14:27.
Apenas quedaban unos minutos antes de que mi nueva vida comenzará o al menos estaría a un paso más cerca. Parecería que este día nunca llegaría hasta que me encontré a mí misma mirando todo aquello que dejaba atrás.
Los muebles descansaban intactos mientras motitas de polvo se colaban por las rendijas de las persianas bailando entre la luz. Casi parecía que todo seguiría igual, incluso después de mi partida, pero la verdad era que quedaría una casa sin habitantes con muchos recuerdos.
14:31.
Nerviosa me mordí el labio sopesando como sería el lugar al que con alguna esperanza podría llegar a llamar mi hogar. Agarré fuertemente el mango de mi maleta, el tren llegaría en...
El viento despeinó mi cabello y el familiar traqueteo del tren inundó mis oídos. Una nueva fuerza surgió en mi interior y lo supe, tenía que ser fuerte no solo por ellos, sino por mí misma. Porque cuando de pequeña en la noche veía monstruos donde había sombras, mis padres estarían allí, cuando una raspadura arrancaba de mí lágrimas allí vendría corriendo mi padre a cogerme, mientras que mi madre soplaría delicadamente en la herida. No podía permitirme caer en la depresión, debía seguir adelante y este era literalmente mi billete para cambiar de aires.
Ya dentro del tren escudriñé con la mirada a los pintorescos pasajeros, haciéndome paso entre maletas y bolsos para dejar la mía en un estante. Tras esto, saqué el billete para comprobar mi asiento: fila 8, asiento A.
-Fila 6... fila 7...- iba murmurando distraída cuando, de repente, choqué contra un muro. El impacto me tomó tan desprevenida que salté tropezando con alguna pierna y cayendo hacia atrás. Libros se desplomaron sobre mi cabeza.
¡Auch!
Tomé uno de los libros, "Matar a un ruiseñor~ Harper Lee".
Me reincorporé, apoyando mis manos sobre el muro para estabilizarme. Fue entonces cuando dejé de prestar tanta atención al libro y me centré en lo que estaba sucediendo porque lo que mis manos tocaban no era otra cosa que una camisa bajo la cual un fuerte y musculoso pecho respiraba tranquilamente. Fueron dos los pensamientos que corrieron por mi mente:
1. Yam yam
y
2. ¡Mierdaaa!
Levanté la mirada confundida para encontrarme con unos profundos, fríos y muy azules ojos que me examinaban con aburrimiento casi rozando el desprecio.
Me quedé inmóvil observándole de pies a cabeza. Unos caros zapatos de vestir daban paso a unos jeans negros que caían elegantemente sobre sus caderas, seguí subiendo mi mirada; la camisa abrazaba perfectamente sus músculos haciéndolos parcialmente visibles a través de la tela, unos botones desabrochados dejaban ver algo de su bronceado pecho. Su rostro, solemne y relajado, ojos azules como el mar, nariz recta y labios muy besables. Su pelo rubio no muy largo y ligeramente despeinado caía...
-¿Has terminado?- preguntó con un deje de superioridad el extrañó.
Fruncí el ceño y parpadeé varias veces- ¿ Qué?...ehh... sí...-. Tartamudeé desconcertada ¡¿Qué demonios me estaba pasando?!
Céntrate Skyler.
- ¿Podrías ser más obvia?¿no?- levantó una ceja y una sonrisa burlona asomó en la comisura de sus labios.
Sus labios.
¡Oh por dios! Skyler, contrólate.
-¿Te vas a quedar ahí, tartamuda? Tsk- chasqueó la lengua impacientemente-.Apártate.
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Give me love.
RomanceEscapar. Eso es lo único que Skyler ha deseado este último año. Todavía podía ver a su madre trasteando en la cocina como una loca mientras que su padre leería tranquilo en el sofá. Un cúmulo de sentimientos se asentaría en su estómago ante el recu...