11. Ser un ave.

61 4 4
                                    

Idiota, iba pensando mientras caminaba a mi clase de español, un poco tarde por cierto, pero no era la primera vez, lo que más me enfadaba, era que aquí el idiota no era ese chico que se acababa de burlar de mí, no, no era él, aquí la idiota era yo, es que como fui tan idiota de dejarme engañar tan bobamente.

Puse mis manos a cada lado de mi cabeza, me detuve un momento y me apoyé en la pared más cercana, aun sentía como me temblaban las piernas, como la sangre comenzaba otra vez a fluir por mi cuerpo normalmente. Me atrevería a jurar que estaba a punto de desmayarme. Golpee con mi puño la pared, ¿Que me pasaba? Nunca había sentido tantas cosas a la vez, con Isaac había una conexión, con él podía hablar sin vergüenza, sin ocultar nada, sólo respondiendo a todos sus tontos comentarios, era como si sólo con él podía ser yo misma.

Como él lo dijo: "Descubrir todo eso que tienes en tu interior, eso que no dejas salir a la luz". Eso, eso exactamente era con él, algo que no fui o algo que no deje ver por ningún otro chico. El tema de un noviazgo, siempre me ha parecido absurdo, aburrido, agotador y asqueroso, razón por la cual había rechazado durante toda mi vida a varios admiradores, enamorados, o como sea que se les llame. Ver a mi hermana tantas veces llorar por un desamor me hizo ser así, aislada de cualquier cosa relacionada con noviazgos. Yo siempre le decía lo mismo cada vez que la veía llorar o estando triste a causa de una nueva ruptura: ¿Quién te manda a enamorarte? Creo que ya perdí la cuenta de cuantas veces se lo he dicho.

Creo que esto sucedió tan incontables veces, porque a diferencia de mí, Anny, era valiente, se arriesgaba por encontrar el amor, mientras yo por miedo a lastimarme o a no saber que se hace ante todas las cosas que implican tener un relación he decidido no intentar, o más bien a esperar un poco más. Esperen, ¿Que hago yo pensando en todo esto? Levanté mi cabeza, me separé de la pared en la que me sostenía y comencé a caminar.

Al llegar a la clase ya habían empezado con la actividad del día. Sabía que eso implicaba haberme quedado sin material de trabajo, pues para la profe todo aquel que llegara tiempo después de haber iniciado la clase era como si nunca se hubiese presentado. Esto de llegar tarde a clase, ya se me había convertido en rutina, es por eso que estaba tranquila, sabía que Jake, el niño de ojos negros había tomado material para dos personas, para él y para mí, ya comenzaba a darme cuenta porque era que este chico me había agradado, pues no suelo tener amigos hombres.

* * * * * * * * * * * * *

Terminadas las clases, me quedé a esperar a Sofía en la parte de atrás del colegio, por ahí nos quedaba más corto el recorrido a casa. Me senté por un momento en el suelo, los benditos zapatos que llevaba puestos me quedaban apretados, algo que me enfadaba, ya que eran mis favoritos. Todos tienen algo, con lo que creen tener suerte por el día, o en mi condición un poquito menos de mala suerte, y estos eran esa especie de amuleto, solté las agujetas y me los quité, el espacio en donde estaba, estaba casi vacío, no había nadie más, así que recosté la cabeza, cerré mis ojos, tenía mucho sueño. Sentí el ruido de alguien a mi lado, abrí un solo ojo y pude ver que se trataba de Isaac, me coloque erguida y lo mire desde abajo. El miró mis pies, luego a mí con su ceño fruncido y luego vio mis zapatos, justo al lado de sus pies. Pensé que me iba a decir cualquier cosa, pero no, solo se sentó a mi lado.

-¿Ya te vienes a burlar de mi otra vez?-pregunté mientras recostaba otra vez mi cabeza.

-No- pude notar que al decirlo tenía una sonrisa en su rostro.

-¿Entonces?

-Iba saliendo y quise venir a ver porque estabas aquí sola. Aunque ya veo porqué.

-¿Si? A ver ¿porque dices que estoy aquí?-aún con la cabeza recostada, voltee a verlo.

-Por la vista- él miraba hacia el frente, hice lo mismo y seguí su mirada, el veía un árbol, un árbol grande y frondoso, algunas hojas las tenía amarillas y otras verdes, no tenía flores, ni alguna clase de fruto, pero la combinación de sus hojas, junto con su tamaño lo hacían de admirar. Lo extraño es que llevaba años estudiando en esta misma escuela, casi siempre pasaba por aquí, otras veces, me sentaba ahí mismo en donde me encontraba ese momento y nunca me había detenido a ver esa obra de arte, a contemplar esa gran escultura hecha por la misma naturaleza. Volví mi cabeza para ver a Isaac y vi que él seguía mirando hacia el árbol.

-Lo que más me gusta de un árbol, son sus nidos.-dijo con su vista clavada en la escultura grandiosa frente a nosotros.

-¿Si? ¿Por qué?- Él sonrió

-Cuando niño, le preguntaba a mi madre porque se aguantaba el maltrato de ese hombre, del que te hablé aquella vez- dijo ahora mirándome, asentí en señal de que si recordaba- ella siempre me decía que así como un ave va buscando y recogiendo materiales para hacer su nido fuerte y resistible a todos esos cambios en el ambiente, para darle un lugar en donde estar a sus crías, hasta que estas estén listas para volar con sus propias alas, así, ella iba a ser conmigo. Recuerdo que cada noche antes de dormir me decía lo mismo: "Se cómo un ave y construye tu nido resistible ante todo".

-Tu madre es una mujer muy sabía-mencioné, era cierto eso que decía. Ahora no solo miraba el árbol ahora también veía los diferentes nidos que habitaban en él.

-Ojala lo hubiese sido-escuché decir.

-¿Como?

-Mimadre era una mujer muy inteligente, sin embargo, no supo elegir, creo queprefirió darme todo a mi aunque esto significara su infelicidad. Y así tambiénmurió, salvándome, dándome hasta lo último que le quedaba, su vida

Todo Un Cubo De Rubik. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora