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C uando salí corriendo de la puerta principal en bata, se me ocurrió que,


seguramente, alguien me preguntaría a dónde iba. El pánico se apoderó de mí,


incluso sentí la magia ascendiendo por mis pies.


El hechizo de tele transportación. Nunca había sido capaz de moverme más de diez


pies y el molino estaba al menos a media milla de distancia. Aun así, tenía que


intentarlo.


Cerré mis ojos y respiré profundamente, imaginando mis poderes en mi interior e


intentando calmarme. Probablemente, solo me llevó cinco segundos, pero parecía que


hubieran pasado horas cuando sentí que un viento frío me envolvía y mi sangre


recorría lentamente mis venas.


Casi me daba miedo abrir los ojos al remitir el frío, pero cuando lo hice, me encontré


de pie justo enfrente del molino de maíz. Cualquier alivio que pudiera haber sentido


porque el hechizo me hubiera salido bien se perdió en el instante en el que entré. Pude


sentir la carga residual de magia en el aire. Magia negra.


-¿Archer? -grité. Mi corazón latía tan fuerte que tenía miedo de no ser capaz de oír


nada más.


Pero entonces, desde el fondo del molino, oí un silbido con una débil respiración:


-Mercer.


Un sollozo brotó de mi garganta mientras corría hacia la esquina. Archer estaba


acostado cabeza arriba y tenía las manos en el pecho. Bajo la luz de la luna se veía


como si le hubieran salpicado con tinta por todas partes.


Sin embargo, la sustancia que cubría su pecho y se extendía en un gran charco bajo su


cuerpo no era tinta, ni pintura negra ni ninguna de las cosas de las que intenté


convencerme, fruto de la desesperación. Había un ligero olor metálico que me


recordaba a cuando Jenna se alimentaba en nuestra habitación.


Caí de rodillas junto a él, tocando su pecho. Sentí algo frío y húmedo bajo mi mano.


-Esto es... lo que me pasa... por venir pronto -jadeó, tratando de sonreírme.


-Por favor, no bromees y sangres al mismo tiempo -dije suavemente mientras


levantaba las manos de su pecho. Estaba muy oscuro como para ver la gravedad de sus


lesiones, lo que probablemente fuera algo bueno. Sin embargo, su camiseta estaba


brillante y resbaladiza de sangre y su respiración era superficial.


-Fue un chico -murmuró-. Salió... de la nada. Creo que tenía... garras.


Oh, Dios. Eso explicaba los cortes, pero pensar en Nick desgarrando a Archer igual de


salvaje que Daisy hizo que la bilis subiera por mi garganta.


Respiré por la nariz hasta que pasó la sensación.


-Te vas a poner bien -dije, pero mi voz era vacilante y yo estaba temblando-. Es

Hex Hall-DesafioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora