-Señorita, hemos llegado a su destino- anunció alegre el taxista.
Paguéal buen hombre, dirigiéndole un rápido saludo y una sonrisa nerviosa. Él me devolvió la sonrisa y finalmente se alejó, convirtiéndose en un mero puntito en la carretera.
Ya no hay vuelta atrás Skyler.
Comencé a caminar hacia la entrada, enmarcada por altas columnas que se alzaban imponentes. Un señor uniformado me dio la bienvenida y sin mayor gesto alguno se retiró. Sin saber muy bien qué hacer, seguí el estrecho caminito que dirigía al edificio/monumento principal.
Mientras caminaba, observé los extensos jardines que me rodeaban. Los estudiantes se encontraban o bien tranquilamente conversando en el césped, leyendo algún libro o incluso lanzándose balones los unos a los otros. Lo cierto era que podía distinguir los distintos grupos que se habían formado y al verme a mí misma sola en el ojo del huracán, no pude evitar sentir que no encajaba en este ambiente.
Apresuradamente saqué la carta de admisión y la estudié. Todavía no podía creerme como yo, una chica normal de York, había conseguido ser aceptada en un sitio como este. Lo único que sabía es que mis padres fueron alumnos de la academia. Y aunque me encontrara reticente a creerlo, sabía que el motivo de que yo estuviera aquí se debía a la prematura muerte de mis padres. No era la típica chica que rechazara el consuelo de otras personas pero tampoco estaba bien con ello. Me incomodaba el tener que mirarlas a la cara, enfrentarlas y poner la mejor de mis sonrisas porque siempre acabaría sin saber que decir.
"¿Que yo también lo sentía por la muerte de mis padres?"
Una lágrima se deslizó suavemente y silenciosa por mi mejilla, la limpié rápidamente y con pasos confiados y actitud reforzada entré en el edificio.
Encontré fácilmente la oficina principal donde me esperaba sentada una mujer muy peculiar. Hojeando algunos papeles encima de su escritorio, mordía insistentemente el extremo de sus gafas. Cuando por fin se dignó a levantar la mirada, descubrí que en lo que había estado tan inmersa no era más que una simple revista de cotilleo.
Puff, respira, no la golpees.
No era una persona agresiva... en general. Más bien, impulsiva y cuando el corazón me pedía algo no importaba cuanto dijera mi mente que no inclinaría la balanza.
Así, tras un largo suspiro, esperé apretando los puños contra mi regazo. La secretaria con voz de pito me dio las instrucciones para llegar al dormitorio de estudiantes y comenzó a leerme la normativa de la institución.
-Y por último, pero no menos importante-dijo guiñándome un ojo-, queda estrictamente prohibida la salida del centro en horario escolar, incluyendo las tardes, con excepción de excursiones extracurriculares o permiso autorizado. Los fines de semana son libres.
Asentí enérgicamente e hice ademán de irme.
-¡Ah! Y por cierto, bienvenida a la Academia St. John Eaton- intentó dibujar una sonrisa en su rostro, la cual acabó convirtiéndose en una mueca extraña-. Ya verás como pronto te acostumbrarás a esta vida y recuerda ¡que la suerte siempre esté de tu parte!
¿¿¿Effie Trinket???
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301.
Mi nueva habitación, mi lugar de reclusión, donde por fin podría evadirme de...
Un gémido interrumpió mis pensamientos.
¿Un gémido?
Pegué mi oreja a la puerta y escuché. Conseguí distinguir una serie de gruñidos y gémidos que iban gradualmente aumentando su intensidad; esporádicas risas flotando en el aire se oían entre respiraciones pesadas y palabras susurradas.
No. ¿Podría ser? Si solo es por la tarde...
Metí la llave en la cerradura...
Nunca mejor dicho jejeje
¡Skyler por dios!
Y en contra de mi más sano y sensato, juicio abrí la puerta.
Dos cuerpos desnudos y sudados se entrelazaban él uno con el otro, enredados entre las sábanas mientras la pareja compartía un profundo y efusivo beso. Montoncitos de ropa hacían su camino hacia la cama, desde sandalias y deportativas hasta diferentes piezas de ropa interior.
Tragando con fuerza, me quedé helada clavada en mis talones. Mi cerebro desconectó y en mi mente un continuo pitido ensordeció mis oídos.
Debieron de notar mi presencia porque el chico sobresaltado se inclinó bruscamente hacia atrás, cayéndose por uno de los extremos de la cama. La chica con un grito sorprendido se tapó con las sábanas y tras unos segundos explotó en una gran carcajada.
Y yo, yo murmuré un pobre "perdón" y cerré la puerta de golpe. Apoyándome en ella me deslicé hasta quedar sentada, exhalando fuertemente y dejando ir la respiración que inconscientemente había contenido.
Oyendo pasos acercarse, me reincorporé torpemente. La puerta se abrió dejando ver a la chica, la cual suponía que sería mi compañera de cuarto, de la mano del chico. Y por suerte iban vestidos.
- ¡Hola! Soy Alice, pero la gente me llama Ali - me abrazó rápidamente-, siento que tuvieras que ver eso, la verdad es que no te esperaba hasta la cena- añadió con una sonrisa burlona- De todas formas, ya tendremos una anécdota que contar por ahí.
No pude evitar reírme-.Supongo que no pasa nada, pero para futuras ocasiones sería bueno que me avisaras.
- Eso haré- me aseguró guiñándome un ojo- ¡Ah! Y este es Xavier- señaló al chico despeinado que me sonreía adormilado-. Si pudieras no comentarle a nadie nada de esto. Nuestra relación es algo así como secreta.
-¿Secreta?
Alice desvió la mirada avergonzada.
- Digamos...-habló Xavier por primera vez-, que Alice es la hermana pequeña de mi mejor amigo y algo me dice que él no estaría muy contento si lo supiera.
Alice se rió ante eso- Literalmente le mataría, no... primero le castraría jajaja
Sonreí ante la escena.
- Tranquilos no voy a decir nada. Tampoco conozco a nadie a quien contárselo
-Hey!- saltó Alice cogiéndome de la mano-. Vente con nosotros, te presentaremos a nuestros amigos en la cafetería esta noche.
- Okay- contesté-. Nos vemos- me despedí vagamente.
Me dirigieron una última sonrisa y se alejaron por el pasillo cogidos de la mano. Antes de bajar las escaleras, Xavier la cogió por la cintura y la acercó depositando un dulce beso en su sien, y con esto bajó él los escalones.
Me preguntaba cómo podían esconder sus sentimientos en público. Quiero decir, mantener esa constante fachada, actuando en todo momento para otra persona y no ser capaz ni de sonreírle amorosamente o tomarle de la mano. Me parecía cansado, arriesgado y doloroso.
Hipocresía, es lo más fácil en lo que puede caer uno Skyler.
Absorta en mis pensamientos, una voz me sacó de mi ensimismamiento.
-¡Ah! Y no te preocupes por las sábanas, las he cambiado. No tengas miedo a sentarte en ellas que no muerden- giré la cabeza para ver a una radiante Alice asomada en la esquina.
Subí mi pulgar a modo de aprobación y con una última risa, entré en mi habitación.
Puede que las sábanas estuvieran limpias pero la vista de un sujetador rojo de encaje colgando de uno de los postes de la cama no me la quitaba nadie.
Me acerqué y observé la etiqueta.
"Intimissimi, sexy collection"
Hmmm... al menos tiene buen gusto.
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Give me love.
RomanceEscapar. Eso es lo único que Skyler ha deseado este último año. Todavía podía ver a su madre trasteando en la cocina como una loca mientras que su padre leería tranquilo en el sofá. Un cúmulo de sentimientos se asentaría en su estómago ante el recu...