Capítulo 4

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Después de cambiarnos y llevar nuestras armas en mano tomamos camino hacia donde suponíamos encontrar narnianos. Ya que esa zona parecía desierta con nuestra única existencia.

–¿Dónde estará todo el mundo? – pregunta Lucy mirando el bosque a nuestra derecha.

–Realmente ahora estoy segura de que hubo una guerra – hablé.

–Extrañaba estos paisajes – admira Susan el mar a nuestro lado.

–Si, y no tener que usar el horrible uniforme – se queja Lucy pateando la arena.

–Andar en caballo – habla Edmund entrelazando nuestras manos.

–Los vestidos – dije rozando la tela de este.

– Ese siempre fue mi favorito – mira Susan mi vestido.

Consistía en un azul marino en las mangas y falda. A excepción de un encaje plateado en la parte del pecho de forma de O hasta la cintura.

–La espada en definitivo – habla Peter mirando hacia el frente.

–Lo sabemos – se burla Lucy.

–Esperen – exclamo al ver personas en una canoa – allá – señalo hacia esa dirección. 

–¿Están lanzándolo al agua? – pregunta Edmund entrecerrando los ojos.

Susan corre hacia aquella pequeña montaña de arena que teníamos enfrente para poder mirar mejor.

–¡Libérenlo! – grita preparando su arco y flecha para disparar.

Todos corrimos tras de ella preparando nuestras armas para atacar.

Ellos nos miraron con miedo y lanzaron a la persona al agua con cuerdas entre sus manos y piernas.

–Tú al de la izquierda, yo al de la derecha – le indico soltando la flecha y dándole en el brazo al sujeto haciéndolo caer al agua.

Esta hizo lo mismo dándole a su compañero para después lanzarse al agua voluntariamente.

Peter ya se había adentrado al agua para salvar a la víctima. Edmund lo siguió pero a dirección del transporte.

Cuando ambos salieron Peter colocó al narniano en la arena.
Lucy sacó su pequeño cuchillo para cortarle las cuerdas de las muñecas.

Este se quito la tela de la boca sacando agua de esta mientras tosía.

Susan me dio un golpe en el hombro sonriendo con un buen significado.

El narniano se paró furioso mirándonos con desprecio.

–¿Qué me liberen? – exclama mirando a Susan.
Después azotó la tela en la arena.

–¿No se te ocurrió algo más brillante?

–Un simple gracias es suficiente – responde mi amiga.

Todos intercambiamos gestos de confusión al escuchar tales palabras.

–Te salvamos la vida – dije mirándolo enojada.

–Ellos sin su ayuda me estaban ahogando perfectamente – exclama sacudiendo sus mojadas manos.

–¿O sea que no querías que te salvaran? – pregunta Peter asiéndolo callar.

Este lo miró sin saber qué responder y volvió su vista a sus manos.

–¿Pero por qué te estaban ahogando? – pregunta Lucy inocentemente.

–Son Telmarinos. Eso hacen.

–¿Telmarinos? ¿En Narnia? – se asombra Edmund fijando su vista en mí como si yo fuera a responder sus preguntas.

Las Crónicas de Narnia y el Príncipe Caspian [2/4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora