Dedicado especialmente a AlfDay. Te quiero, amiguita. :)
Créditos del fanart a evantardadam.tumblr./*/•/*/•/*/
Yūyin jadeó antes de caer de rodillas al piso, con un hilo de sangre sobre su boca. El dolor interno y externo no era causa de golpes, sino de agotamiento de chakra. A pesar del arduo entrenamiento con Sarada y su propio padre, Yūyin aún no podía perfeccionar su control de chakra, por lo que a pesar de que sus ataques contra Hideo fueron buenos, no tardó mucho en agotarse.
Hideo sonrió al ver a su hijo rendido, en el suelo, arrastrándose hacia donde Sarada seguía inconsciente. Yūyin alzó la mirada hasta que sus ojos encontraron el rostro de su compañera. Apretó los puños; le había prometido a esa chica que no permitiría que nada malo le sucediera y si no había podido cumplir enteramente con esa promesa, entonces evitaría que siguiera sufriendo.
Con mucho esfuerzo, se puso de pie y sintió sobre su costado izquierda un dolor que no había sentido antes. Entonces recordó: en algún momento, Hideo lo había apuñalado. Yūyin vio su ropa manchada de sangre y tosió. Escuchó la risa de su padre, pero no le importó. Así tuviera que dar el resto de su sangre y fuerza, protegería la felicidad de Sarada.
Con un rápido movimiento, cargó chakra negro en uno de sus kunai.
- ¿Acaso piensas atacarme sólo con eso? - cuestionó Hideo, decepcionado. - Puedes hacerlo mejor.
- Tal vez, pero me he cansado de hacerlo mejor; ahora sólo quiero hacerlo correctamente. - respondió Yūyin antes de arrojar el kunai hacia las cadenas que aprisionaban los tobillos de Sarada. Repitió el proceso en sus muñecas y esperó, con los brazos extendidos, a que Sarada cayera.
Un momento después, Sarada abrió los ojos mientras Hideo negaba con la cabeza. Ese niño era terco en sus sentimientos.
Sarada tardó unos segundos en reconocer el rostro sucio de Yūyin, mas cuando lo hizo, arrugó el entrecejo y el mangekyō regresó a sus pupilas.
- Sarada-san... - la llamó Yūyin, tumbándose de nuevo en el suelo, sin soltarla. - Lo lamento tanto.
- Teme... - farfulló ella, recuperando fuerza con rapidez.
Sin embargo, antes de que alguien pudiera decir otra cosa, la puerta de piedra se abrió y por ella entró una figura alta, enfundada en una capa negra y con el rinnegan en el ojo izquierdo brillándole de rabia. Era Sasuke y clamaba venganza por la posible muerte de su esposa.
Se adentró a paso firme, ante la mirada escéptica de Sarada y la indiferente de Hideo. Sasuke avanzó hacia el padre de Yūyin, sin siquiera voltear a ver a su hija.
El cuerpo de Sasuke expulsaba chispas, al igual que su katana, aferrada por su mano derecha. La izquierda era acompañada por un poderoso chidori. No tendría compasión con ese hombre.
Su mente apenas reconocía a Hideo como el sujeto del que nunca se fió; sólo quería destruir al asesino, al secuestrador, al maldito que se había atrevido a obligarlo a semejante atrocidad.
- Creí que nunca llegarías, Sasuke. - dijo Hideo con cinismo. - ¿Tantos problemas te causó matar a tu propia esposa? - preguntó sin darle la importancia adecuada.
Los ojos de Sarada se llenaron de lágrimas al oír eso. Se deshizo del agarre de Yūyin y por fin se mantuvo de pie, con algo de esfuerzo.
- ¡Eso no es cierto! ¡Papá no haría nada de eso! - afirmó con el llanto empapando su rostro.
- ¡Sarada! - exclamó Sasuke, recordando qué era lo que hacía ahí. Apenas su rostro giró para mirar a su magullada hija, Hideo aprovechó su distracción. Lo golpeó en el rostro, tirándolo varios metros hacia atrás.
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Los tres cuarzos (Longfic SasuSaku/Familia Uchiha)
FanfictionDespués de todo, Sakura y Sasuke se casaron y tuvieron a Sarada. En teoría, todo debía resultar bien para la nueva familia Uchiha, mas nadie les dijo lo difícil que era el matrimonio y lo complejo que era mantener el amor en medio de las discusiones...