Capítulo 17

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Me quedé mirándola y pensando cómo podía ser aquel hombre su padre. Él era un hombre duro, como si las circunstancias le hubieran hecho duro a la fuerza y ella era Irina simplemente Irina, una adolescente medio normal con una vida complicada, pero era feliz a su manera.

— ¿Tu padre? —conseguí decir— ¿Cómo puede ser ese hombre tu padre?

— Parece imposible, ¿verdad? Él parece no creer eso, o en todo caso me culpa de la muerte de mi madre y cosa que lo complica más aún es que yo me parezca tanto a ella.

— Vaya, comprendo que debe de ser duro para él verte y recordarle a otra persona.

— Sí...cuando me encontraron creían que yo era ella. Pensaban que era imposible que yo fuera su hija, pues murió hace treinta años y yo tengo dieciséis. Pero me hicieron pruebas de ADN y las pruebas afirmaban que lo era. Solo que contenía ADN de mi madre pero no de mi padre y él piensa que le engañó.

— Vaya, tienes una vida peculiar.

— Sí...

— ¿Cómo te hiciste eso? —pregunté señalándole una cicatriz que llevaba en el brazo.

— No lo sé. Creo que es una marca de nacimiento.

— Vaya, que marca más rara.

— Ya...—dijo ella y entonces sonrió— Ven, tengo que presentarte a mi tío Mike.

Irina me explicó que los dos pisos superiores eran habitaciones y que todo lo demás eran clases de entrenamiento, una biblioteca, gimnasios...había de todo allí. Parecía un búnker de guerra como si se protegieran que fuera a estallar una bomba.

No le pregunté a Irina a que se debía todo aquello, por qué tenían que protegerse y lo más importante— ¿de quién? —Conforme íbamos bajando pude ver a niños e incluso a bebés— ¿Quién haría daño a un bebé? —Llegamos al último piso de abajo, en el que estábamos antes y tras andar unos metros Irina abrió una puerta. Cuando lo hizo oímos un ruido de algo serrándose y olor a serrín.

Bajamos unas escaleras y abrimos otra puerta, el ruido sonó más fuerte al abrirla y tuve que taparme los oídos. Era una especie de sótano pequeño, en el lado izquierdo había un hombre en una mesa trabajando en algo, con unas gafas y unos guantes puestos para protegerse y unos cascos en los oídos, me figuraba el porqué, ese ruido era ensordecedor.

Me fijé que todas las paredes estaban empapeladas de diseños de armas y de vehículos. Seguí viendo hasta que giré completamente hacia la otra pared donde los dibujos eran completamente diferentes. Toda la pared derecha estaba repleta de dibujos de una misma mujer, una mujer muy guapa.

— ¡Tío Mike! —gritó Irina. Pero él no lo oyó— ¡Tío Mike! —volvió a gritar, pero seguía sin oírle. Entonces ella le tocó por detrás y él se sobresaltó. Se quitó los cascos, se giró y se puso una mano en el pecho.

— Vaya, Irina —dijo él— me has dado un susto de muerte pequeña.

— Ya no tengo diez años tío Mike. No soy tan pequeña.

— Para mí siempre serás mi pequeña renacuaja —dijo él— Bueno, ¿quién es este chico?

— Se llama Byan.

— Hola Byan —dijo tendiéndome la mano— ups espera —y entonces se quitó el guante y me la volvió a dar. Yo se la tendí sonriéndole— Que ojos más azules, me recuerdan curiosamente a alguien... Ah por cierto Irina, tengo algo para ti.

— ¡Tío Mike! ¡Sabes que no me gusta mi cumpleaños!

— Ya, lo siento —dijo él— pero esto te gustará —añadió. Entonces él se acercó a un mueble, abrió un cajón y sacó un maletín gigante de madera. Lo puso encima de la mesa y miró a Irina quien le devolvió la mirada con las cejas subidas indicando que no sabía que era aquello— Adelante, ábrelo —Irina abrió el maletín, y lo que había dentro le dejó boca abierta. Había millones de pinturas de todas clases, acuarelas, temperas, lápices de colores... Todo los utensilios de pintura y más con los cuales podías repintar la capilla Sixtina. Me di cuenta entonces que tío y sobrina compartían la misma afición— ¿Qué te parece?

BYAN © (Ayla#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora