No puedes escapar de la verdad.

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"Después de todo, ¿cómo puedes correr de lo que está dentro de ti?". 

— ¿En serio no tienen una computadora por aquí? —Jadeó Jess por enésima ocasión, cerrando la enorme enciclopedia que Julian le había dado. Ésta lanzó una exagerada cantidad de polvo a sus rostros.

—No. Nath y Aiden tienen una pero están fuera por trabajo —Explicó. Jess lanzó su gorra al otro lado de la habitación y subió los lentes a su cabeza, haciendo a un lado su revuelto cabello dorado.

—Sinceramente, amigo, creo que tu familia es realmente extraña —Confesó, haciendo a Julian sonreír. Él se recostó en el suelo y posó su vista al viejo y anticuado techo.

—Lo sé —Contestó Julian riendo para luego lanzar su enciclopedia al lado de la de él. 

— ¿Y cómo es que Nath y Aiden te trajeron hasta aquí? —Preguntó, olvidando la tarea por completo—. Es decir, tú no los conocías, ¿o sí?

—No, pero sabía que ellos querían ayudarme porque tengo esta cosa psíquica que me regalaron por haber sido concebido por un íncubo y por haberle dado a beber a mi madre sangre de Lucifer, haciéndome portador de poderes demoníacos y mágicos de los cuales no puedo librarme. 

» Yo sabía que ellos iban a llegar, por supuesto no sabía que mi madre iba a ser brutalmente asesinada frente a mis ojos por el que se supone que era mi padre y quería raptarme para llevarme al infierno y así entrenarme para convertirme en el verdadero hijo del diablo y traer el apocalipsis en cuanto cumpliera mi mayoría de edad. Por esa razón Aiden y Nath me encontraron, quienes de hecho son cazadores de cualquier criatura mágica, maldita o muerta que exista en esta tierra; ellos escucharon de mí y me trajeron aquí para que creciera siendo un humano y controlando mis poderes sobrenaturales para no extinguir la raza humana —Recitó. 

Jess lo observó un rato en silencio con la paleta que llevaba en la mano a medio camino de su boca, luego de unos segundos de silencio sepulcral esbozó una sonrisa gigantesca y luego rió.

—Sí claro, porque el anticristo luce como tú —Se mofó con tono sarcástico.

— ¿Cómo crees que debería lucir?

—Bueno tú sabes; apuesto, malvado, usando siempre negro, con los ojos negros o de otro color oscuro y malévolo, siendo buen conversador y viviendo quizá en un resort antes de convertirse en el amo de toda la destrucción —Explicó. Julian asintió.

—Sí, tienes razón... ¿estás diciendo que no soy apuesto?—Preguntó luego de un par de segundos, Jess soltó una carcajada y volvió a dejarse caer al suelo.

Ambos escucharon gemir a Aiden desde abajo y levantaron la cabeza de inmediato. Julian se sintió amenazado de pronto. 

— ¿Qué fue eso? —Preguntó Jess, confundido.

—Uh... espera aquí, no es nada. Ahora vuelvo —Dijo. Saliendo inmediatamente y sin mirar atrás. Bajó las escaleras y fue inmediatamente a la sala, donde los tres no dejaban de gritar como locos.

— ¿Qué ocurrió? —Jadeó Julian.

—Poltergeist. Jodido hijo de perra —Aiden maldijo.

— ¿Dónde estuvieron?

—Detroit —Contestó Nath—. Tuvimos un pequeño altercado con la policía y nos persiguieron hasta no sé dónde, para cuando nos dejaron de perseguir esta cosa ya estaba bastante fea e hinchada.

—Se infectó —Anunció—. Por la santa mierda, Julian. Ayúdame antes de que pierda mi piernita —Rogó. Julian suspiró.

—Bien —Se arrodilló frente a él, quedando justo al nivel de su rodilla.

El Hijo MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora