Escape

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–¿Quién se supone que es ella? ¿Sosan o Jos?

–Es Susan y Jessica, torpe.

–Me da igual, no son mis reinas.

–Yo apuesto a que es la otra, vi a la grande en el ataque. Linda.

–¿Estará muerta?

–El doctor acaba de irse, es obvio que no. Es increíble que lleve dos días inconsciente.

–Da igual, si muere, habrá un rey menos. Victoria para nosotros.

–Pero Lord Miraz la quiere con vida.

-¿Para qué?

–Para negociar torpe, la usará de carnada. O eso escuché.

No podía moverme, solo escuchar tal conversación inútil a mi fondo. Estaba cansada y débil, seguro había perdido gran cantidad de sangre. Y por lo que oigo, no he comido o tomado agua en dos días.

–Caspian es un traidor, no fue asesinado por los narnianos, es un aliado.

–Cucaracha.

–¿Qué?

–Lord Miraz dijo que los narnianos son cucarachas.

–Eres un idiota. Voy a comer, has guardia tu solo.

Con esfuerzo estaba abriendo mis pesados párpados, no había luz, pero veía borroso. Trataba de enfocar mi vista en el espacio en el que me encontraba.

Traté de mover mis piernas pero el dolor en la parte abdominal superior derecha me lo impidió.

–Ya era hora – dice el guardia que estaba detrás de mi reja mirándome – te traerán algo de comer, el Lord te quiere con vida.

No hacía falta responder el por qué, lo había escuchado.

El guardia se fue dejándome sola en el calabozo, en una celda sucia y encadenada del tobillo izquierdo.

Al no escuchar más sus pasos busqué en mi bolsillo derecho mi objetivo. No podía dejar de hacer quejidos del dolor, tenía una venda en mi parte torácica para que se curase mi herida.

No podía creer que el frasco siguiese ahí.
Lo saqué y lo abrí. Cerré los ojos y tomé una gota de este.

Lo guardé de inmediato y me recosté nuevamente en el suelo. Podía sentir como el dolor iba disminuyendo.
Fijé en mi vista en el techo. Estaba sucio, gris, rocoso. Esta claro que aquí había alguien, estaría más polvoriento mi alrededor.

–Escuché que ya había despertado.

Una voz masculina apareció de la nada.
Abrí los ojos e incliné mi tórax.

–¿Quién es usted? – pregunté aún sin mirarlo a los ojos fijamente.

–Soy tu futuro rey.

Al escuchar esas palabras mis ojos se abrieron y buscaron al dueño de la voz. Tenía frente a mí a Miraz, detrás de la reja. Lo fulminé con la mirada y me paré de mi lugar corriendo hacia él.
Al estar cerca de la reja algo me jaló del tobillo haciéndome caer en seco al suelo.
Mi labio inferior, mi frente y mis palmas ardían y recorrían un dolor.
Me retorcí en el suelo sintiendo el dolor.
Podía sentir la sonrisa de satisfacción de Miraz.

–Es triste que no hayan venido a rescatarte – dice burlonamente.

–Ellos creen que estoy muerta – escupí sangre volteándolo a ver.

–Puede ser – coincidió – pero no tuvieron el beneficio de la duda.

–Aunque fuera así no vendrían, el deber de un rey es proteger a un pueblo, no arriesgarlo – rasgue mi garganta molesta.

Las Crónicas de Narnia y el Príncipe Caspian [2/4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora