Ya solo faltaba una semana para que comenzaran las vacaciones de verano; por más que busqué por toda mi casa y en los cajones más escondidos y que nunca había escudriñado, no encontré nada que me diera alguna pista. No había más que fotos de mi infancia y de mi hermana; hubieron veces en las que solo me quedaba viendo la fotografía en mi mano, en la que veía a mi padre ayudarme a apagar las velas de mi cuarto cumpleaños o esa imagen en donde mi madre estaba en los brazos de mi padre y mi hermana mayor estaba en los brazos de mi madre. Todos sonreían, no eran esas sonrisas que todos forman en sus rostros para posar al lente de una cámara, no, se notaba que eran sonrisas genuinas, de ese tipo de sonrisas que llegan hasta los ojos.
Lágrimas amenazaban con salir al paso de cada fotografía. Mi vida no ha sido fácil, crecí en medio de peleas, de discusiones, de infidelidades, de descuidos, de llanto, de miedo, de temores y de muchas otras cosas en las que siempre me preguntaba la razón por las me sucedían.
Tenía tan solo diez años, cuando todo empezó.
Mi infancia había sido buena, mis dos padres vivían en la misma casa, tenía una hermana mayor, mi madre siempre muy al pendiente de cada uno, nada me faltaba. Pero siendo uno tan inocente aún, no se da cuenta de los problemas internos, uno siempre está jugando con los hermanos o con los primos que de vez en cuando llegaban de visita; se va a la escuela y se preocupaba por cosas tan sencillas como cuando se te perdía tu lápiz y sabias que tu madre te iba a regañar o cuando te ensuciabas de más porque no querías dejar de jugar; vas creciendo y ya muchas cosas te dejan de importar para darle lugar a nuevas preocupaciones.
Entonces esas preocupaciones no son ya por cosas tan sencillas, sino porque un día te levantas y ves a tu mama llorando y le preguntas que le sucede, pero solo recibes una mirada de no te preocupes, luego de esto ya no te levantas en la mañana al escuchar las voces de tus padres hablando de las deudas y de los fallos del negocio familiar, no, en cambio te levantas en medio de la noche a causa de los gritos de tu madre y de los intentos en vano de tu padre por conseguir calmar a su mujer.
Me levanté del suelo y vi desde arriba todas esas imágenes impresas donde se resumía mi vida, regadas por todo el lugar, comencé a acomodarlas de tal manera que mi madre no se diera cuenta que andaba buscando algo, mi madre toda la vida había sido consciente de mi resistencia a ver todas esas fotografías porque no hacían más que traerme recuerdos que sabía, no podía volver a vivir.
Las veces que me comuniqué con Isaac, era para decirme que estaba en la misma situación que yo, Mérida, no le daba ninguna otra información a parte de la que ya conocía, y que no le serviría para llegar a nuestro objetivo. Poco a poco mis esperanzas de por fin estar al tanto de mi pasado, o bueno, del pasado de mi madre y de su familia, iba resquebrajándose.
Escuché que llamaban a la puerta, así que, como pude volví a poner todo en su lugar y salí corriendo a ver quién era. Al abrir, me quedé boquiabierta, era mi padre con una gran sonrisa y sus brazos abiertos de par en par, por lo que me lancé a él y recibí un fuerte abrazo. Mi padre, pese a no estar todo el tiempo conmigo, cuando se le era posible estarlo hacia todo con tal de que yo riera, sus chistes malos, sus bromas eran parte de él, cosas que nunca le cambiaria.
― Hola papá- dije con una gran sonrisa.
― Hola hija- respondió mi padre.
― ¿Qué haces aquí?- pregunté, no me lo esperaba en casa, sino dentro de dos semanas.
― No aguantaba las ganas de ver a mi hijita- mi padre me revolvía el cabello y yo trataba de alejarme para que no siguiera.
― Ya basta papá
― Hace mucho tiempo ya desde la última vez que pude hacerlo- dijo el bajando su mirada, era consciente de que a mi padre tampoco le agradaba la idea de verme dos veces al año, pero así debía de ser, hasta que cumpliera lo dieciocho años, lo cual estaba muy cerca.
― ¿No vas a pasar? – seguíamos aún en el marco de la puerta. Al hacer esa pregunta, fue cuando caí en cuenta. Mi padre hizo el gesto que siempre hace, rasco la parte de atrás de su cuello y volvió a bajar su cabeza
― No te quedarás ¿cierto?- pregunté, mientas con mi mano apretaba el picaporte de la puerta.
― No, sabes muy bien que lo que más quiero es descansar del trabajo y disfrutar de las vacaciones al lado de mis hijas...
― Se nota- dije por lo bajo, supe que escuchó porque se detuvo un momento de hablar.
― Ally no seas así, escucha, hice todo lo que podía hacer para que este viaje de negocios lo pospusieran, pero es algo muy importante para la compañía.
― Entiendo, ¿ya te vas?- pregunté con mi vista perdida detrás de mi padre.
― Hija, sé que aún no lo entiendes, solo... por favor, es algo muy importante lo que debo hacer, podría conseguir una promoción.
― Papá ya te dije que lo entiendo... cuando puedas quedarte por más de media hora, entonces vuelve- le dije a mi padre, sabía que estaba siendo algo dura con él, pero ya estaba algo harta de sus viajes y de los asuntos de su trabajo que me impedían recompensar el tiempo sin verlo.
Mi padre sacó fuertemente aire de sus pulmones y me rodeó con sus grandes brazos.
― Te quiero mucho hija, por favor créelo.
― Lo sé papá, lo sé- mi padre se separó de mi con una débil sonrisa, pero aun manteniendo sus manos en mis hombros, cosa que me hacía sentir más pequeña de lo que era.
― Saluda a tu madre y a tu tío de mi parte.- dicho esto se dio media vuelta y se fue corriendo hasta un auto que lo esperaba en la acera de la calle.
Cerré los ojos y recosté mi cabeza en la planicie de la puerta detrás de mi. Por cosas como estas fue que la relación entre mis padres no funcionó.
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Todo Un Cubo De Rubik.
Roman d'amourAsi andamos todos, con ganas de salir y arriesgarlo todo, pero sin la valentia de hacerlo. La vida se trata de eso, de arriesgarse, de darlo todo, de caer y volver a empezar, de equivocarse y volver a equivocarse, porque la vida no es simple para de...