•Bonus• No dejes conducir a Apolo, nunca •

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—¡Conduce con cuidado! —grito a Apolo—. ¡Vas a llegar y vas a estrellarte con tu cabaña!

Solo sonríe con arrogancia.

—No. No lo voy a hacer.

—Arrogante.

—Pero así te gusto —dice inflando el pecho.

—¿Quién dijo que me gustas?

Me mira extrañado.

—Vista al volante que nos vamos a chocar...

—¿En el cielo?

—Con una paloma —sugiero.

Río—. No me gustas.

Lo miro de reojo. Su cara es una mezcla de sentimientos, entre ellos la confusión.

—Estoy confundido...

—Gustar. Me puede gustar una canción, me puede gustar la torta de chocolate —comienzo a explicarle—, me puede gustar incluso Eros, pasar momentos con él y Anubis. Pero tú, ¿gustarme? Te equivocas —suspiro—. Apolo, yo te amo, me encantas.

Él sonríe, sus mejillas están rojas.

—Apolo —digo—. ¿Estás llorando?

—No, solo estoy sudando por los ojos.

Lo abrazo. Él también lo hace.

—Apolo, ¡manos al volante!

Ríe.

—¿Apolo, cómo estamos yendo al contrario del recorrido normal del sol?

Me mira misterioso.

—Nunca te lo voy a decir.

—Malo.

—Aria, aún así me amas.

Le hago una mueca.

—Bueno, ya estamos llegando al campamento.

—¡Cuidado! —grito al fijarme en algo.

—Soy el más cuidadoso del...

—¡Flechas! —grito interrumpiéndole.

—¡Ah! ¡Mi carro! Recién lo he pulido —grita soltando el timón—. Vamos a morir.

Ruedo los ojos.

—¡Coge el timón!

—Vamos a morir... El mundo va a perder mi belleza —exclama agitando las manos.

—¡Deja de moverte! Al menos para coger...

—Aria, deja de pensar en cogerme —dice pícaro—. Más tarde lo podrás hacer.

Le doy una cachetada y lo dejo inconsciente.

—Gracias Aria — me reclamo.

Tomo el timón y trato de dirigir el carro a campo abierto. Demeter me va a matar por dañar su campo de fresas.

Abrazo a Apolo para evitar el choque y espero a que suceda.

—Nunca más le dejo conducir, nunca.

Una nueva diosa en el OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora