Capítulo 24: Ayla.

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5 años después...

Con el paso del tiempo el pequeño Byan aprendía nuevas cosas, era muy inteligente y callado. Conmigo no le hacía casi falta hablar, casi nunca lo hacía. Lo de protegerme lo llevaba hasta el extremo, todo el que se acercaba estaba bajo su punto de mira, y yo sentía que la cabeza de alguien iba a explotar.

No consiguieron tocarme, ni una sola vez, y Lara se desesperaba cada vez más. Ella apenas se acercaba a la celda, aunque estuviera protegida para que los poderes de Byan no salieran de allí. Él era capaz de muchas cosas y cada vez iba enumerando más y más capacidades: Control de la presión, leer la mente, mover objetos, crear bolas de luz, podía teletransportarse a si mismo y a los objetos y controlar el tiempo que tardaba en volver a aparecer aunque en esa celda volvía a aparecer en el instante.

Pero eso tenía un precio, cada vez que Byan obtenía otra capacidad se ponía enfermo, hasta el punto de desmayarse. Le sangraba la nariz y se le ponían los ojos en blanco. No sabía cómo ayudarle y me daba miedo lo que le pudiera pasar. Cada vez que algo se añadía, los síntomas eran peores. Era como si le gastara la energía, hasta que un día el mismo encontró el remedio.

Una noche, estaba acostada sobre el camastro, durmiendo plácidamente. De repente oí un ruido de cristales rotos, no sabía dónde procedía. Cuando abrí los ojos descubrí que Byan no estaba a mi lado. Miré a todos los lados alarmada pero no estaba en la celda. Inesperadamente unas gotas de sangre me empezaron a caer en la cara.

Miré hacia arriba y ahí estaba él, como si no hubiera gravedad sentado en el techo con la bombilla entre sus manos. Tenía el pelo alborotado y los ojos blancos. Sujetaba la bombilla rota en sus manos sangrantes, mirándola como si fuera la comida más deliciosa del mundo. Entonces puso sus manos dentro de ella y esta empezó a lanzar chispas. El brazo de Byan empezó a iluminarse como si tuviera luz dentro y fue subiendo hasta llegar a su cabeza. Era espeluznante y a la vez asombroso. Abrió los ojos de par en par y con la cabeza iluminada y sus ojos blancos brillantes, comenzó a producir un sonido con su boca estremecedor.

Me tapé los oídos, ya que parecía que me iban a reventar los tímpanos. Estuvo varios segundos así, hasta que cerró los ojos y se calló. Después como si se hubiera apagado, su cuerpo cayó en mis brazos. Le miré a la cara analizándola y descubrí al niño normal de siempre, había recuperado su tono normal de cara y no parecía enfermo. Su pecho subía y bajaba con su respiración y hacía lo mismo que un niño normal.

Me di cuenta en ese momento de que Byan necesitaba energía extra para vivir. Le limpié las manos en el grifo y noté que ya no sangraban, no había herida, solo sangre. Al día siguiente busqué por la habitación algo que le ayudara a cargarse por las noches. Entonces detrás de un pequeño armario descubrí un enchufe.

— ¿Qué haces mami? —preguntó él. Entonces le miré a sus ojos grandes y azules.

— Byan, ¿recuerdas lo que hiciste anoche?

— ¿Dormir?

— ¿Recuerdas despertarte por la noche?

— No, mamá —respondió. Entonces comprendí que era algo involuntario, su cuerpo tenía esa necesidad y él sonámbulo, se levantaba a satisfacerla. Entendí por qué Lara nos temía, ver a un niño hacer esas cosas ponía los pelos de punta, a mí me daba miedo, pero actuar mal a ese miedo sería darle la razón a ella.

No sabía hasta qué punto Byan podía ser peligroso. Él era un ser inocente, pero cualquier daño a sus sentimientos podría cambiarlo, era como un niño bomba y si se convertía en un niño bomba con rencor, el mundo tendría un grave y serio problema. Tenía miedo de que cayera en malas manos, nada podría decirme que si saliera de allí estaría a salvo. Sería el arma estrella de cualquier ejército y tenía que impedirlo.

BYAN © (Ayla#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora