Capítulo 4: Creo que te estás equivocando.

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Los días pasan y mi aburrimiento aumenta, a penas hago nada ni salgo de mi habitación. Aunque en realidad no me veo capacitada, no hay ruido en el exterior ya que solo estoy yo en casa por las mañanas. Llevo media hora desayunando, me he comido cerca de tres madalenas, estoy viendo unos dibujos animados de cuando era pequeña en la televisión y me cuestiono porque no me estoy bañando en la piscina o viendo alguna cosa en el portátil ya que deben ser cerca de la una del mediodía. Recojo toda la mesa y subo a mi cuarto con parsimonia, llevo una semana totalmente sola y creo que me voy a volver loca. No tengo la menor idea de que más hacer, me he bañado montón de veces y aun así no consigo quitarme el aburrimiento, he leído y probado a escribir para relajarme un rato. Sigue sin hacer efecto También me he empezado una serie nueva que ya he terminado. Con mis amigas no he vuelto a hablar y si lo he hecho ha sido sobre conversaciones banales sin sentido, la verdad es que son bastante inmaduras. Aunque en el fondo no sea su culpa porque maduramos según lo que nos ha tocado vivir.

Recuerdo la última vez que salí de casa, fue el sábado anterior cuando los tres decidimos ir al centro de la ciudad para comer en algún sitio. Un ruido fuera me saca de mis aburridos pensamientos y allí se encuentra un pequeño gato algo sucio y muy escuálido. Parece que no tenga hogar y decido cogerlo y subirlo a mi cuarto para bañarlo, cosa que me cuesta bastante ya que no le gusta nada el agua. Después de secarlo y dejarlo bien suave cojo un cordón azul y un viejo cascabel que guardaba en la mesilla para ponérselo atado con un lazo. Al bajar a la cocina a recoger un cuenco con leche y pan para el gatito veo que me sigue y lo cierto es que me hace gracia. Es muy blanquito con las orejas negras y una raya de este color que llega hasta la cola y la tiñe toda del tono oscuro. Se llamará Yon, sí, suena bien. Una vez ha terminado de comer lo limpio todo y lo subo envuelto en una manta pequeña y fina a mi habitación. Una vez estamos allí me acomodo en mi gran como con mi portátil para seguir viendo series y el gato dormido sobre mi regazo.

Llevo cuatro largos capítulos de una serie que acabo de empezar, si otra, cuando me doy cuenta de que se ha hecho de noche. Es extraño que mi madre no me haya llamado aún para cenar, pero yo me levanto para cerrar la ventana y veo como hay varias luces encendidas. Una de ellas es la de Hugo, puedo ver a través de su cortina como se quita la camiseta y ante eso tan solo me quedo mirando sin nada que decir. Cuando escucho un ruido extraño me giro pasando de nuevo mi estor y veo que el gato ha tirado mi móvil de la cama al suelo, lo vuelvo dejar sobre la superficie suave de la colcha para después cargar el gato en brazos y bajarlo bajo. Es hora de comer algo, mi estómago ruge casi tanto como el de la fierecilla que paseo por la casa, parece que Yon también está hambriento.

Tras disfrutar de una cena algo ligera para mi gusto cojo un libro y salgo al jardín para que el gatito pueda jugar un poco, me río cuando casi se cae al agua de la piscina y mete la pata para ver qué es y sale asustado para esconderse tras el tronco de un árbol. Luego asoma la cabeza para comprobar que no se ha movido. Al parecer Hugo me ha escuchado reírme y aparece saltando la valla con sorprendente agilidad y su brillante sonrisa.

- Ya pensaba que iba a morir aquí de aburrimiento -le guiño un ojo. No tengo ni idea de porqué estoy siendo tan descarada, pero me gusta.

- Conmigo nadie muere de eso -se acerca a ella y se sienta a su lado en la hamaca.

- Bueno, ¿me contarás que tal en tu viaje? -le pregunto intrigada.

- Ha estado bien, a decir verdad, para ser con mis padres y mi hermana claro. Hacía algo de frío pensando en la fecha en qué nos encontramos, pero se come muy bien.

Después de pasarse como media hora mirándole, asintiendo y riéndose por las cosas que le han pasado en el viaje.

- Suena bastante más entretenido que mi semana -me rio de mi propia broma y tras esto le doy un leve golpe en el hombro.

El chico hace un amago de ir a besarla, pero yo me aparto, no soy una cualquiera y no le conozco de casi nada. Considero que no es modo de comenzar nada. Pongo una mano en el pecho del chico y le miran mientras niego con la cabeza.

- Lo siento, pero no soy tan fácil y no hago esto con cualquiera. El otro día no sé qué me pasó, pero espero que no te confunda.

- Pues déjame que te conquiste al menos -el chico le coge de las manos.

- Si es lo que quieres... -no sé qué cable se le ha cruzado a este por la cabeza. Con lo bien que estarían de amigos y ya si pasara el tiempo y todo fuera bien me pensaría si hacer algo con él.

- Sí, es lo que quiero y lo voy a conseguir.

- No estés tan seguro -pero que mosca le ha picado ahora al chaval. Solo ha sido un jodido beso.

- Mira que eres terca, caerás, te lo digo yo.

Me levanto y comienzo a andar por el jardín en busca del Yon, cuando lo tengo lo cojo en brazos y me dispongo a entrar a la casa justo después de despedirme del chico con un "buenas noches". Éste me coge de la muñeca y hace que gire sobre mi propio cuerpo quedando a tan a escasos centímetros de su cara, me aparta un mechón de pelo de la cara y tras dejar su mano en mi mejilla me besa, suave y cálido.



Sonrisa diluidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora