Jason:
Abril, 3:12 PM.
- Dile a Blake que necesito que cubra la área de Santa Mónica. Me dijeron que unos policías están jodiendo por ahí.- le ordené a Tom.
- Si, señor.- respondió.
Cerró la puerta tras de sí, dejándome solo con Mia. Estaba sentada jugando con su cabello rubio en un sofá. Ahora siempre está donde estoy yo, la muy idiota trato de escaparse.
Nadie escapa del Diablo de Los Ángeles.
- Jason.
- No empieces a joder.- gruñi mirando la computadora concentrado. Estaba viendo mis cuentas en los bancos, todo andaba bien.
- Es que tengo hambre, más bien un antojo.- me respondió levantándose del sofá hasta llegar a mi y tapar mi visión.
- Mia no te atravieses.- dije entre dientes.
- Es la única manera de que me prestes atención, maldición.- me dijo frunciendo su ceño.
Suspire mientras que cerraba los ojos. Ella me exasperaba. Y mucho.
La tome de la cintura todavía sentado en mi silla y la coloqué en mi regazo.
- ¿Qué quiere la niña?. - le pregunté mirándola con molesto.
- Nutella.- dijo sacando un puchero. Siguiendome la olla.
- Si te doy tu maldita Nutella... ¿Te callarás toda la tarde?. - le pregunte rindiendome.
- Serán dos. - me dijo acariciando mi cabello.
La muy perra se estaba aprovechando de la situación.
- De acuerdo, oportunista.- le respondí masajeando el puente de mi nariz.
- No te estreses.- me aconsejó mirando mis ojos.
- No dirías eso si tuvieras que estar al tanto de que todo el mundo es tanto tu aliado como tu enemigo. No puedo confiar cuando llega una entrega de cualquier país porque alguno de ellos quieren verme muerto. Pero obvio... Yo voy un paso más que ellos.- le explicó.
- Eso significa...
- Que mato a su gente si quieren pasarse de listo, Mia.- le dije. Pude ver su miedo.
Quería que supiera que no soy bueno. Ni para ella ni para el pequeño bebé que esta creciendo en su interior.
La puerta se abrió dejando ver a Blake con su arma.
- Mis disculpas si interrumpí.- se burlo cuando me di cuenta de que Mia todavía permanecía en mi regazo. Ella trató de quitarse pero la retuve.
- Obviamente no.- rodé los ojos.
- La área de Santa Mónica fue un maldito caos. Los Rusos atacaron de nuevo pensando que estabas en mi camioneta. Pero estaban Michael, Bastian y Justin, digamos que los policías tuvieron que recoger muchos cadaveres.- me explicó.
- Buen trabajo. - le felicite.
Sentí a Mia tensa. Sabía que todavía no se acostumbraba a la idea de yo matando y traficando. Pero no me importaba. Mientras ella supiera como vivo, mejor.
- Necesito que me consigas dos Nutellas. - le ordene a Blake. Este levanto una ceja. - Es eso o ella no dejara de joder toda la tarde.
- No me digas así. Como si fuera un perro o una plaga. - sentí su golpe en mi hombre. Fruncí el ceño en respuesta.
- Me voy antes de que empiecen a pelear como perros y gatos. - dijo Blake antes de salir de mi oficina.
- No me golpees, joder. - le ordene molesto.
Ella rodó los ojos y trató de levantarse.
- ¿Qué acabas de hacer?.- le pregunté aun más cabreado.
- Eres un maldito ciego... O ¿qué?.- me preguntó haciendose de chistosa.
- No lo vuelvas hacer. La última persona que lo hizo esta a diez metros bajo el suelo. - le amenacé mirando sus ojos azules.
- No te tengo miedo, Jason. Dudo que me hicieras daño sabiendo que cualquier cosa puede afectarle a el bebé. - me respondió retandome. Se levantó de mi regazo y cuando se iba la tome de la cintura.
- Tienes razón, Mia.- le dije en su oido. Pude notar como cambiaba su respiración. - Pero imagina que un día te enteras de que tu hermanito Dylan no camina. Que este enterrando en una maldita silla de ruedas, por toda su vida.- deje un beso en su cuello.
- Eres un ser despreciable.- me dijo tocando su vientre, con su ojos llenos de lágrimas.
- Ya me lo han dicho.- respondí dándole la espalda sirvendome un wisky.
Cuando no tuve respuesta es cuando me di cuenta de que Mia estaba inconsciente en el suelo.
Sentí mi corazón en la boca.
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Si, lo se. Su quieres matenme soy la peor escritora del puto mundo.
Las adoro
Votos y comentarios. Pls.
By: 1502Bizzle.
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De Jason ©
Teen FictionUna noche bastó para conocer a un ser despreciable. Y una noche bastó para que me diera la cosa más hermosa de mi vida. Un hermoso bebé. "Es tuyo." "¿Y qué quieres que haga? Si tan fácil te lanzaste a mis brazos, no me quiero imaginar con cuantos m...