Salimos riendo del vestuario por el recuerdo de mi tan graciosa caída, aunque a mí aún me duele mucho la zona donde pronto saldrá un gran cardenal. Vemos a Lucas sentado en un banco mirando el móvil, esperando.
- Te he ganado.
- Mentira, has hecho trampa pequeña traidora.
- Pues ahora me enfado y no te beso.
- Pues te beso yo, ya ves tu qué problema.
Coge del brazo de Sura, la gira sobre sus pies para que quede mirándole y la besa, ella intenta oponerse, pero al soltar un jadeo se sonroja y accede a que sus lenguas se junten en un placentero baile.
Mientras tanto Ele y yo miramos a cualquier lado menos a la pareja, a veces desearía poder hacerme invisible para desaparecer en estas situaciones, es realmente incómodo. principalmente, si lo estás viviendo desde fuera.
- Vamos parejita, que quiero volver a casa.
- ¿Y no puedes ir sin mí? -replica Lucas.
- No porque a) No sé conducir tu coche y b) Karina se enfadaría si solo apareciera por la puerta yo.
Bajo a la cocina aún en pijama y sin ganas de comer, aunque tengo hambre.
No me quiero vestir, ya que eso significaría ir al instituto, intentar que Hugo no se entere de lo qué pasó con Alex y limpiar la cantina con la zorra de Alba, encima con las manos heridas.
Cojo un batido de la despensa y subo a mi cuarto con suma tranquilidad. Me visto despacio y con calma, no me preocupo en qué ponerme, ya que si voy a limpiar la cantina con Alba terminaré horrible.
- Date prisa, tardona -grita Lucas desde bajo las escaleras.
- Ya voy -digo bajando las escaleras a toda prisa al mismo tiempo que me pongo la chaqueta por el hecho de que ha empezado a refrescar.
Una vez llego a la entrada una mujer mayor, supongo que la conserje, me para en medio del hall y me lleva hasta el cuarto de limpieza donde me da una escoba y un carrito.
En la cantina veo a la innombrable preparando las cosas para el almuerzo de hoy y limpiar las partes sucias.
- Tu por tu lado y yo por el mío.
- Mira estamos aquí por tu culpa así que te callas, mandona.
- Habló la que me rompió la nariz.
- Eso te pasa por ser una Barbie de plástico barato.
- Toca hacer bocadillos -grita una de las cocineras y eso hace que nuestra tonta discusión cese durante un corto período de tiempo.
Nos movemos pesadamente hacia la nevera donde cogemos los ingredientes, es cuando Alba se aprovecha de nuestra situación y abre el bote de mayonesa para después tirármelo por encima, me quito la salsa como puedo de la cara y sonríe cuando ve mis ojos llameantes, pero no espera que yo le pegue con el bote de cristal con el cual antes me ha rociado y le tire salsa picante en los ojos, después meto una de sus manos en la freidora que se empezaba a calentar.
Para que a mí no me culpen de tal aberración cojo un cuchillo y me hago un corte en el antebrazo.
- Estas loca Olympia, no te mereces que todos los chicos vayan detrás de ti, ni siquiera mereces haberlo hecho con Alex, aunque estuvieses engañando a tu novio.
- ¡No estoy loca! Y tú eres 30 veces peor persona que yo, así que cierras esa boca.
La verdad es que me he pasado bastante, sí, en ese momento parecía una desequilibrada, un monstruo. Pero normalmente no soy así, no tengo la más mínima idea de qué me ha pasado. La verdad es que me gustaría decir que lo lamento, siento cada herida, palabra y acción que he hecho, cosa que una persona cuerda haría. Pero no es cierto, sería mentirme a mí misma ya que no siento ningún remordimiento por mis actos cometidos anteriormente. Simplemente me da igual.
Viene el profesor de guardia y llama a los padres de Alba para que se la lleven al hospital por la mano quemada y a mí a la mini enfermería para curarme el corte y lavarme un poco por la mayonesa.
Después viene el psicólogo del instituto a verme, estando yo aún sentada en una silla de la "enfermería".
- Hola Olympia -dice amablemente.
No le miro ni le contesto, si no que mis ojos se encuentran fijos en punto lejano que se ve a través de la ventana.
- Sé que es difícil pasar por la pérdida de tus padres a la vez, encima después de haberte mudado de ciudad. Por lo tanto, puedo entender que estés un poco excitable y que saltes a la primera de cambio, pero no tu severa agresividad y herir a tu compañera hasta el punto de tener que llevarla al hospital. Como sigas así te tocará hacerme una visita a mi despacho.
- ¡No estoy loca! ¿Vale? No pienso consentir que nadie me diga eso, porque se aleja mucho de la realidad. Esa tía es una maldita desgraciada que intenta alejarme de mis amigos, lo que no pienso consentir puesto que tengo mi orgullo y mi dignidad. Para su información soy una persona mentalmente estable y no carezco de sus servicios, que con mis amigos me muestre bipolar e infantil no significa nada y mucho menos que tenga un trastorno de personalidad.
- Está claro que eres bastante inteligente, pero aun así me gustaría hacerte unas pruebas para saber que no estas mintiendo, si por el contrario sufres cualquier tipo de enfermedad mental deberás ir a terapia.
- Mira cariño, porque sea una alocada de 16 años no quiere decir que sea extraño, cada uno es como es, no quieras convencerme de ser un hombre de 30 y pocos, amargado que solo piensa en llegar a casa para dormir y amanecer al día siguiente. Porque he vivido muy poco y tengo que disfrutar, hago con mi vida lo que quiero y punto.
- No te voy a dejar en paz ya que has tenido un brote psicótico en la cantina.
- Eso según tu punto demira, por el mío afirmo que estoy genial -me levanto, salgo de la habitación ycierro la puerta de un portazo.
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Sonrisa diluida
Ficção AdolescenteEl día que Olympia se enteró que tenía que dejar su ciudad fue desgarrador para ella. No sabía que era el descontrol, y lo que el alcohol y el amor eran capaces de hacerle a su mente... Al principio Olympia se notaba insegura y tímida, desconocía qu...