El verdadero Bolt

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A partir de este capítulo, la historia será dedicada a una gran amiga que me ha apoyado desde hace ya algún tiempo: AlfDay. Te quiero. :)

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Inojin avanzó por las angostas calles de Konoha mientras cargaba un pesado pedido de flores que algún joven enamorado había pedido para su novia. Ino le había pedido a su hijo que entregara el encargo lo más pronto posible o la pobre pareja terminaría por romper su relación. Aunque al niño no le interesara en lo más mínimo lo que ocurriera con esos dos, decidió acortar el camino a la casa de la muchacha, cruzando por la calle que llevaba al hogar de los Kurogachi. Tenía bastante tiempo que la media docena de Konoha no se juntaba, tal vez debería visitar a Yūyin de regreso.

Silbando, como acostumbraba, Inojin saltó a un árbol, como un pasatiempo solamente. En la altura, logró distinguir que la puerta de los Kurogachi estaba entreabierta. Inojin sonrió; a veces Hideo y Yūyin eran distraídos.

Bajó del árbol para encaminarse hacia la casa de su amigo. Tendría que advertirles que un ninja no debía descuidar tanto la entrada a su intimidad. Su madre siempre se enfadaba cuando alguien no tocaba el timbre y, en cambio, brincaba la barda del jardín. Inojin nunca lo había hecho, mas sí se enteró - por palabras de Sasuke - de que era "interesante" saltar de jardín en jardín. Inojin se prometió hacer eso en alguna ocasión.

- Hola, Hideo-sama... - saludó mientras abría por completo la puerta. - Pero... No, no. ¡Yūyin! - gritó tras ver el mismo desorden que antes había visto Konohamaru y antes que él, Sarada.

Inojin dejó caer el montón de flores al piso antes de andar entre las habitaciones, en el baño, en la cocina, en los cuartos... pero todo lo encontró igual. La casa sólo era muestra de un combate antiguo. Ahora entendía la razón de la desaparición de su amigo.

Con los ojos algo llenos de lágrimas, se mordió el labio mientras decidía qué hacer. Su mente ninja le indicó que el hokage tendría que enterarse del desastre en casa de Yūyin; mas algo en él le gritaba que el hokage lo sabía, que ya había puesto en marcha un plan de rescate... pero entonces se preguntó por qué la noticia no había saltado a las calles. Si era algo tan fuerte, si el hecho era que el clan Kurogachi había sido secuestrado, debía prevenirse a la gente de la aldea, debían tomar medidas de extrema precaución. Para empezar, genin como él, no debían pasearse sin escolta alguna por las calles de Konoha.

Lo que lo dejaba con la pesada noticia de que el hokage podría ocultárselo sólo a un grupo selecto, un grupo que creyera se encontraría en peligro de averiguarlo... de averiguarlo y buscar al responsable. Un grupo selecto como lo era la media docena de Konoha.

Con una terrible corazonada en el pecho, Yūyin cruzó Konoha para saltar hacia el balcón de Shikadai.

Con frustración, notó que su amigo había cerrado la puerta del balcón y se había recostado en la cama con la televisión encendida y la mirada más adormilada que nunca. Claro, sólo él aprovechaba de esa manera su día libre.

Inojin golpeó el cristal de la puerta un par de veces para llamar la atención de Shikadai. Éste, giró la cabeza con gesto aburrido antes de estirar el brazo y girar la manija. Hasta ese momento, se percató de la desesperación infundada en el rostro de Inojin. Parecía que había llorado y muy pocas veces lo había visto de ese modo. Irremediablemente, creyó que alguno de sus padres estaba herido y no sabía a quién acudir. Shikadai le indicó a Inojin que se sentara a su lado para que le contara todo, pero el niño negó con la cabeza frenéticamente.

- No. Es Yūyin, no está en casa. É-él fue secuestrado, Shikadai. - explicó Inojin a una muy alta velocidad.

- ¿Cómo?

Los tres cuarzos (Longfic SasuSaku/Familia Uchiha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora