Capítulo 4

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19 de Septiembre

Querido Diario:


Como dice mi madre cuando trata de ser moderna, ¡que depre! Por momentos se cree todavía una hippie del setenta. ¿Te la imaginas con una vincha en la cabeza y pantalones de


bocamangas anchas? ¡Imposible! Pero, volviéndola tema anterior, ¡que depre! Estoy cumpliendo mi condena en un hogar para enfermos terminales. Trabajar trecientas horas es una carga, pero tener que hacerlo en un lugar en el que la gente se recluye a esperar la muerte es un peso insoportable. Deprimente. No me resultaría tan tortuoso si sólo se tratara de un puñado de ancianos, si bien tampoco sería lo ideal, en el fondo guardaría la esperanza de que al menos tuvieron una oportunidad en esta vida. Aquí hay personas de todas las edades, incluso hay un chico que tenia casi la misma edad que yo. Por suerte todavía no lo conocí. La señora Drake me tiene tan ocupada preparando bandejas para la cena y doblando sábanas, que en realidad no me queda mucho tiempo para hacer sociales. Este sitio es decadente. No porque tenga mal aspecto ni nada por el estilo, sino porque no puedo cumplir mis servicios comunitarios allí. De ninguna manera. Es demasiado mórbido. Aunque sea lo último que haga voy a encontrar el modo de huir de Lavender House. ¿Las razones? Saltan a la vista: la directora me detesta, está ubicado en el peor punto de la ciudad, y no me creo capaz de pasar los próximos seis meses conviviendo con personas sentenciadas a muerte. Algo se me tiene que ocurrir. Si hago un balance, lo único bueno que me pasó fue haber conocido al bombón del autobús. ¡Lástima que fuera tan grosero!


Jean oyó la voz de su madre, que desde abajo le avisaba que ya era hora de salir. Arrojó su diario en el cajón de su mesita de luz, tomó la mochila y corrió hacia las escaleras.


No hablaron mucho camino a la escuela. Otra situación que la desalentaba. Recordaba aun las


épocas en que no podían dejar de charlar. Pero desde que su madre había empezado a trabajar, cada vez tenían menos que decirse. A veces, pensó Abbie, mirándola de reojo, parecían seres de distintos planetas.


Vio a Jennifer no bien bajó del auto. Estaba parada bajo un inmenso roble, frente a la escuela.


Con aquellos ojos enormes color avellana, su figura elegante y sus perfectos cabellos castaños, era una de las chicas más populares del Landsdale High.


― Hola ― Saludó a Abbie cuando se le acercó ― ¿Cómo te fue ayer?


― Fue espantoso ― contestó su amiga. Echó una mirada furtiva a su alrededor para ver si había alguien observándolas. La mayoría de los chicos estaban reunidos en pequeños grupos, frente al edificio de dos pisos. Abbie no detectó ninguna mirada intencional dirigida a ella. En


realidad, todos la ignoraban lisa y llanamente. Tal vez la suya ya fuera historia antigua.


― Ese lugar es escalofriante y queda en le peor sitio de la cuidad. Podré llamarme dichosa si no me asaltan.


― ¿Cómo es la gente? ― preguntó Jennifer.
― Bueno sólo conocí a la directora y a dos miembros más del personal. ― Al ver que Todd se aproximaba a ella, le sonrió ― y no fueron nada del otro mundo.


― Hola, chicas ― Todd sonrió a ambas ― ¿Cómo van las cosas? Me enteré que te han condenado a trabajar algunas horas en un hogar de ancianos.


Abbie lanzó una mirada furibunda a su amiga, pero Jennifer estaba tan embobada con Todd, que ni cuenta se dio. Era imposible no mirarlo, pensó Abbie. Alto, rubio, apuesto hasta decir basta y uno de los mejores jugadores de fútbol de Landsdale... Decididamente el chico más disputado de la escuela. Varias veces había salido con Abbie, aunque desde un primer momento había dejado bien en claro que no tendrían una relación exclusiva. Él salía con muchas chicas. Pero a Abbie le gustaba de todas maneras. Una de sus esperanzas era que algún día, Todd descubriera que estaba perdidamente enamorado de ella.

Skinny Love |Levi Jones| Nate Parker|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora