Las Crónicas de Narnia y el Príncipe Caspian [2/4]

Capitulo 13

Ya había pasado una semana desde que había escapado del infierno de Miraz.
Les había contado todo por tiempos separados. Me trataban como un bebé, lo cual no me molestó en lo absoluto. No quería estar sola.
Edmund me cuida todo el tiempo, en especial cuando dormía, era como un chicle.

–¿Cómo está Caspian? – pregunto.

–Sigue molesto con lo qué pasó en el castillo – responde Susan.

–No es momento de estar molesto – dice Peter dando otro movimiento de espada.

–Tienes que dejarlo tranquilo, ¿cómo crees que se siente cuando perdió a la mitad de su ejército?

–¿Y yo qué? – la mira fijamente molesto – Nosotros igual lo perdimos.

Peter vuelve hacer un movimiento de ataque con la espada y frunce el ceño molesto dejando eso.

–¿Recuerdas cómo estabas cuando pensamos que había muerto Jessica? – le recuerda.

Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, miré al suelo y acaricié mi arco.

–Iré a practicar – avisé – debo verme con Edmund, creo.

Di media vuelta para retirarme de ese lugar, necesito estar tranquila. Aún no puedo asimilar que haya sido prisionera de Miraz.

–Jessica – me llamó Susan.

Me giré a verla y después miré a Peter rápidamente.

–Lo siento.

–Está bien – le respondo– es solo qué... fue muy solitario estar ahí.

Peter me regaló una mirada comprensiva y volvió a su espada.

Salí de ahí recordando el frío del piso, el hambre invadiéndome y pensar en la vida o muerte.

Llegué a donde estaba Edmund sentado, mirando fijamente la pared sin hacer el mínimo ruido.

Me senté junto a él deslizándome por la pared y estar junto a él finalmente.
Lo miré y éste seguía sumergido en sus pensamientos.

–¿Crees que esto termine?

Miré hacia dónde él estaba mirando y tomé su brazo.

–Tiene qué.

Nos quedamos en silencio, cada uno sumergido en recuerdos.
Recordé. Edmund pasó por lo mismo.

–Ed.

Él me giró a ver, con ojos curiosos. Esperando a que hablase.

–Cuando – tragué grueso evitando contacto visual – cuando fuiste prisionero de la Bruja Blanca, yo, bueno.

Posó su palma sobre mi mano, interrumpiendo.

–Sí – responde – a veces suelo tener pesadillas.

Nos miramos un momento sin decir nada, a veces estar en silencio se dice todo.