Símbolos

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Yūyin corrió detrás de Sarada hasta que consiguió asir su muñeca, pero Sarada no se detuvo. Continuó corriendo aún con la mano de Yūyin sobre ella. No planeaba detenerse, no quería hacerlo y no lo haría. Lo que había escuchado y pensado en Waraziya natto no hizo nada además de incrementar sus pesares personales. Sin embargo, no quería estar sola pues a nadie le gusta la soledad, aun cuando se siente de esa forma. Yūyin era el amigo que había buscado durante años, era la persona que no la juzgaba, que no la obligaba a nada, que la apoyaba y admiraba tal y como era. Era, entre todos en Konoha, quien podía comprenderla como ella quería.

- Sarada-san, por favor, dime algo. - suplicó Yūyin desde atrás, jalándola un poco.

- Sigue corriendo, no quiero verlos. Estoy harta de ellos, de todos. - respondió Sarada girando unos grados el rostro para mirar a Yūyin.

- ¡Cuidado! - le gritó antes de que se estrellara contra el brazo de Kakashi y cayera al suelo por el impulso del golpe.

Yūyin ayudó a Sarada a levantarse mientras Kakashi y Gai los miraban con un dejo de burla. Ambos recordaban lo que significaba ser joven y desear el alejamiento temporal de todo. Sarada era el perfecto ejemplo de juventud para Gai y Yūyin era el recuerdo exacto de Rin para Kakashi.

- Discúlpenos, Kakashi-sama, Gai-sama. - dijo Yūyin agachando la cabeza. - Andábamos muy distraídos.

- No se preocupen, chicos. ¿A dónde van con tanta prisa? ¿Tienen entrenamiento con Konohamaru? - preguntó Kakashi mientras se rascaba la cabeza.

- N-no, nosotros en realidad íbamos a... - dijo Sarada un tanto nerviosa. De todos los amigos de sus padres, Kakashi era el único que le agradaba por completo y respetaba como humano y como ninja. No le parecía adecuado mentirle, pero tampoco quería ventilar sus problemas.

Empero, Kakashi había escuchado las últimas palabras que Sarada había mencionado antes de estampársele. No era que esperara algo así, pero adivinaba desde meses, o incluso años, atrás que eso podría ocurrir. Sakura y Sasuke sólo agravaban su situación; lo que daba como consecuencia que Sarada se desesperara con facilidad y se hartara de todo en su vida. A Kakashi le sorprendía que Yūyin estuviera a su lado: había creído que ese niño no le agradaba en lo absoluto a Sarada.

- ¿Y ya comieron? - preguntó con amabilidad. No por nada se decía que los años llevaban sabiduría; él ya sabía cómo tratar a las personas del calibre de Sarada.

- ¿Eh? Ah, pues... no. - admitió la niña algo sonrojada.

- ¡Já! ¡Querían entrenar sin haber comido! - exclamó Gai desde la silla. - Me alegra que su llama sea tan vigorosa, pero deben saber que la alimentación es esencial para un duro entrenamiento. - afirmó alzando un pulgar frente a su rostro.

Yūyin le sonrió con amplitud. Ese ninja siempre le había despertado un interés particular, pero ya que no podía entrenarlo, le había pedido a su pupilo, Lee Rock, que lo hiciera durante un año. Como respuesta, Yūyin poseía el mejor taijutsu del equipo siete. Era en lo único que resaltaba con los tres.

Kakashi dejó escapar una leve carcajada antes de despedirse de Gai y abrir su usual libro verde. Les hizo una seña a los niños y caminó frente a ellos.

- ¿A dónde nos llevará? - preguntó Sarada adelantándose para estar a su altura. De inmediato, Yūyin la imitó.

- A Ichiraku, por supuesto. El sustituto de Teuchi tiene una buena sazón, aunque Naruto dice que le falta sal al caldo.

- Ah, Ichiraku. - susurró Sarada un poco molesta. - Ahí era donde llevaba al antiguo equipo siete, ¿verdad?

- Sí, así es. La tradición empezó con Naruto: Iruka y él iban con frecuencia y Naruto empezó a suplicarnos que fuéramos ahí. Sakura iba a donde Sasuke fuera y éste accedió a ir sólo porque tenía hambre. Yo los acompañé, por supuesto. Desde esa vez, se hizo tradición el asistir cada vez que terminábamos una misión larga. - recordó antes de doblar la esquina y señalar el puesto de ramen. - Adelante, muchachos, pidan lo que quieran.

Los tres cuarzos (Longfic SasuSaku/Familia Uchiha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora