-Y luego me dijo que quería hablar conmigo- sonrió y todas repitieron su gesto. Estábamos en uno de los dormitorios adjuntos a nuestra escuela, donde normalmente nos reuníamos cada vez que teníamos tiempo entre clases de música para hablar de cualquier tema. ¿Hoy? Chicos.
- Amaya... ¿y tú?- preguntó Ingrid y fruncí el seño.
-¿Yo qué?
- ¡Vamos! Eres la única que no ha hablado. ¿No hay alguien rondando por ahí en esa cabeza?- sonrió Wendy y todas las demás se giraron a verme atentamente. Rodé los ojos.
-No me gusta nadie- di la respuesta de siempre ya preparada y la mayoría resopló- ¿Qué?
-¿Y Harry? ¿Ya no sientes nada?- preguntó curiosa Loren y sentí todo mi cuerpo tensarse. No esperaba que lo mencionaran.
- Chicas- comencé a hablar soltando una fingida risita burlona- eso fue en el último año de la escuela primaria. ¡Tenía diez años! Ya han pasado seis y estoy en el último año de la secundaria. ¿No creen que ha pasado demasiado tiempo para olvidar esa estupidez?- finalicé mi discurso con la boca seca y un nudo en la garganta.
No. No había pasado el tiempo necesario. No me habían bastado seis años para sacarlo de mi cabeza y mi corazón.
-Pero te le declaraste a los trece...- añadió Ingrid y fruncí el seño para luego soltar un suspiro.
- Me rechazó, lo olvidé y aquí estoy ahora, sin sentir un rastro de cariño por Harry Styles. ¿Felices?- contesté algo a la defensiva y todas callaron. Suspiré nuevamente y me levanté para tomar mi bolso- Me voy. Tengo clases de coro.
- Espera Ami, yo también- se levantó Ingrid y Wendy le siguió. Caminamos en silencio por el campus hasta el edificio de música donde nos impartían clases las tardes. La escuela en la que estudiabamos era un tanto...especial. Sólo alumnos con algún talento en artes plásticas, música o ballet eran admitidos y luego sometidos a la formación artística con el propósito de llegar alguna vez a ser profesionales.
Y yo era una de las aspirantes.
- Lo siento por lo de hace rato- se disculpó Wen.
-No hay problema. Sólo no me presionen. Ya dije que no me gusta.
Ella asintió mientras parecía pensarlo y luego de unos segundos, una sonrisa apareció en su rostro. Paró de caminar y abrió su bolso para buscar inquietamente algo en él.
-Aquí tienes- me tendió un billete de diez dólares y levanté una ceja.
-No me debes dinero.
-No- puntualizó- pero si miras atrás en los años, si. ¿Recuerdas la apuesta?
-¿Qué?- seguí caminando.
-Cuando Harry te recha... Cuando pasó aquello hace seis años, estabas triste y a la vez furiosa. Hicimos una apuesta. Al terminar la secundaria, ya no te gustaría más él y pues...creo que la cumpliste, te debo diez dólares.
Y entonces llegamos al local donde teníamos la siguiente clase. Se me hizo un nudo en el estómago. Junto a la puerta de entrada, estaba él. Harry Styles. Tan atractivo como siempre. Su pelo alborotado dándole un aspecto descuidado, sus ojos verdes con aquel brillo especial que siempre había amado, sus hermosos y rosados labios formando una sonrisa y usando aquel uniforme que, sabía Dios como rayos lograba hacerlo parecer genial a diferencia de los demás chicos.
Frente a él, Dianne Roost. Aquella trigueña bailarina académicamente brillante. Se podría decir, la mejor alumna de la escuela...y una de las más hermosas también.
Parecían disfrutar de su conversación.
Ingrid pasó por la puesta justo despues de intercambiar un hola con los dos presentes.
Wen se detuvo y por ende, yo también.
-¿Que hay, Hazz?
Él sonrió.
-Nada interesante. Estuve buscándote hace rato. El profesor de percusión no viene hoy. Tenemos hora libre.
Esta vez fue el turno de Wen para sonreír.
-Acabas de darle sentido a mí vida.
Harry soltó una carcajada y yo carraspeé obteniendo su atención.
-Permiso Wen, necesito entrar.
-Oh, claro- Se movió un poco para darme espacio y justo cuando crucé la puerta, sentí su ya conocida voz llamarme por mi apellido.
-Hola, Hubert. Siempre tan educada.
Me di vuelta y lo miré de abajo hacia arriba, finalmente llegando a su rostro, donde reposaba una sonrisa creída.
Se había dado cuenta de como lo miraba.
-Hola, tú.
Y con eso salí huyendo hasta sentarme junto a Ingrid.
-¿Estás bien?- preguntó.
-Mejor que nunca.
- Llegué- anunció Wen luego de sentarse a mi lado.
-Aquí tienes- te tendí los diez dólares que todavía tenía en una de mis manos.
Ingrid me miró sorprendida y Wen levantó una ceja.
- ¡No! Claro que no... Sólo que a penas comenzamos el año. El trato era hasta que termináramos la secundaria. Toma el dinero, sólo que no lo gastes- le di una sonrisa divertida y ella negó con la cabeza y se quedó pensativa.
- Mejor quedate tú con él, no los gastes tampoco- me guiñó un ojo y cuando quise preguntarle que quiso decir, la profesora comenzó la clase.
-Bien, chicos. Buenos días a todos. Siéntense todos derechos, empezaremos con el calentamiento- todos gruñeron y ella sonrió- como siempre- tocó una tríada en el piano y seguido se escuchó un golpe en la puerta.
-Styles- ella lo reprendió
-Última vez, lo prometo- río y se sentó en la primera fila. Justo delante de mí.
Bien, ahora se me haría difícil concentrarme.
* * *
Luego de la clase de coro, me despedí de las chicas y corrí hacia mi local de piano. Hoy no tenía clases pero igual me pasaría un rato. Buscando en mi bolso, saqué la pequeña llave que me había entregado la profesora y mientras abría el candado, sentí que me saludaron.
-Hey, Ami. Hola- sonrió Ed mientras se acercaba por el pasillo.
-¿Que tal?- pregunté prestándole atención.
-Buscando a la chica de mi vida- sonrió- ¿la viste?
- Ingrid tenía tiempo libre. La encontrarás comiendo helado en el jardín- reí y él me imitó.
-Claro, tenía que haberlo imaginado- sonrió y yo terminé de forzar el candado para entrar al local. El piano estaba ahí, justo en el centro. Cerrado y solitario. Sonreí para luego acercarme a las ventanas y comenzar a abrirlas.
- Oye, Am- irrumpió Ed nuevamente entrando al aula y reí. A pesar de ser algo molesto, era mi amigo y el novio de una de mis mejores amigas.
-¿Sí?- respondí dandome la vuelta hacia él.
-¿Te llama la atención algún chico en estos momentos?- preguntó sin rodeos.
-¿Qué?- pregunté sorprendida- ¿A qué viene esto?
- Solo responde- rió.
Fruncí el seño y cuando estaba a punto de soltar la mentira de siempre, Harry entró por la puerta.