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Jenna y yo nos quedamos en el jardín hasta pasada media tarde. Una vez que


volvimos a la casa, ella se fue en busca de Vix mientras yo decidí quedarme un


rato en mi cuarto. Lara y yo nos cruzamos por las escaleras.


―Oh, Sophie, precisamente te estaba buscando ―dijo al tiempo que me entregaba un


enorme libro marrón en mis manos―. Tu padre quería que te diera esto. Me ha dicho


que leas tanto como puedas esta noche.


Leí el título impreso en la cubierta: Demonologías: Historia


―Oh. Eh... hurra. Gracias ―intenté levantar el libro en una especie de saludo, pero


era demasiado pesado. De hecho, cuando volví a mi cuarto y lo arrojé sobre la cama,


el colchón crujió a modo de protesta.


Abrí mi ordenador portátil y estuve un rato navegando por Internet como una


autómata, pero mis ojos sólo vagaban por la pantalla sin leer nada. Había algo más


rondando por mi mente.


Cerrando la computadora de un golpe, fui hacia la mesa de noche y abrí el cajón. Miré


la moneda, pero antes de que pudiera levantarla, Jenna entró volando en mi cuarto


seguida de Vix.


Cerré el cajón de un golpe, con la esperanza de que ninguna de ellas notara mi corazón


acelerado.


Pero la atención de Jenna era para el libro sobre mi cama.


―Vaya, Soph, la que tienes ahí sí que es lectura pesada de verano.


―Sí ―dije, yendo por el libro. Hice un ligero gesto de dolor mientras lo levantaba en


brazos―. Sólo un poco de tarea sobre demonios que papá me pidió que hiciera.


―Estábamos a punto de ir abajo a cenar ―dijo Jenna―. ¿Quieres venir con nosotras?


Eché una ojeada a las dos vampiresas. Había tenido a Jenna toda para mí la mayor


parte de la tarde, así que no me importaba compartirla. Aun así, verlas


resplandecientes y decir "nosotras" me recordaba el asco que daba mi vida amorosa


―No, creo que de hecho me relajaré aquí esta noche y empezaré a leer el libro.


Jenna elevó una pálida ceja.


―¿Sophie Mercer, rechazando comida por hacer los deberes?


―Sí, esta es una nueva, patética, más británica yo.


Jenna y Vix se rieron y, después de hacerme prometer que pasaría algo de tiempo con


ellas mañana, se fueron del cuarto prácticamente bailando. Me daba la impresión de


que debieran dejar a su paso arco iris y pétalos de rosa.


Ay. Eso era malicioso.


Mientras me dejaba caer sobre mi cama y el libro de papá me golpeaba el esternón de


forma dolorosa, me recordé a mí misma que Jenna se merecía arco iris y pétalos de


rosa. Después de todo lo que había pasado, Jenna se había ganado una eternidad de

Hex Hall-DesafioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora