Una nueva diosa en el Olimpo

Dionisio hace las mejores fiestas

—Dionisio -grité-, nada de vino para los chicos.

—Está bien Area, nada de vino a los chicos -comenta Dionisio cambiándome de nombre.

Asiento y sigo mi camino.

Luego de todo lo que hemos pasado, una fiesta cae a pelo para todos.

—Nada de vino, te dije -grito de nuevo a Dionisio

—Qué pesada -lo escucho murmurar

Sonrío.

Esta va a ser una de las mejores fiestas, aunque el organizador no sea el mejor dios. Pero lo bueno, es que todos los problemas se acabaron, todo volvió a la normalidad, claro que nuestra normalidad implica un poco de lucha, muertes y monstruos.

—¡Aria! -escucho que alguien grita mi nombre.

—Sydney, Maya, ¿cómo les va?

—Bien -responde Sydney-, contentas de que hayas decidido reaparecer y también por la fiesta.

—¿No habrás tomado vino, verdad? -le pregunto.

—No...

—Sí lo hizo -responde Maya interrumpiéndola.

Por primera vez desde que regresé la observo y me doy cuenta de Maya ya no es tan niña como antes, cuando la rescatamos. Me invade una pena de haberme perdido una gran parte de su vida, una gran parte de la vida de todos y para colmo preocupándolos por mi desaparición, mi supuesta muerte. Recién me doy cuenta cuan egoísta puedo ser.

—Aria, ¿estás bien? -dicen en coro, la melodía de sus voces daba a relucir cierta preocupación por mí, tal vez por mi semblante, tal vez por mi mirada vacía, o simplemente porque me quedé muda.

Suspiro y sonrío tratando de ocultar mi dolor- No, no es nada. Vamos hay que disfrutar más de la fiesta.

—Pero te veo triste -me refuta Sydney.

—Y eso te pasa por tomar mucho vino...

—No he tomado...

Pero la callo con un abrazo. Tal vez esté melancólica pero lo tendré que superar poco a poco, al fin y al cabo todo lo malo ya pasó.

—Chicas al fin llegan - grita mi hermano desde el otro lado de la pista de baile. Y sí, los hijos de Afrodita y Apolo fueron los genios detrás de esta idea.

—Es que Aria se demora mucho -se queja mi hermana.

Asiento, pero mi atención está en otra cosa, es decir, buscando a otra persona.

—Apolo todavía no llega, por si lo estás buscando hermana -dice mi hermano rodando los ojos. Maya y Sydney rien.

—Gracias —y mirando a mis niñas les digo—. Vayan con Percy, y recuerden no tomar.

Ellas sonríe y van junto con Percy.

Veo a Butch acercándose a Sydney, le dice algo al oído y se van los dos de la mano. Me siento un poco celosa, a tal punto que me planteaba si ir detrás de ellos a vigilarlos, pero siento que alguien me agarra de la cintura y me voltea.

—Me vas a dar un susto de muerte, Apo...

Él me calla con un suave beso.

—Sabes que esto no es la forma correcta de callar a alguien, ¿o no te lo han dicho? —bromeo una vez terminado el beso.

Apolo solo ríe.

Puedo sentir el calo de su aliento. Su risa media nerviosa, como si tuviera miedo de perderme de nuevo, resuena en mis oídos. Me apego más a él en modo protector. Abro mi boca para decirle que nunca me voy a separar de él, que todo va a estar bien, pero me invade un miedo de que eso no pueda volverse realidad.