la puerta de un portazo, a pesar de que su ventana está cerrada y nos separan unos 6 metros puedo escuchar cómo ha encendido su portátil para escuchar rap inglés.
Me apoyo en el marco de la ventana y empiezo a cantar bajito cuando empieza "Losing My Religion" de R.E.M en ese momento se abre la ventana de mi querido vecino y puedo ver como se queda observándome mientras yo sigo ahí, cantando.
Una vez he terminado la pequeña sonrisa que él tenía en la cara desaparece.
- No sabía que cántaras.
- Y no lo suelo hacer, solo...
- Cuando estás muy contenta o triste -asiento- A ver si adivino... Estas muy triste.
- Si, ha sido hoy...
- Ya lo sé Olympia, los han enterrado.
- No los volveré a ver.
- No llores pequeña, me tienes a mí
Seguidamente desaparece detrás de su puerta y yo me quedo sorprendida, no me lo esperaba, para nada.
Minutos más tarde se abre la puerta de mi habitación y veo a Hugo en pijama, viene hacia mí en ese momento me pongo de pie, me mira a los ojos pidiéndome disculpas y me abraza por la cintura, yo rodeo su cuello con los brazos, apoyo mi cabeza en su cuello y él entierra su cabeza en mi pelo.
Disculpas aceptadas.
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Sonrisa diluida
Teen FictionEl día que Olympia se enteró que tenía que dejar su ciudad fue desgarrador para ella. No sabía que era el descontrol, y lo que el alcohol y el amor eran capaces de hacerle a su mente... Al principio Olympia se notaba insegura y tímida, desconocía qu...