CAPÍTULO XXXII

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Ha amanecido otro día de tristeza en la vida de Maraya.

- Hoy tengo que hablar con la policía, no puede ser que ya hayan pasado 2 días sin tener noticias de Patrick. Cada momento, cada hora, cada segundo, es como si fuesen mil años... Ya no puedo con más. Estoy totalmente angustiada, me preocupa saber como sigue Patrick.

- Maraya, ven a comer - dijo Caroline.

- Voy.

- ¿Qué tal la comida?

- No tengo ganas de comer, y sabes la razón por la que lo hago.

- Hija necesitas motivarte, tienes que salir.

- Mamá no tengo fuerzas, pero está bien, saldré.

Era extraño que Maraya en unos días cambiase de opinión. De querer salir a no querer, y la razón era el remordimiento que tenía por haber tratado mal a Patrick. Era tan difícil poder seguir adelante.

Maraya estaba llorando en su cuarto cuando escuchó su teléfono sonar.

¡Rín! ¡Rín!

- ¿Con Maraya?

- Sí, es ella.

- ¿Cómo está? Le habla el oficial del otro día.

- Creo que esa pregunta está de más. ¿Tiene noticias de Patrick?

- Sí. Resulta que hemos encontrado un familiar.

- ¿Su mamá? ¿su papá? ¿a quién?

- A su primo.

- ¿Su primo? 

- Sí. Venga para acá por favor. ¡Si es que no está castigada!

- Ya no lo estoy, de hecho mi mamá quiere que salga, pero no sabe para donde voy.

- La espero.

- Ok.

Al llegar al Hospital.

- Señorita González.

- Señor oficial, por favor dígame ¿qué le pasó a Patrick? ¿por qué está en estado de coma?

- Hemos descubierto la razón por la que su amigo está así.

- Entonces ¡dígame ya!

- Mejor pregúntele a el primo de ese muchacho.

- ¿Dónde está?

- Está ahí sentado, esperando razones de la salud de su primo. Se lo presentaré.

- Hola soy David.

- Hola David, mi nombre es Maraya.

- He escuchado de ti.

- ¿De mí?

- Sí, por el oficial.

- A lo que vine...  ¿Qué fue lo que le pasó a Patrick?

- Será difícil para ti, pero tengo que decírtelo.

- Dime la verdad, duela o no duela.

- Está bien. Patrick iba saliendo del Colegio, eran como las 3 p.m. aproximadamente. Iba muy distraido, caminaba con la cabeza gacha, estaba muy triste. Y cuando cruzó una de las calles camino a su casa, ya que venía del colegio,  lo atropellaron.

- ¿Qué? ¿Y qué pasó después? - dijo llorando.

- El conductor huyó.

- ¿Cómo que huyó?

UNA VIDA NO TAN PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora