El calvario del mártir.

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—Tengo una pregunta más —Agregó Margo, levantando la mano de manera infantil—. Ustedes son ángeles, ¿por qué están aquí? Nos están protegiendo, y por lo que veo también a Julian, quien al parecer resulta ser el anticristo... es un poco ilógico, por no decir insensato.

Los ángeles se miraron mutuamente, casi buscando una salida entre ellas. Uriel y Anael vieron a Hael, quien agachó la cabeza como si la pena la estuviera carcomiendo para luego asentir, casi como si hubiesen estado discutiendo en silencio. Lo cual era bastante razonable en aquellos extraños momentos.

—Hace más de mil años —comenzó Anael luego de tomar una gran bocanada de aire—... Dios... desapareció.

Aiden, quien tenía la vista clavada en el suelo, levantó la vista anonadado; ni siquiera él se estaba esperando aquello. Anael no tenía motivos para mentirles, y a juzgar por el semblante serio de las otras dos ángeles algo le decía que no lo hacía.

Casi por reflejo volteó a ver a sus amigos, quienes llevaban el mismo rostro sorprendido y consternado que él, en especial Lance, quien tenía la mano en su pecho, sujetando con fuerza el crucifijo plateado que nunca se quitaba, el cual colgaba al lado del dije protector que Hael le había proporcionado. Él en especial se veía afectado y quizá un poco decepcionado, pero no dijo ni una palabra al respecto.

Entonces ellas se adentraron en la historia. 

Cuando desapareció hubo desastre en el cielo, los ángeles lo buscaron por todo el cielo, purgatorio, la tierra e incluso el infierno sin ninuna respuesta, casi como si se hubiera desintegrado en el aire o peor, como si estuviera muerto. Por mucho tiempo Hael jugó con la idea de que fuese verdad, porque pensar que ya no estaba era más fácil que hacerse a la idea e que en realidad Él solo los había abandonado.

Los ángeles son soldados, guerreros hechos para seguir mandatos así que cuando no hubo quien los ordenara perdieron el control hasta que los arcángeles tomaron el liderazgo. Entonces el cielo volvió a la normalidad, al mismo tiempo que se realizaban expediciones en la tierra con la esperanza de encontrar a Dios. 

Luego de tiempo buscando, los ángeles se dieron por vencidos. Llegaron a la conclusión que si Dios no quería ser encontrado jamás podrían hacerlo, así que cesaron las búsquedas. 

Doscientos años en total, dos siglos de búsquedas hasta que por fin acabó. Sin embargo, las cosas no eran lo suficientemente buenas allá arriba; una vez que la búsqueda cesó los arcángeles comenzaron a perder la paciencia y poco a poco ignoraron la orden que les habían encomendado. 

La regla original, la primera que Dios solpó en sus rostros al mismo tiempo que les daba la vida en el momento de su creación. La más clara e inquebrantable: proteger a los humanos. A toda costa y contra lo que sea.

Los humanos siempre fueron débiles, sin piel gruesa o capa de pelo que los protegiera del frío, y sin embargo dotados del arma más fuerte y filosa de toda la creación: ellos tenían mente propia, y era lo que los hacía tan especiales, pero al mismo tiempo era lo primero que los destruyó. 

Y lo seguirá haciendo hasta que la raza humana se extinga. Durante toda la historia se levantaron bárbaros, emperadores, reyes y líderes que, corrompidos por el poder, se encargaron de destruirse los unos a los otros, así que los árcángeles se cansaron de limpiar su basura y arreglar las cosas que ellos mismos ocasionaron. Así que se detuvieron.

Ellas relataron que el día en el que se cumplieron mil años desde la desaparición de Dios, él nació. Hael observó como todos en la habitación parecían contener la respiración mientras explicaban al ángel que mandaron a asesinarlo y cómo éste falló miserablemente en su misión y en su lugar lo protegió y lo escondió, creyendo que Julian podría vivir una vida normal si se le era permitido. El ángel volvió al cielo, mintió a los arcángeles y les dijo que el niño estaba muerto, hasta que hubo una explosión de poder tan grande en el cielo que se dieron cuenta que era mentira; el día en el que Julian se enfrentó al falso profeta en Michigan.

El Hijo MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora