-Dios, Amaya. Casi no puedo respirar- Wen se quejó intranquila desde mi cama.
-Estarás bien- la intenté tranquilizar mientras me vestía para bajar a desayunar el lunes en la mañana.
-No estoy muy segura de eso- murmuró.
Suspiré y me giré sobre mí misma, mirándola fijamente- ¿Qué te diría Harry en estos momentos?
Ella sonrió, ahora con mucha más confianza y cambió de tema tan rápido que me sorprendió- Es una pena que no te guste, Ami. Él es un buen tipo.
-Ahora si lo he escuchado todo- carcajeé- Creo que deberíamos hacerles una encuesta a dos o tres bailarinas para decidir eso.
-Lo que sea- suspiró y vino a mi lado para verse en el espejo- ¿Cómo está la abuela?
Sonreí al notar que aún la llamaba así. La abuela tenía una muy buena reputación entre mis dos amigas. Cuando venía, ella se aseguraba de que las tres comiéramos de lo que había traído y nos hacía regalos iguales, como esas bolsas tejidas de playa con palmeras en ellas por Navidad.
-Ella me regañó por no ir a casa en un mes. El abuelo vendrá a buscarme el viernes en la tarde.
-Uh... ¿no sabes cuándo vuelve tu mamá?- me envió una mirada de lástima y la odié.
-No- recogí rápidamente mi bolso y caminé hacia la puerta- No quiero hablar de eso.
Wen suspiró pero decidió no preguntar de nuevo y cambiar rápidamente de tema.
-Bueno, pensé que podríamos salir el viernes en la noche para celebrar haber terminado con las primeras audiciones, si es que salgo viva.
-Bueno- rodé los ojos, tomando mi bolso para acercarme a la puerta- De todos modos, pueden salir sin mí y ya te dije que aprobarás. Eres una trágica, Wendy. Tienes suerte de que seas mi trágica favorita. Confío en ti.
-Aw- ella me abrazó y cerró la puerta luego de haber salido detrás de mí- Entonces, ¿por qué no te quedas hasta que termine mi audición? Ingrid estará en la de Ed y yo estaré sola.
Dudé- Wen, tengo clases de Literatura.
-Saltate esa clase, por favor. Sólo una. Estaré entre las primeras. Todos los exámenes siempre han sido en el mismo orden. Por favor, prometo que luego iré a clases contigo.
-Está bien- acepté insegura. Nunca había faltado a clases, pero por una vez no pasaría nada, ¿no?- Para eso están las amigas.
En cuanto llegamos al comedor, nos ubicamos en la mesa de siempre y comencé a hablar de temas al hazar con Wen, buscando despejar su mente.
Cualquiera que la viera en ese estado nunca la reconocería. Wendy era lista, carismática y muy segura de sí misma. Eso último duró hasta que, en tercer año, la profesora de Solfeo la llamó después de clases y le dijo que si seguía por ese camino, perdería su carrera y nunca lograría llegar a pisar la Escuela Nacional. Desde ese entonces, ella cambia su estado de ánimo y su manera de ser en cuanto escucha que los exámenes se aproximan. Estudia mucho, posiblemente más de lo que yo he estudiado en un mes, pero nunca está conforme, tiene esos nervios y ese constante miedo que le impide ver cuán buena es en lo que hace.
Quince minutos después, casi terminábamos el desayuno cuando Harry se acercó y se sentó junto a Wendy. Él saludó y empezó su serie de bromas constantes con ella. Sonreí. Él le daba mucha confianza y ella lo apreciaba, podía ver eso.
En algún momento, los dos se me quedaron mirando. Ella lo hacía con diversión, y él tenía su cabeza inclinada hacia un lado, esperando mi respuesta.