Julian despertó en una cama que no era la suya, más confundido y desorientado de lo que había estado hace tiempo. Y eso era mucho decir.
Él se puso de pie casi en un salto, observando sus cómodas, suaves y limpias pijamas que no recordaba haber visto antes. La habitación era blanca y espaciosa, elegante y cálida como algo que él jamás podría comprar; la cama era blanca y grande con sabanas en color perla, los muebles eran modernos en color chocolate oscuro y las decoraciones eran monocromáticas.
Frente a él había una mesa oscura y encima de ésta se encontraba una bandeja de plata bastante elegante con un apetecible desayuno sin tocar; sin embargo él no se encontraba con hambre, sino asustado y alerta.
Las enormes puertas de madera se abrieron de pronto y Julian retrocedió lentamente, levantando su palma como un arma hacia cualquier intruso. Sin embargo quien había entrado había sido Lilith, quien ya no llevaba sus hermosos vestidos largos sino una falda negra ajustada hasta encima de las rodillas, camisa blanca y saco de traje. Casi lucía como una mamá suburbana, solo que más joven.
—Buenos días, Julian —Dijo ella y él bajó la mano, sintiéndose un poco más tranquilo con su presencia.
— ¿Dónde estoy? —Preguntó de inmediato.
— ¿Dónde crees? —Ella esbozó una pequeña sonrisa, al mismo tiempo que las cortinas blancas se abrían, mostrando una ciudad normal; gris, ruidosa y contaminada. Él esperaba ver ríos de lava, cielo rojo y almas condenadas gritando en perpetua agonía pero nada de eso llegó.
— ¿El infierno? —Cuestionó. Ella sonrió.
—Casi, pero no. Nueva York.
Julian frunció el entrecejo, viendo por la ventana cómo la vida pasaba sin más complicaciones para el resto de la humanidad, quienes aún se encontraban ignorantes a todo lo que se estaba desatando y cómo comenzaba a sortearse el destino del mundo.
— ¿Qué hago aquí? —Cuestionó.
—Tenemos varios importantes asuntos que tratar —Respondió y con un movimiento de su muñeca se abrieron dos puertas oscuras que daban a un gigantesco armario lleno de ropa elegante y oscura.
— ¿Qué fue lo que sucedió? Dónde están mis amigos? —Exigió.
— ¿Hasta donde recuerdas? —Preguntó.
—Recuerdo... aparecer en la sala. Vi a Lance y luego...
—Luego caíste desmayado. La energía que utilizaste en ese sello fue bastante, casi mueres, ¿sabías? —Ella respondió, caminando hacia él lentamente para poner ambas manos en sus mejillas.
De alguna manera, aquel simple detalle tan maternal de su parte, sumado a su tono de voz preocupado, lo hizo sentir tranquilo como no lo había estado en... bueno, desde que su madre había muerto.
— ¿Qué pasó después?
—Tuvimos que ir por ti —Respondió, acariciando su mejilla con su dedo pulgar.
—Pero ellos...
—Están bien —Aseguró. Y Julian le creyó—. Están sanos y salvos, sin embargo... no puedo decir que no se quedaron a pelear.
— ¿Qué fue exactamente lo que sucedió, Lilith? —Cuestionó, sintiendo cómo el aire dejaba sus pulmones de manera abrupta.
Ella negó con la cabeza.
—Ellos están bien, Julian. ¿Por qué no lo dejamos así? Ellos huyeron al final pero... sé lo mucho que significan para ti. No quiero ponerte en su contra —Comentó, alejando sus manos de sus mejillas para luego girarse y caminar hacia la ventana.
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El Hijo Maldito
Paranormal"Él es fuerte, incontenible; una bestia hecha con el solo propósito de matar". Desde la crucifixión de Cristo y el tiempo después se habla de la venida de una bestia; una que llegaría a derrotar al rey más fuerte y sometería hasta al más firme creye...