Al terminar la clase compartida con el chico raro sentado detrás de mí, salí a mi descanso y busqué a Sofía por toda la escuela, encontrándola por supuesto en un lugar apartado de la biblioteca, claro, escondiéndose de los profesores y del director.
Después de pedirle casi de rodillas que me acompañara a la cafetería a buscar algo de comer, aceptó y salimos. Estando ya en camino hacia la parte en donde vendían mis galletas preferidas que contenían chispas de chocolate, lo que me hacía amarlas aún más, alguien se atravesó en mi camino, quedando su pecho justo al frente de mi rostro. Percibí el mejor aroma que haya podido disfrutar alguna vez en mi vida, mis ojos solo veían en ese momento una camisa roja a cuadros, así que, levanté mi vista y me encontré con esos ojos aceitunas y con una sonrisa que aunque no era tan amplia dejaba ver sus perfectos dientes.
- Hoo-la - mi voz salió tan temblorosa, que juro que en ese momento tuve ganas de darme una cachetada.
- Hola, otra vez- respondió él, tan seguro y sonriente como lo había visto el primer día. Este chico sí que era raro, cambiaba de ánimo de un momento a otro, cosa que me confundía, y a la vez me intrigaba más.
Mis ojos aún estaban fijos en los suyos y ninguno de los dos decía algo, solo nos mirábamos como buscando algo perdido justo en los ojos del otro.
- Ejem... hola - escuchamos decir a Sofía que estaba al lado nuestro, mientras me golpeaba con su codo en mis costillas.
- Ahhh... esta es mi amiga Sofía- le dije a Isaac, señalando a la persona que casi me hace un hueco en mis costillas con su codo.
- Si, este, ya nos conocíamos - dijo Isaac pasando sus ojos de Sofía a mí.
Ahhh si claro, Sofía le dio mi numeró aquélla vez.
- Si ya recuerdo. Se me había olvidado que alguien dio mi nombre y mi numeró telefónico sin mi permiso.- Miré a Sofia diciéndole con mis ojos cuanto me había molestado eso que hizo.
Habían cosas que aclarar con Isaac, con Sofia creo que ya no había nada que hacer, ella siempre iba a ser así, pero con él tenía que hablar algunos asuntos, desde aquella vez que me mandó esos mensajes no me había acordado de preguntarle el por qué.
- ¿Podemos hablar al final de clases?- él me miró, creo que algo extrañado, como preguntándose si había hablado con él.
- Si, te espero fuera, en la entrada. - sin más, dio media vuelta y se fue. Podía notar la mirada fija de mi amiga en mí, así que también comencé a caminar lo más rápido que se me era posible.
Durante el descanso y mis clases siguientes, no podía evitar ojear mi celular para ver la hora y calcular cuánto tiempo faltaba para darle fin a otro día más de clases. Que Isaac dijera si, sin pensarlo cuando le pregunte si podíamos hablar, no sabía cómo tomarlo, me hacía pensar que en realidad si confiaba en mí, aunque pareciera muy apresurado. Cuando la campana sonó, me dirigí inmediatamente a la salida, al lugar en donde me había citado Isaac.
Al salir, lo vi recostado en el árbol que estaba casi llegando a la calle, este era el más lejano desde donde yo me encontraba. Tenía sus manos dentro de los bolsillos delanteros de su pantalón, con su mirada puesta en el árbol frente a él, estaba bastante concentrado mirando un simple árbol. Caminé hasta él, deteniéndome a unos cuantos pasos, el volvió su cabeza y comenzó a andar, caminaba en dirección al parque al cual comencé a ir con Sofía este año, después de haberse ido mi antigua mejor amiga. Él caminaba, con su cabeza gacha, viendo creo yo, sus pies.
- ¿Siempre eres así?- Pregunte hablándole a su espalda, ya que iba detrás suyo.
-¿Así?, ¿así como?- replicó él.
-Así, no sé... bipolar diría yo- no tenía ni idea de cuál iba a ser su reacción a mi pregunta, pero como lo tomó me sorprendió. De él salió una carcajada y volteando a verme dijo:
- la verdad es que si, si lo soy. Creo que si a ti te define la palabra difícil, mi definición en una palabra seria bipolar.- otra vez volvió a caminar, por lo cual también lo hice.- Aunque suelo demostrarlo delante de solo unas cuantas personas- continuó hablando.
-¿Delante de quien sueles serlo?- Pregunté
- Me muestro así, tal como soy solo delante de las personas que, pese a mi comportamiento inexpresivo, se quedan.
-¿Por qué lo demuestras ante mí? Apenas me conoces, y solo hemos hablado un par de veces. No te entiendo explícame por favor. - le dije con mi tono de voz un poco alto.
- Ya te lo dije aquel día en el parque. Sólo te vi y me pareciste confiable. Pensaras que estoy mintiendo pero hubo algo que hizo que la primera vez que entré al salon de química, lo primero que viera fuera a ti.- Él seguía caminando, mientras miraba sólo al frente, y yo miraba su espalda.
-Eso es lo que no entiendo ¿Por qué? ¡Mírame!- volvió su mirada para hacer lo que le pedí- Soy una simple chica, una chica que ama leer, que prefiere un libro a una salida. No entiendo lo que dices y tampoco lo que me dijiste en aquel mensaje, el primer día.- frunció el ceño y abrió los brazos como para un gran abrazo o algo perecido.
-¡Pues yo tampoco lo sé! Sólo sé que ya no puedo dejar de pensar en ti y en esos ojos que como te dije en aquel mensaje, algo tratan de decirme. No lo sé. Simplemente es lo que siento.- Mirándome a los ojos me dijo todo esto. Sin saber que era lo mismo que yo sentía, lo mismo que pensaba al verlo a los ojos.
- Pero me dijiste también, que yo ocultaba algo, que no me mostraba tal cual era ante los demás. No es así, he sido muy transparente y no he intentado ocultarme detrás de una sonrisa como lo has hecho tu.- Dije señalándolo con mi dedo índice.
-¿Como yo? No sabes como soy, ni como he sido.- sus manos estaban ahora una dentro del bolsillo de su pantalón y la señalándose a sí mismo.
- ¿Es en serio? Tu tampoco me conocías y aun así te atreviste a catalogarme y a descifrarme, quedándote con una visión equivocada de mi.- no sabía si en ese momento le estaba gritando o no, sólo le decía lo primero que mi cerebro decidía arrojar.
Sin darnos cuenta nos detuvimos debajo de un árbol, cada uno frente al otro, pero con nuestras miradas puestas en otra cosa diferente que nuestros rostros. La mía estaba fija en sus zapatos negros deportivos, con cordones del mismo color, muy bien atados, lo que me hizo pensar que seguramente al salir de la escuela él tenía planeado ir a correr o a jugar baloncesto como lo vi hacerlo aquel día en el parque, en ese momento recordé que aún no le había entregado su balón, entonces decidí ser la primera en romper el silencio.
-Aquel día dejaste tu balón en el parque- El miraba hacia arriba, a una rama del árbol, seguí su mirada y pude ver lo que veía, era un nido de pájaros en el que se encontraba sólo un pequeño pajarito de color azul oscuro, batía sus alas apresuradamente.
- Si, cuando recordé que lo había olvidado, regresé pero ya no estaba ahí. Supuse que se lo habian llevado.- hablaba sin mirarme, continuaba viendo el nido ubicado en la rama del árbol que nos cubría del poderoso sol que brillaba ese día.
- Yo lo tengo- apartó la mirada del árbol para posar la en mi- Al ver que te olvidaste de llevarlo, lo tomé y como no sabía tu dirección, lo llevé a mi casa. Si quieres podemos ir por él ahora.- propuse, señalándole hacia el lado contrario al que nos dirijamos, ya que era hacia allá donde quedaba mi casa.
- ¿Ya se acabaron las preguntas? ¿Eso era todo?- preguntó él, alzando las dos cejas y cruzando sus brazos a la altura de su pecho.
-Mmm no, aún no acabo mi interrogatorio, después me contestará todo lo que quiero saber- acomodé mi mochila y comencé a caminar hacia mi casa.
- No lo creo.- escuché decir a mis espaldas.
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Todo Un Cubo De Rubik.
DragosteAsi andamos todos, con ganas de salir y arriesgarlo todo, pero sin la valentia de hacerlo. La vida se trata de eso, de arriesgarse, de darlo todo, de caer y volver a empezar, de equivocarse y volver a equivocarse, porque la vida no es simple para de...