ÚLTIMO CAPÍTULO (PARTE 1)

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IRINA

Hacia horas que las últimas lágrimas se habían derramado, estampándose una a una y formando pequeños charcos en el suelo. Algunas habían caído encima de otras, provocando una pequeña honda y haciendo que pequeñas partículas de sal líquida volvieran a mí como un boomerang. Devolviéndome así el dolor con pequeñas agujas transparentes.

Estaba acurrucada de perfil en el suelo, con los ojos abiertos y mirando a las losetas blancas y pulcras que reflejaban mi imagen como una maldición. Seguí mirando como mis lágrimas se deshacían hasta no quedar nada. Y me di cuenta de que era un fiel reflejo a lo que ahora mismo sentía por dentro: nada. Nada absolutamente.

Al cabo de un tiempo oí ruidos en la celda, me habían encerrado allí por precaución, por si atacaba a Byan.

Horas antes, mientras me introducía en el búnker, todos me miraban temerosos y me di cuenta de que nunca había presenciado tantas caras de terror al mismo tiempo. Y pronto supe por qué. Dentro del búnker seguían los restos de la masacre que había producido. Todo aquello lo había hecho yo. Habían retirado los cuerpos, pero seguían limpiando los restos de sangre y retirando las cuchillas del techo. También vi a Niko y a Olga, quiénes nunca habían dado signos de temerle a nada y ahora ni si quiera se atrevían a mirarme y se alejaban todo lo posible de mí.

Alguien entraba a la celda pero no me volví a mirar, ¿Quién se atrevía a entrar? No me sorprendió ver tampoco que aquella persona se acercaba en silencio y que además se sentaba enfrente de mí, observándome. Tenía el pelo pelirrojo y los ojos azules, y me miraba con una mezcla de cariño y preocupación, no obstante, no había una pizca de miedo en sus ojos.

Habían encontrado a Marian, aunque visto lo visto no quedaba ya nada de Marian más que su pelo. En otros momentos me habría emocionado y le habría abrazado hasta llorar de alegría. Pero estaba rota. Y no me sorprendió ver que ni si quiera me había inmutado al verla.

— Van a sacarte de aquí un rato —dijo ella.

— No deberían.

— Byan no está. Quizá haya descubierto algo. Aunque la última vez que lo vimos salía a por Eike, iba con Sonia.

— ¿Sonia?

— Sí, su pareja.

— ¿Qué? ¿Ha estado aquí?

— Sí. Pero no te preocupes, sabemos que es policía ha estado colaborando con nosotros y planeando el ataque.

— ¿¡Qué?! —exclamé.

— ¿Qué pasa Irina? —preguntó ella. Pero yo ya estaba corriendo hacia la puerta.

— ¡Abrid la puerta! —exclamé en pleno ataque de nervios. Mientras Paula se aproximaba hacia mí.

— ¿Irina? ¿Qué pasa?

— Ella fue quién me secuestró —contesté mientras veía como su cara palidecía— Es su hija, es la hija de Lara Francis.

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BYAN

Mi vista seguía borrosa segundos después de despertarme, estaba confundido y apenas podía moverme. Mi mente fue divagando por mis recuerdos hasta que los últimos segundos antes de caer en la tierra seca del bosque, me vinieran a la cabeza como un huracán. Sentí un dolor agudo en el pecho al descubrir lo que había pasado. Por lo que tragué saliva y apreté los dientes para evitar a echarme a llorar o a gritar de rabia y angustia.

BYAN © (Ayla#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora