Metamorfosis.

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Fue el día en el que Julian se enfermó por primera vez cuando se dieron cuenta que algo estaba yendo mal... muy mal.

— ¡Levántate y brilla! —Dijo Jess, abriendo las cortinas de la ventana.

—Mhm —Se quejó Julian, aún oculto entre las sábanas.

—No seas flojo, idiota, levántate —Dijo, con la voz deliberadamente más alta; él pateó el colchón de su cama, haciendo lo posible por molestarlo.

Julian gruñó y se quitó las sábanas de la cara, mostrándole a su mejor amigo un rostro congestionado y sinceramente, horrible; sus ojos se veían más cansados y pequeños, su nariz estaba roja y estaba pálido como un fantasma.

—Hey —Dijo Jess, cambiando la expresión divertida de su rostro por una preocupada. Caminó lentamente hacia la cama de su amigo y se inclinó a examinarlo—. ¿Estás bien?

Julian negó con la cabeza débilmente.

—Tengo frío —Murmuró, sus dientes castañeaban y pequeñas gotas de sudor mojaban su frente.

Jess tocó su frente y la alejó inmediatamente, al sentir la piel de su amigo casi hirviendo.

Jesús —Siseó entre dientes.

—Me llaman Julian —intentó bromear, esbozando una débil sonrisa.

Jess instintivamente tomó su cobija y lo cubrió con ella, encerrándolo en un capullo caliente, cerró las cortinas nuevamente y lo miró con preocupación.

—Te ves como... te ves como mierda —Dijo examinándolo con la mirada.

—Gracias —Contestó con sarcasmo, intentando recuperar un poco de su orgullo.

—Llamaré a Tim —Avisó para luego salir de la habitación casi corriendo; solo entonces la sonrisa de Julian cayó y se dejó ser miserable sin que nadie lo observara.

Aquello no era bueno, se dijo. El no se había enfermado en todo el tiempo que lograba recordar, ni una sola vez, ni un resfriado, un estornudo, alergia... absolutamente nada. No podía ser coincidencia.

La puerta se abrió un rato después y entraron todos sus amigos, acercándose a la cama con una mueca de preocupación.

—Hey —Dijo Julian con voz débil. Tim tocó su frente unos segundos para luego removerla; su expresión preocupada se hizo mucho más grande después de ello.

— ¿Tenemos que llevarlo a un hospital o...? —Preguntó Lance dejando la pregunta a la mitad, quien observaba a unos pasos de distancia del pie de la cama. 

—Abran paso, perdedores —Dijo Vivian empujando a Nath quien casi choca contra el ropero.

Ella, completamente concentrada en su misión se inclinó a ver a Julian para luego tocar su frente y palpar su cuello.

— ¿Qué estás...? —Comenzó Nath y fue callado al instante por un dedo amenazador de ella.

Todos se quedaron en silencio, esperando, viendo con curiosidad la cara concentrada de Vivian y el rostro enfermo de Julian.

—40 grados —Anunció al final—. Pónganle compresas de agua tibia en el pecho, brazos, espalda y frente, remojen cada vez que se pongan bastante calientes, no es nada grave, solo una simple fiebre, pero no dejen la temperatura aumentar —Dijo con voz autoritaria. Todos ellos se vieron al otro con confusión antes de que ella le lanzara una mirada exasperada.

— ¡Ya! —exclamó y de inmediato se dispersaron por la casa buscando con desesperación; encontraron una buena cantidad de ellos y los llevaron de vuelta con Julian, además de un bowl lleno de agua.

El Hijo MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora