Capítulo 15

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No estaba segura de si la muerte alguna vez podría estar satisfecha, si es que la

satisfacción estaba en su naturaleza. Sabía que era una codiciosa y maliciosa hija

de puta que se había llevado a demasiados Armstrongs antes de tiempo. Pero, al

menos por el momento, la muerte parecía haber seguido adelante. Era una pequeña bendición

que no tomaba a la ligera.

Si merodeaba alrededor de la gente que amaba de nuevo, antes de que hubieran alcanzado

la edad madura de los noventa, lucharía con uñas y dientes para mantener a las pocas personas

que aún quedaban en mi vida y me importaban. Chase y Chance eran todo lo que tenía. Eran los

únicos que se habían salvado del golpe de la hoz de la muerte. Traté de no pensar acerca de lo

que sería perderlos también —estar completamente sola en el mundo—pero la imagen se había

cruzado en mi mente más a menudo de lo que me hubiera gustado.

Conn estaba fuera de mi vida. Para siempre. Al principio del verano, ese había sido mi

deseo. A mitad del camino, se había hecho realidad de la forma más horriblemente imaginable,

y hacia el final del verano, casi había llegado a estar en paz con ello. Casi. Sabía que nunca tendría

ese último grado de absolución que necesitaba para encontrar la paz total.

Mientras me cernía entre su lápida y la de John, dos Armstrongs sepultados en el suelo

frente a mí, y los dos últimos Armstrongs posicionados a cada lado de mí como un par de

sujetalibros, sentí el viento levantándose por el lado de la montaña. Me golpeó con tanta fuerza

que casi pensé que estaba tratando de derribarme por la parte de atrás de Red Mountain.

Mientras estudiaba las lápidas de las pocas mujeres que habían muerto antes de su hora,

con la última incorporación de un hombre que había muerto antes de la suya y un hombre que

había muerto de una forma prolongada y debilitante, que le había robado todo su orgullo,

entendía por qué los hermanos creían en una maldición. Enterrar un cuerpo hace reflexionar a

una persona. Enterrar cuerpos hace que una persona quiera culpar al destino, o a Dios, o a alguna

antigua leyenda.

No culpaba a Chance y a Chase por creer en la maldición, quería creer en algo también,

así podía explicar cómo había perdido a mi hermano y a lo más cercano que alguna vez tuve a

un padre, en el mismo día. Quería saber por qué Conn había muerto antes de que pudiera decirle

todo lo que John me había contado. Quería saber por qué había muerto, punto. Quería saber

por qué mi hermano nunca sabría que tenía una hermana de verdad, no una casi hermana.

No teníamos nada de Conn para que pudiéramos enterrar, así que reunimos fotos,

recuerdos y cosas que eran especiales para Conn y nos recordaban a él. Pusimos todo en un

recipiente grande, y eso fue lo que enterramos debajo de su nueva lápida.

Habíamos colocado a John junto a él. Eso podría haber parecido una extraña elección

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