—Eros, lo siento— suspiro—. Pero no puedo.
—Está bien.
Me siento en el césped. Tres meses ya han pasado desde que desperté. Seis meses en total. El tiempo pasa rápido si no eres el titán del tiempo. Y aquí Eros me tiene jugando ponle la rama al árbol.
—Yo gano– exclama contento.
Le saco la lengua.
—Mala perdedora, princesa— y me imita.
—Ja ja muy gracioso.
Eros se sienta a mi lado.
Suspiro y pongo mi cabeza en su hombro. Aunque haya pasado tres meses no me acostumbro a esto. Es muy obvio que quiero a Eros, pero no lo amo y le estoy haciendo daño.
Más aún, me estoy engañando. No he podido dejar de pensar en mi hermano, en mi hermana, en Annabeth, los chicos, todo el campamento...
Llevo medio año desaparecida, que digo desaparecida, todo el mundo me cree muerta. Y yo engañándome al tratar de creer que en verdad amo a Eros, si mi corazón siempre ha pertenecido y pertenecerá a otra persona. Algunos dirían que estoy exagerando, pero he ido recuperando mi memoria poco a poco. Me acuerdo de cómo conocí a Anubis, de cómo era mi madre, mi verdadera madre. En fin, de muchas cosas. Pero la más importante es de cómo Hera me dijo hace ya muchos años que soy tan dura como el diamante, pero ante cualquier golpe me puedo romper, y si es que no cuento con alguien que pegue cada pieza, mi esencia estará hecha trizas e inservible.
Sí. Ella misma me lo dijo antes de borrarme dos veces la memoria. Y pues yo creía que, después de todo lo que me ha pasado, Apolo iba a ser esa persona pero... He aquí yo mirando el vacío tratando de volverme a unir pero sin ningún resultado.
—Aria– me llama Eros despertándome del trance.
—No puedo– le digo.
—Y por eso es que yo gano, Aria— bromea.
Suspiro.
—No, no es eso a lo que me refiero.
—No te puedes olvidar de él, ¿cierto?– me dice en un dulce tono.
—No, no puedo– suspiro–. ¿Por qué eres tan comprensivo?
—Porque te amo, y quiero que seas feliz.
—Y quedándote para siempre muerta no es la solución— interrumpe... Anubis, el arruina momentos–. Lamento interrumpir, pero hoy es mi día de visita.
Hago una mueca, me levante del suelo y corro a abrazarlo.
—¡Cómo te quiero, cabeza de chacal!
—Sí, soy una persona muy querida, pero con poco... Aire— dice Anubis entrecortadamente.
Eros carraspea desde atrás.
Volteo y voy a abrazarlo.
—Espero que me perdones y podamos ser amigos– digo sinceramente.
Me devuelve el abrazo.
—Princesa, ¿cómo no te voy a perdonar?
Sonrío. Aunque sigo sin comprender la amabilidad de sus palabras y su reacción ante mi revelación. Otro hubiera actuado... Diferente.
—Gracias– digo aliviada.
—Entonces, ¿volvemos al mundo real?— bromea Anubis... O por su bien estará bromeando.
Me alejo de Eros y me paro firmemente frente a él.
—Pero estamos en el mundo real– le hago recordar un poco fastidiada.
—Sí, pero no en el real real– dice y hace gestos con las manos—. Aria, son seis meses... ¡Tu hermano te sigue buscando! No ha perdido la esperanza. De hecho, ningún semidiós la ha perdido.
Le doy la espalda, miro a Eros y cierro mis ojos.
—Pues deben aprender a perderla, porque yo ya lo hice– digo tratando de digerir mis propias palabras.
Siento las manos de los dos sobre mis hombros.
—Abre los ojos y dínoslo– murmura Eros levantando mi mentón.
—No me van a convencer y punto– digo firmemente y cruzo mis brazos, sin abrir los ojos.
—Entonces, ya que estás con los ojos cerrados... Ponle la rama al árbol— comenta Eros.
Empiezo a reír, abro los ojos y los abrazo.
—Anubis vino, a él le toca jugar.
—¿Yo? ¿Jugar qué?– exclama asustado.
Eros y yo nos miramos cómplices.
—Ya vas a ver... – comenta tomando una chalina y tratando de vendarle los ojos–. A no ver, pero da igual.
—¡Ayuda!— grita.
—Mi pobre bebé con cabeza de chacal. No puedo hacer nada, es Eros– digo entre risas.
—Te damos vueltas, y listo– Eros lo suelta y me toma la de la muñeca jalándome hacia un lado.
—Chicos... ¡Chicos!– grita tambaleándose.
—Frío... Muy frío– contesto riéndome a todo dar, al igual que Eros.
—Aria– susurra Eros y me jala de la muñeca-. Vamos a enseñarle cómo se juega a nivel experto– dice en tono malicioso.
—¡No veo nada! Esto no es gracioso- se queja.
—Muy gracioso– digo y me río a la par que Eros.
—Me voy a chocar contra un árbol, ¿saben cuánto duele a un árbol chocarse conmigo? Están siendo injustos contra la naturaleza... Y conmigo. Ya verán...- parlotea Anubis mientras trata de no perder el equilibrio y tantear un apoyo con sus manos.
—Eros, no hay que ser tan malos– digo aún riéndome, pero en defensa de Anubis quien parece un mono en un monociclo.
Eros está apunto de abrir la boca, pero mis oídos captan la voz de Anubis primero.
—... Y por último, vas a tener oportunidad de vengarte de Apolo– dice Anubis inocentemente.
Bum. Simple y sencillo como una flecha directa al corazón. Los pocos pedazos mal unidos de mi corazón se volvieron a romper. No siento control de mi cuerpo y me derrumbo como una muñeca de trapo estrellándome contra el suelo, más no siento dolor alguno.
—¡Aria!– escucho a mis amigos gritar, pero en un lugar muy lejos aunque soy consciente de que todavía están a mi lado. "¡No!" Trato de decir en voz alta, pero solo siente que mis labios se mueven sin emitir sonido alguno. Me obligo a mí misma a recomponerme. Trato de aclarar mi mente, despejarla de todo sentimiento.
Me paro, no porque mi cerebro haya dado la orden, sino porque mi corazón ya ha ideado una solución para su problema... Un solución muy alocada, pero mi cerebro la está apoyando desde ya.
—Vamos al mundo real– les comento un poco de mi idea.
Ellos me quedan mirando, confundidos. Los entiendo, yo también lo estuve, hace un par de microsegundos, por mi idea. Aunque mi visión esté borrosa, pero mi mente y mi corazón están claros en sus metas.
—Vamos con Artemisa– les digo con voz firme.
![](https://img.wattpad.com/cover/37687551-288-k497115.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Una nueva diosa en el Olimpo
FanfictionSi creían que la mitología griega terminó hace más de tres mil años, estaban muy equivocados, hay una nueva diosa en el Olimpo, y lo está alborotando. Y se ha propuesto a cambiar las reglas antiguas, esas misma que han regido a los dioses hace más d...