Me despierto en la alfombra de Sura, no llevo mi pijama sino un tanga y una camiseta de Marcos, al mirar mis pies veo unas sábanas procedentes de la cama enrolladas en estos, al ponerme de pie un fuerte dolor aparece en mi cabeza y el estómago se pone del revés. Sura está durmiendo toda espatarrada en su cama, creo que por eso he terminado en el suelo, suelto una carcajada ante mi comentario.
Al verme en el espejo de su tocador un pequeño gritito sale de mi garganta sin previo aviso, se me ha corrido todo el maquillaje y ¿eso del cuello es un chupetón? Uy, presiento que no le va a gustar nada a cierta persona.
Intento despertar a Sura moviéndola un poco, pero como esto no funciona decido subirme encima de ella y le hago cosquillas recibiendo como respuesta un empujón que hace que me vaya hasta el borde de la cama.
Salimos de la habitación tal cual vamos vestidas, en verdad nos da igual, Sura lleva un pijama rosa adorable y a mí la camiseta me viene justo por debajo del culo.
De la habitación de Víctor sale un poco de luz y unos cuantos gritos de voces obviamente masculinas, al entrar nos encontramos a los chicos jugando animadamente a la play. Ninguna de las dos podemos evitar reír, son muy monos y no se están intentando matar.
- Chicos, ¿qué tal si vamos a por los regalos? -les propone Sura.
- Eso es para niños cielo, anda cierra la puerta.
- No lo puedes estar diciendo en serio, ¿¡Cómo le haces eso a tu hermana pequeña, es qué no tienes corazón!?
Cojo del brazo de Sura y tiro de ella escaleras abajo, en llegar veo el árbol de navidad lleno de regalos. Los vamos abriendo y vemos que no todos son nuestros, de ellos solo una caja es para Sura donde encontramos una tarjeta de crédito y una nota de disculpa por parte de su madre. Por otra parte, yo recibo una taza y unas botas militares negras.
No son ni las 9, por lo tanto, no podemos ir de compras para gastar el regalo de Sura. Justo en ese momento bajan los chicos entre risas a por algo de beber.
- Va chicas, ¿os apuntáis a una partida la play?
- Venga va, pero vais a perder...
Y así es como terminamos ganando Sura y yo al FIFA, menos mal que ella sabe algo de fútbol y que ellos siguen medio resacosos, porque si no...
- ¡Nos habéis saboteado!
- Pero, ¿qué dices Lucas? Seguro que sigue borracho -ríe Sura tras su propio comentario.
- Pues hacemos uno mixto -propone Víctor- Olympia tu conmigo.
- Prefiero ir con mi primo -dicho esto lo miro de forma cínica. Él responde a mi mirada con otra, aunque de sorpresa.
Me siento entre las piernas de Lucas y Sura nos imita, acto seguido empezamos la partida.
Termino de maquillar a mi amiga para ponerme las botas nuevas y coger la mochila. Al bajar los chicos nos esperan en la puerta y nos vamos a fundirnos la tarjeta de Sura, ay como vas a sufrir primito mío.
Llevamos toda la tarde dando vueltas por el centro comercial usando a los chicos de perchero cuando vemos un equipo de paintaball. En entrar a la tienda nos lo empezamos a aprobar, pero justo en ese momento nos llaman para que vayamos a la comida familiar.
Llegamos a la casa y para mi sorpresa hay más gente que la noche anterior, nada más entrar nos reciben con un vaso de vino, pero los primos de mi amiga nos las cambian por unas copas de Corpse Reviver una vez se han vaciado. Tiene unos cuantos primos, pero con los que más amistad hacemos son con dos gemelos de nuestra edad.
La comida es bastante divertida, digamos que los gemelos son bastante divertidos, le han cambiado la copa de mosto por vino blanco a su abuela y solo hace que pedir más.
Entramos a la habitación de Víctor y nos sentamos en el suelo a jugar al señor del tres, al principio era un poco aburrido porque yo apenas bebía mientras los otros tenían ya poco de sobrios, pero una vez avanza la tarde ya no puedo distinguir si hay dos gemelos o cuatro.
Media hora más tarde Lucas saca el equipo de paintball - Espera, ¿lo habían comprado? - y se le ocurre una idea que aparenta ser buena, pero es solo eso apariencia.
Una vez hechos los equipos nos metemos en el bosque privado, explican las reglas y vamos al lugar donde se encuentra nuestra bandera.
Digamos que a estas horas de la noche cuando ya ha oscurecido bastante y la borrachera que llevo creo que no puedo distinguir a mi propio equipo, aunque haya luces pequeñas luces navideñas en muchos árboles.
Con el brazalete verde fluorescente vamos Lucas, uno de los gemelos y yo, bueno creo que va a ser muy complicado saber qué hermano está en mi equipo ya que ni sobria los conseguía reconocer.
El sonido del disparo da el inicio de esta batalla que se libra ahora mismo entre nosotros, todos armados con balas de pintura nos separamos de la bandera para perdernos en las inmensidades del bosque.
Veo como Víctor se intenta esconder detrás de un arbusto, pero parece que no se ha dado cuenta que es del tamaño de un conejo. El arbusto, no él obviamente.
- Sería demasiado cruel dispararte -le disparo en la cabeza- Tarde.
- Te crees muy graciosa, ¿no?
- Ni te lo imaginas -estoy a dos milímetros de su boca y la verdad no sé cómo he llegado a esto, supongo que no debería haber bebido antes.
En ese momento noto un disparo en mi abdomen, me separo un poco y lo miro de una forma bastante chispeante.
- No deberías haber hecho eso, estás muerto.
Me acerco para empujarle, pero él es más rápido y me coge por las muñecas acercándome a él. Me besa y como es obvio intento alejarme, pero con la borrachera y el calentón que llevo será bastante difícil.
Varios segundos después ya tiene una mano en mi cintura y la otra arriba de mi oreja apartando el pelo de la cara, rodeo su cuello con sus manos y el beso se profundiza.
Sus labios son suaves y los besos salvajes los cuales se hacen sentir como si fueran hechos de droga, al introducir su lengua y rozarla lentamente por mi paladar provoca que se erice el pelo de mi nuca. Como acto reflejo lo empujo haciendo que este choque contra el árbol de enfrente y vuelvo a besarlo mientras le quito el casco, las gafas y casi todas las protecciones.
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Sonrisa diluida
Teen FictionEl día que Olympia se enteró que tenía que dejar su ciudad fue desgarrador para ella. No sabía que era el descontrol, y lo que el alcohol y el amor eran capaces de hacerle a su mente... Al principio Olympia se notaba insegura y tímida, desconocía qu...