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Pensé que estaba haciendo un muy buen manejo del diseño de la Abadía de


Thorne, pero cuando seguí a papá por un pasillo enorme, y luego otro pasillo


más estrecho, y por último un tramo de escaleras, me desorienté toda de nuevo.


Papá finalmente se detuvo en una sección de la casa que parecía que no había sido


utilizada desde que Alice estuvo aquí. Los muebles estaban cubiertos de trapos


pesados, y una gruesa capa de polvo y suciedad recubría los retratos en la pared.


Frente a nosotros estaba una pesada puerta de roble, y cuando papá la abrió, medio


esperaba que alguien demente con unas esposas puestas saltara sobre nosotros.


Pero cuando miré en la sala oscura, la única persona que vi fue a mí. Bueno, un


montón de mí.


Casi cada centímetro cuadrado de la pared estaba cubierta de espejos de todo tipo:


grandes espejos con marcos decorados que parecía que pesaban tres veces más que yo;


espejos redondos pequeños, que sólo reflejaban pequeños pedazos de mí; espejos


antiguos, todos deformados y manchados por lo que absolutamente era difícil poder


ver algo en ellos.


Papá cruzó la habitación para abrir algunas cortinas de terciopelo gris, pero cuando


tiró de ellas, la tela cayó lejos de las ventanas desintegrándose en un montón.


-Ah, bueno -dijo, examinando el desorden-. Es mi casa de todos modos -levantó


sus ojos hacia mí-. Estoy seguro de que te estarás preguntando por qué te he traído


hasta aquí.


Me moví al centro de la habitación, mis sandalias de tiras resonaban en el suelo de


mármol. -Estoy asumiendo que esta es la parte donde viene el castigo -dije-. ¿Así


que tengo que limpiar todos los espejos, o tengo que hacer algo, como, mirarme hasta


que me sienta avergonzada o algo así?


Sorprendentemente, papá me dio una pequeña sonrisa. -No, nada tan así de


abstracto. Quiero que rompas uno de los espejos.


-¿Disculpa?


Papá se apoyó contra la ventana, ahora sin cortinas y cruzó sus brazos sobre su pecho.


-Rompe un espejo, Sophie.


-¿Con qué, con mi cabeza? Porque estoy bastante segura de que eso sería un castigo


corporal, y mamá no estaría bien con eso.


-Con tus poderes.


Ugh. Miré en las decenas de espejos y murmuré, -Creo que prefiero usar mi cabeza.


-Cuando papá no dijo nada, suspiré y me volví hacia él-. Está bien, de acuerdo.


¿Cuál?


Se encogió de hombros. -No importa. Sólo escoge uno.


Estudié los espejos en la pared. Uno de los más grandes podría ser un "objetivo" más

Hex Hall-DesafioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora