La misión

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La captura la bandera concluyó de maravilla. La cabaña de Atenea ganó el juego. Lo que significa que el próximo juego será la cabaña de Atenea (rojo) con la de Poseidón (azul). Y lo que se complica la cosa. Lo único que sé es que voy a estar en el equipo de Annie como representante de la cabaña de Hera (pues aprovecho que mi madre es Hera para irme con las chicas)
Cenamos después del juego celebrando la victoria de nuestro equipo. Dionisio se recuperó (con la ayuda de Will cof y de Nico cof) del golpe ocasionado por mi de casualidad, por lo que tuve que disculparme. Dormimos temprano, más de lo habitual, ya que estábamos cansados. Por eso nos levantamos temprano, muy temprano, tanto que nosotros mismo despertamos a los de la cabaña de Apolo. Al tocar la puerta nos abrió Will con cara de todavía es temprano, bueno pues Sydney y yo le pedimos disculpas y nos íbamos a avisarle a Percy para que no despierte a los de la cabaña de Atenea, pero llegamos muy tarde. Malcom salía muy enojado por interrumpir su siesta y a Annabeth detrás de él ya ¿cambiada? Lo cual no sé porqué. Le dijo algo a su hermano, quien miró muy enojado a Percy y en forma de advertencia le hizo una seña con los dedos, luego salió Anabeth. Que ¿por qué primero fuimos a la cabaña 7? Bueno fue porque tal vez, ni Sydney ni yo, queríamos despertar a la cabaña de Ares, como lo haría cualquier semidiós que tiene respeto por su vida. Además quería despertar primero a mis hijos... (¡No dije eso!) Anabeth nos saludó-despidió ya que Percy lo hizo y se fue con ella a no me preguntes donde ya que no quiso decirnos. Practicamos algo el resto del día, bueno, practiqué ya que mi hermana me dejó para irse con su novio. Sí, novio. Oficializaron su relación no se cuando pero así se llaman en estos últimos días novio-novia. Parece que no estuviera presente pues me pierdo un poco entre las fechas y tiempos, o debe ser que ya comenzaron las clases y algunos requieren de mi ayuda y me necesitan por eso hace que la mayoría de mi esencia no esté en un solo lugar como lo he venido haciendo (bueno, no es para tanto, pero algo raro me está pasando). Percy regresó como para el almuerzo con Anabeth y ¿Reyna?, ¿Hazel? Y ¿Frank? ¿Y Alex y Emily?. Claro, iba a venir una delegación de romanos, pero como la mayoría está en clase, solo han venido ellos. Seguro que habrán dejado su remplazo en el otro campamento, Dakota... Creo, o la otra chica... Leila.
Luego fuimos a almorzar, Percy no comió nada (ejem no sé porqué ejem). Yo pedí galletas azules (me lo está contagiando mi hermano) y un vaso de coca cola ligth. Creí conveniente ofrecer la galleta más grande a Eros... ¡Oh por Zeus! Recién me doy cuenta lo que hice... Le iba a dar a Dionisio, no sé lo que pasó, sólo sucedió. Voy a matar a ese diablillo. No sé porqué, pero no creo que Afrodita esté en esto, a ella le gusta Ariolo. Y bueno, Eros, no es mi tipo. Más bien lo quiero matar, estrangular, tirarlo al Tártaro... Tengo ideado en mi cerebro muchas formas de torturarlo para hacer imposible su existencia.
(...)
Los chicos están practicando en la arena, mientras yo le enseño tiro al arco a la mitad de la cabaña de Hécate, ya que la otra mitad lo tiene a cargo Sol (son pocos, pero para que aprendan más rápido nos dividimos la cabaña). Estoy ayudando a tensar el arco a Troy y una luz aparece delante de nosotros. En un movimiento, le quito el arco de sus manos y disparo una flecha a la luz.
-Qué bonita forma de recibir a tu padre
Ruedo los ojos
–La misión...
–No
–Lo siento, está decidido-suspira-. Percy, Annabeth
Mis hermanos (sí, hermanos, ya que considero a Annabeth como una hermana) resoplan pero asienten de igual forma aunque de mala gana
–Vamos hija, solo está cruzando el puente... Brooklyn
Percy y Annabeth se sorprenden al oír esa palabra y temen lo peor, yo solo evito y finjo no haber escuchado.
–Así sea ir a la Estatua de la Libertad, he dicho que...–una luz brillante me envuelve y en una abrir y cerrar de de ojos, me encuentro en el dichoso puente que conecta las dos ciudades.
–No digas nada que tampoco quise esto- dice una diosa
–¿Cómo te convenció? Si puedo preguntarte
–Se dirige a ver a mis niños, tengo derecho a saber quiénes son- dice la diosa de ojos de gato. Suspiro, ella me parece conocida, su nombre igual, pero no tengo ni idea quien es. Lo que puedo asegurar es que no es una diosa griega. Nos quedamos un buen tiempo sin decir nada, la gente pasaba de un lado a otro, los autos, las bicicletas, pero nadie tomaba atención a nuestra presencia. O no se daban cuenta o le restaban importancia, los mortales no son muy atentos que digamos y claro que la niebla hace su trabajo. Pudo pasar minutos o tal vez horas, hasta que por fin la diosa cuyo nombre es misterioso para mí, me volvió a dirigir la palabra.
–No te recordaba así-me dice mirándome con esos ojos amarillos
La miro confundida.
–Claro- chasquea los dedos-. Tu piel era más clara y tu cabello era más claro, al igual que el de tu madre. Lo llevabas siempre trenzado y usabas nuestras antiguas vestimentas envés de eso- señala mi ropa. Unos shorts, una blusa azul con puntos blanco y unas zapatillas blancas. ¡Eso no llevaba antes! Por lo visto Afrodita no tiene nada que hacer contra su inmortal aburrimiento.
–Espera... ¿Dijiste que tenía el color de cabello igual que mi madre?
–Sí, ¿cómo no me voy a acordar? Si yo era uno de sus dioses favoritos
–Pero mi madre es Hera...- ella me mira como si estuviera loca de remate, abre la boca para contradecirme pero alguien (cof mi padre cof) la interrumpe.
–¡Bast, querida amiga! Los chicos ya viene, espero que les puedas ayudar. Incluso yo me olvidé de su localización. Aunque ya sabes, tú no directamente...–mi padre continúa en sus habladurías, pero la diosa Bast, que ya creo que sé quién es, no reacciona. Tal vez es porque no sabía que mi madre es Hera, seguro me confundió con otra diosa, los egipcios tenían muchos. Luego de un rato, Bast mira a Poseidón, le dedica a una de esas miradas de desaprobación y se despide para luego irse.
–Nos vemos Aria-dice-. Reconsidéralo Poseidón, las disculpas no denigran a ningún dios.
Mi padre, por una mini fracción de segundo pone la cara de un niño después de ser reprendido por su madre, pero rápidamente la oculta con una de esas sonrisas petulantes (no tanto como Zeus, pero se nota que son hermanos).
–¿Annabeth y Percy? No los habrás dejado a merced de ningún monstruo, ¿o sí?
Poseidón niega con la cabeza
–Ya están llegando- mira hacia Brooklyn, luego a Manhattan y por último a Brooklyn, suspira–. Espero que no te enojes después de que logren resolver la misión de hoy, acuérdate que lo hacíamos por tu bien.
Miro a mi padre con cara de pocos amigos y lo ignoro. Suficiente tengo con los problemas para concentrarme en resolver sus acertijos. Y si me quiere decir algo, que me lo diga en la cara. "No tiene las agallas para hacerlo, Aria" escucho la irritante voz de Ares en mi cabeza, "agallas, ja, irónico. No tiene agallas ja ja ja dios del agua y no tiene agallas" continúa diciendo. <Sigue pensando eso y por tu tonto padre, juro por el Río Estigio que voy y te lincho> pienso. "Aria, acuérdate que mi padre también es padre de tu novio, aunque yo soy su hijo legítimo y el no". ¿Será imposible darle un golpe mental? Pues Ares ya me tiene harta. "No querrás matar a tu suegro antes de la boda o antes de que conozca a sus nietos" continúa hablando hablando. Ruego a Artemisa que le tire una docena de flechas para que Ares se calle la boca. Luego de un segundo Ares chilla y Arty me habla. "Hecho, ya le di su merecido". <¿No le puedes castrar?> le pregunto mentalmente. Artemisa se ríe. "Lo siento Aria, quisiera pero antes tendríamos que preguntarle a Afrodita." Me contesta. <¿Desde cuando tú pierdes permiso a alguien?>. Un segundo de silencio. "Espera, ¿dónde estás?" Me pregunta un poco preocupada. <No me cambies de tema. Brooklyn, ¿por qué?> digo aún sin comprender el porqué de la pregunta. "¿Y con quién estás?". <Mi padre. ¿Arty qué pasa?>. "Estoy perdiendo tu esencia, la conexión está fallando..." Hay un pitido, "sal de ahí, es muy raro. Iré a hablar con..." Artemisa grita y ya no la escucho. Siento que alguien me samaquea.
—¡Aria! ¿Estás bien?- escucho la voz de Percy a lo lejos
—Dale de beber Néctar- escucho la voz preocupada de Annabeth-. ¡Apúrate Percy!
Siento algo tibio entre mis labios, y bebo por instinto. El Néctar para mí no tiene sabor, solo me reconforta. Siempre me han dicho que para cada Dios o semidiós, el Néctar tiene un sabor diferente algo que le haga recordar a casa o de un momento especial. Seguro que esa regla no se aplica en mi.
Me levanto, ya que estaba sentada en la acera. Abro los ojos y veo a Percy y Annabeth al frente mío con la preocupación en el rostro. Suspiran al verme bien.
—¿Qué pasó?- tartamudeo-. ¿Papá?
—Llegamos aquí pero no lo encontramos- me explica Annie-. Pero nos asustamos al verte desmayada.
Ese nieto de Gea.
—¿Papá hizo algo para que te desmayaras?- me pregunta Percy
Niego con la cabeza, y me acuerdo.
—Algo ha pasado con Artemisa. Tengo que ayudarla- intento correr hacia el otro lado del puente pero me caigo al dar cuatro pasos. Los chicos corren a ayudarme.
—¿Qué raro? No podemos atravesar y pasar a la otra mitad del puente- dice Annabeth examinando la extraña, invisible barrera con la que me tropecé-. Es similar a la de la batalla contra Cronos.
Me percato que a Percy le da escalofríos al recordar esa batalla. Al igual que para Annie, debió de ser muy difícil luchar en esa batalla. Y yo no estaba allí para ayudar por culpa de mis padres.
—¡Pero Artemisa está en peligro!
—¿Qué pasó, hermana?
—Estaba hablando con ella sobre si era muy buena idea castrar a Ares- mi hermano me mira confundido- luego me preguntó en dónde estaba, después la escuche gritar y perdí la conexión con ella y me parece que también con cualquier otro dios.
–Poseidón quiere que vayamos a ver a los egipcios de una u otra forma. No tengo ni la más mínima idea del porqué– dice Annie malhumorada (por no saber algo)-. No digas que yo dije eso, o sino...
—Mi boca es una tumba– dice Percy haciendo la seña de cerrar y tirar la llave. Annabeth pone los ojos en blanco
—Así que vamos
—No nos queda de otra
—Además Aria está muy débil y necesita descansar, nuestra mejor opción es ir para nuestros amigos.
—No estoy débil, Percy- digo un poco enojada, pero Annabeth me mira-. Un poco
Nos dirigimos a ver a los amigos de mis hermanos: Cárter y Sadie.
¿Qué nos deparará las moiras? Ya estoy odiando a mi padre por no decirme ni una pista de lo que estamos y vamos a hacer. Me dijo que no me enojará pues lo hicieron para mí bien. Y esa diosa Bast me dijo que me parecía a mí madre. Yo no soy de cambiar mi apariencia. Y que recuerde, desde que me desperté en la playa del campamento no he cambiado nada (exceptuando los cambios de look de Adrofita y unos cuantos rayitos hechos por las chicas de Afrodita). Odio los misterios.
Yo voy siguiendo a Percy y Annabeth que van delante mío señalando el camino (los mortales solo ven una pareja adolescente más caminando por las calles de Brooklyn cogidos de la mano... Y una violinista detrás). Pero en un momento los escucho decir: "Todo va estar bien". No es por ser pesimista, pero para nosotros (los semidioses y yo) nunca "todo" va ir bien.

Una nueva diosa en el OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora