¿Cómo caíste, estrella brillante?

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Pasaron horas y horas de viaje en carretera, descansos en moteles baratos y comida en restaurantes aún más baratos, cambios de conductor y muchas conversaciones en las que Julian fue ignorado por completo por su piloto y copiloto hasta que llegaron a Louisiana, y luego un pequeño pueblo lleno de árboles llamado Conder Hills, el cual era pacífico y precioso; tenía pequeños callejones de piedra donde un auto no podría siquiera pasar, las casas eran altas y cálidas, la naturaleza abrazaba el pueblo como un cálido y agradable refugio y el pueblo le daba espacio para que ésta creciera; había canales llenos de agua, puentes con preciosos detalles, parques extensos y personas que caminaban con alegría por las calles, saludándose entre sí como si todos se conocieran desde toda la vida. Julian quedó maravillado, contemplando por la ventana con júbilo como un cachorro emocionado.

Detrás de ellos iba el auto con el resto de ellos así que Lance los guió hasta que llegaron a una casa con un enorme patio verde que lucía exactamente como las casas americanas se supone que son; paredes de color azul pastel, techos inclinados con tejas de un azul más oscuro, y ventanas cuadradas con bordes blancos. Aiden se desperezó como un gato y frotó sus ojos, mirando alrededor.

—Lindo.

—Lo es —Dijo Lance, viendo su casa con un aire de amor fraternal—. Además es un pueblo pequeño y no mucha gente vive por aquí. Vamos.

Lance subió las escaleras que daban a la puerta; había un pequeño porche de donde colgaba una banca blanca y varias macetas con plantas casi secas.

— ¿Cómo conseguiste esta casa? —Preguntó Nath mientras Lance abría la puerta y entraba, mirando alrededor con anhelo.

—Era de Kevin, ¿no? —Preguntó Tim, siendo el segundo de entrar.

—Lo era—Comentó apesadumbrado.

— ¿Kevin? ¿Hablas de Kevin Folks? —Preguntó Aiden, Lance asintió.

—Él básicamente... me bautizó como cazador. Me enseñó todo lo que sé, él y Tim, claro —le dio una significativa mirada a Tim, quien sonrió de vuelta.

—Sí. Una tragedia lo que le pasó —Comentó Tim, guardando respetuoso silencio.

— ¿Está muerto? —Preguntó Nath, Aiden rodó los ojos y pasó a su lado, dándole antes un golpe en la cabeza. Todos en el mundo de la cacería habían conocido a Kevin Folks y su posterior muerte.

Sacaron sus cosas de los autos y literalmente las dejaron caer en el recibidor de la casa antes de tomar diferentes direcciones.

—Hay cuatro habitaciones, suficiente espacio para todos. Y si no, bueno, hay espacio de sobra por aquí —Explicó mientras ellos curioseaban alrededor de la casa.

— ¿De qué hablas? —Preguntó Nath. Lance sonrió y se puso de pie, sacudiéndose el polvo del pantalón.

—Síganme.

Todos ellos se acercaron y lo siguieron hacia el frente de un viejo y al parecer muy pesado ropero. Lance lo hizo a un lado y éste descubrió una fuerte puerta gris de acero. Aiden esbozó una enorme sonrisa, sorprendido.

—Vaya —Dijo—. Esto no me lo esperaba.

Lance tecleó una combinación de números en el panel al lado de la puerta, revelando unas escaleras escasamente iluminadas que bajaban con paredes de concreto sólido.

Lance los dejó pasar a todos para luego cerrar el librero y la puerta; los siguió hasta el final de las escaleras donde había otra puerta de acero igual a la anterior, tecleó un número nuevo y la puerta se abrió con un sonido de succión.

El Hijo MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora