Capítulo 13

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Abrí la cabina que estaba llena de polvo y chirriaba al abrirla. El teléfono parecía haber salido de una película vieja, los números de los botones estaban borrados y tuve que intuir cual era cada uno. Cuando fui a marcar los números me di cuenta de que no me acordaba del número de Irina, la tecnología había hecho que nuestra memoria fuera un desastre para estas cosas, ya prácticamente no la usábamos, la palabra memoria era algo en peligro de extinción pues teníamos de todo para recordarnos cosas olvidadas. Me puse nervioso y empecé a mover los dedos encima del teléfono.

Cerré los ojos e intenté recordar, entonces vi la sangre en el suelo y los cristales. ¿Qué podía haber pasado en treinta segundos? Lo único que tenía claro es que Irina estaba herida, que los coches y las luces explotaban a mi paso y que mi cabeza iba a explotar con todo aquel lío. Entonces los números vinieron a mi cabeza y marqué, pero no salía nada en la pantalla, recordé que había que meter una moneda y me maldije por lo estúpido que era.

Marqué otra vez y los números aparecieron, empecé a llamar y sonó un tono, dos tonos, tres tonos y así sucesivamente hasta que se cortó la línea. Me puse la mano en la cabeza y volví a llamar, volvieron a repetirse los tonos y cuando ya me estaba dando por vencido una voz respondió.

— Byan —dijo la voz de Irina débil y jadeante.

— Irina, ¿dónde estás? estoy, estoy muy asustado no entiendo nada, estaba toda esa sangre...

— Te...—dijo ella casi sin aliento— te necesito, baño del segundo piso...

— Voy para ya.

— Rápido, tienes que...—y su voz dejo de sonar como si se hubiera apagado. Salí de allí corriendo y dejé el auricular colgando y me tapé las orejas para no oír el ruido que había causado en la calle, entré en el centro y subí los escalones de tres en tres lo más rápido que pude hasta que llegué al segundo piso y busqué los baños, pero al estar todo a oscuras era muy difícil. Al final conseguí encontrarlo e intenté abrir la puerta pero estaba cerrada.

— ¡Joder! —exclamé. Entonces decidí derribarla con toda mi fuerza y al segundo golpe la puerta se rompió, busqué a Irina con la mirada y al fin la encontré, rodeada de un charco de sangre, con la cara pálida y los labios de color morado. Corrí hacia allí y puse a Irina en mis brazos y la zarandee pero no se despertaba— ¡Irina tienes que despertar! —dije yo alarmado— ¡Irina!

— Tienes que sacarlo —dijo ella con un hilo de voz, sin abrir los ojos.

— Tengo que llevarte al hospital.

— No, sácalo —protestó. Entonces hice lo que me pidió y con cuidado saqué el cristal. Poco a poco fue saliendo y lo dejé sobre el suelo. La herida era enorme, no sabía cuánto tiempo había estado así pero nadie hubiera durado más de unos minutos con semejante herida. Después, me fijé en los pequeños cristales de su cabeza y los saqué uno a uno con delicadeza.

Miré su herida y rompí un trozo de mi camiseta para parar la sangre. Entonces antes de que lo pusiera, algo sorprendente ocurrió la herida empezó a cerrarse hasta que desapareció como si no hubiera habido nada. Miré a la parte donde debería de estar la herida desconcertado y luego miré a Irina a la cara, los cortes empezaron a cicatrizar lentamente hasta que desaparecieron. Comprendí lo que podía hacer Irina, pero ella seguía inconsciente.

— Irina —dije yo moviéndola— Despierta —pero seguía sin despertar. Entonces la cogí en brazos y decidí llevarla a su habitación, la dejé sobre la cama. No comprendía lo que ocurría, observé su teléfono y pensé en llamar a una ambulancia pero ella dijo que no lo hiciera. Entonces pensé en otra idea, busqué en sus contactos a algún conocido y encontré un nombre "Javi", el chico que estaba con ella el otro día, el que hizo desaparecer aquel cadáver. Llamé y esperé una respuesta, y al poco tiempo contestó.

BYAN © (Ayla#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora