Seguía lloviendo pero esta vez más fuerte. Los dos volvimos a la enorme casa, él abrió y cerró la puerta, dentro solo me quitó su capucha para volver a ponérsela él. Por desgracia no pude ver su rostro completo ya que siempre me daba las espaldas.
- Olvídalo todo. Lo que acaba de pasar...Como si no hubiera sucedido.
Después de aquellas palabras se fue y yo volví a mi habitación. Al día siguiente, ni vi a Katarina ni lo vi a él, así que decidí dar un paseo por la ciudad. Era grande y había muchísima gente comprando en una especie de mercado que se encontraba en una plaza. Miré por los pequeños puestos, en uno vendían joyas y me quedé observandolas.
- Hola señorita...¿Puedo ayudarla en algo? - dijo amablemente el anciano que estaba a cargo de la tienda.
- No gracias, a parte no tengo dinero para comprarlo.
- ¡Eso no es ningún problema! Tome, para usted.
Me dió un colgante, tenía forma de rosa y estaba echa en una piedra preciosa, de un color morado rojizo.
- Pero...No hace falta.
- Insisto, considerelo un regalo de mi parte, una joya como esta debe portarla una joven como usted.
- Gracias, muchísimas gracias.
- ¡No hay de que! Con eso puesto, su chico la verá preciosa.
- Lo dudo...Todavía no tengo uno y no creo que lo vaya a tener.
- No se preocupe, ya llegará y cuando llegue verá que es el ideal, porque la querrá siempre y se lo demostrará, poco a poco, pero lo hará.
- Gracias señor, se lo agradezco mucho.
- Adiós pequeña, espero verte pronto.
- Seguro, adiós - dije mientras me iba.
Seguí andando por el gran mercado, para mi suerte encontré una moneda en el suelo, la cogí y empecé a jugar con ella. Pasando por delante de un callejón se me cayó y fue rodando hacia adentro de la estrecha calle. Fui corriendo a recuperarla, me agaché para cogerla, al girarme y volver la vista al frente había tres hombres que me rodeaban. Uno se acercó a mi.
- Vaya, vaya, vaya...Mira lo que hay aqui - dijo acariciando mi mejilla.
- No me toques sucia rata - pronuncié seria apartandome de él.
- Pero si ha salido revoltosa, deberías relajarte un poco zorrita.
Los tres me tenían acorralada, no tenía salida, estaba atrapada apoyada en un muro. ¿Qué iban a hacerme?
- Esto te va a gustar...Al menos a mi si.
Se acercó más, presionandome contra la pared. Empezó a bajar la manga de mi camiseta, con la otra mano sujetó mi brazo, comenzó a besarme el cuello siguiendo hacía arriba. Entonces me soltó y desabrochó su cinturón. Ha cometido un error.
- Espera...
- Pero si hablas.
- No sigas, cabrón. Suéltame.
- Que mal hablada eres...
- ¡He dicho que me sueltes!
Empecé a luchar, le dí una patada con la que me liberé de estar atrapada en la pared y con mi habilidad de moverme rápido le lancé orbes de energía, los cuáles no sabía por donde le venían. Le estaba machacando, hasta que uno de ellos me cogió por la cintura dejándome inmobilizada y junto con el que quedaba me volvieron a poner en el muro sujetando mis brazos. Se acabó, iba a ser de ese hombre de una manera injusta, así que con los ojos cerrados, solo me quedaba esperar el temido final de aquella situación. De repente una cuchilla se clavó al lado de uno que me estaba sujetando.
- R-Roy...- dijo atemorizado.
- ¿Qué demonios pasa?
- Deberías...Girarte - contestó el otro.
- Pff...No hay más momentos...Está bien, me giro y...- se giró y quedó paralizado - Mierda...
- E-Es...¡El asesino de Du Couteau!
- ¡Corred!
Me soltaron y salieron corriendo, caí al suelo, estaba atemorizada y confusa, solo podía llorar. Me cubrí la cara con las manos y las lágrimas empezaron a salir si parar. Oí unos pasos que se acercaban a mi, alguien sujetó mis manos y las apartó dejando mi rostro libre.
- Puedes abrirlos...
Esa voz, era él, me había salvado. Abrí los ojos y al ver los suyos comencé a llorar más. Acercándome a su pecho me volvió a abrazar.
- Ya pasó, no llores más. Pensaba que te habías ido...Te he buscado por todas partes.
- ¿Por qué me has salvado?
- Iban a hacer contigo lo que quisieran, no podía permitirlo.
- Tú...
- Volvamos a casa.
Se levantó, tomó mi mano, me puso en pie y me llevó hacia la mansión. Era extraño verlo de esa manera. Cuando llegamos, me acompañó hacia mi habitación.
- Ya puedes descansar tranquilamente.
- ¡Espera! - dije agarrandole para evitar que se marchase - Quiero hablar contigo.
- Esta bien...Pero no por mucho tiempo.
- ¿Por qué me estabas buscando?
- Se acabó, fin de la conversación.
- No, por favor, necesito que me lo digas.
- Te lo dije antes, pensaba que te habías ido.
- Y...¿Si me hubiera ido? ¿Me lo impedirías?
- Sí.
Me quedé impactada, no esperaba esa respuesta.
- Recuerda que tengo que acabar contigo cuando no esté Katarina - continuó dejándome sin alguna esperanza.
- Ahora no está. Hazlo.
- Vale...Date la vuelta y cierra los ojos.
Lo hice, sentí sus pasos acercándose, pero no su cuchilla puesta en mi como siempre. Escuché la puerta cerrarse y abrí los ojos. Se había ido, pero al bajar la vista, me dí cuenta de que me había puesto el colgante que me regaló el anciano. Seguramente se me cayó en la pelea con aquellos hombres. Salí corriendo buscándole, estaba bajando las escaleras y fui tras él.
- ¡Alto! - grité y se giró.
- ¿Qué quieres?
- No me has dado tiempo a agradecértelo...
- ¿El qué?
- Antes...¡Me salvaste!
- No ha sido nada. No tienes porque agradecerlo.
- No...No te vayas...Solo dime una cosa.
- ¿Qué?
- Necesito saber tu nombre.
- ¿Mi nombre?
- Sí, no puedo llamarte estúpido humano siempre.
- ¿Estúpido humano? Eres muy poco original con los motes...Lo sabes, ¿no?
- Sí, lo sé. ¿Me lo vas a decir ya o no?
- Talon - dijo y comenzó a irse.
- ¡Ahri! El mío es Ahri - grité, pero siguió andando.
- ¡Prefiero llamarte pesada! - pronunció desde la puerta por la que finalmente salió.
Aquellas palabras me sacaron una sonrisa. Estaba feliz, por fin sabía algo más de él, su nombre.
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Y De Repente Tú (Ahri x Talon) - League of Legends Fanfic
Fanfiction¿Se puede ser feliz despues de haber tenido un pasado frío y oscuro? Ahri, dispuesta a cambiar, no contaba con la llegada de un desconocido que cambiará su vida y sus sentimientos para siempre.