Narra Hermione.
Estoy harta. Harta de tener que aguantar esta vida de clases aburridas y un estúpido profesor que cree que tengo déficit de atención, y quizás un poco de hiperactividad. Mi hermano dice que eso es porque no estoy hecha para vivir aquí, y a él le pasa lo mismo. Siempre que podemos, Annabeth y yo nos vamos a un rincón a leer, o charlamos de nuestras preocupaciones. Yo pienso en Lucy. ¿Pensará ella en mí? Todas esas aburridas y tontas preguntas se las hago a Cuatro. ¡Pobrecito! Siempre me escucha. Y mi hermano es el soporte que hace que no me venga abajo. Siempre está ahí con sus chistes y sus tonterías. Pero me falta ella. Ella y su risa tonta. Y sus frases. Y su manera de decir las cosas.
Hoy me levanto de mal humor. Unos rayos de sol entran por la ventana de mi habitación y le dan a Annabeth, que está profundamente dormida. Yo me encamino hacia la cocina para prepararme un desayuno que me alegre la cara cuando una lechuza entra volando por la terraza. Deja una carta de aspecto antiguo en mis manos, y sale por donde ha venido. Debo de estar loca, pero abro la carta. Es de Hogwarts. ¡Bien! ¡Algo que se sale de la aburrida y monótona normalidad! La carta dice que debo asistir a Hogwarts el 1 de septiembre desde el andén nueve y tres cuartos de la estación King's Cross, en Londres. ¡Estamos a 31 de agosto, y yo ya he empezado mis clases en el instituto! Pego un chillido, y todos los habitantes de esta minúscula casa (mis amigos y mi hermano) se despiertan con cara de enfado.
-¡Chicos! ¡He recibido mi carta para ir a Hogwarts! Sé que este sería mi último curso, pero por favor, dejadme ir. Llevo un año entero soñando con ir. Podré ser una buena bruja.- Les digo, poniendo cara de corderito.
- ¿Y cuándo empieza el curso?- Pregunta Percy.
-¡Mañana! ¿No es perfecto?- digo, muy entusiasmada.
- Volveremos a casa- dicen Cuatro y Annabeth, chocándose la mano.
Hacemos la maleta lo más rápido posible, y cogemos el primer vuelo que sale para ir a Londres. Pedimos un taxi que nos lleva al Caldero Chorreante, y ahí vemos a Ron. Gracias a él conseguimos entrar en el Callejón Diagon y comprar todas mis cosas. Antes de ir a King's Cross nos tomamos un café.
- Quiero llegar ya. Quiero ver a Lucy, a Gale, y a Jace. Hace un año que no les veo, y me hace una ilusión volver a verlos por fin...- digo con una sonrisa en la cara.
- ¡Volveremos al Campamento, Percy! - añade Annabeth.
- Pero... ¿Y si pasa algo malo? - pregunto, intranquila. No quiero que vuelva a pasar lo del año anterior.Traspasar un muro nunca me ha parecido agradable. Pero en este caso me parece alucinante. En el otro lado, hay una chapa en la que se puede leer: "Andén nueve y tres cuartos" y detrás, una vieja locomotora de las que funcionan a vapor. Todos los niños y adolescentes se despiden de sus padres, con baúles repletos de libros y un montón de aventuras que vivir. Yo me acerco y me encuentro con Harry, que apenas ha crecido un par de centímetros. Cuando aparecen mis amigos y mi hermano, todos enmudecen y se apartan de nuestro camino para dejarnos pasar. Yo elijo un compartimento cercano a la puerta por si me mareo. Soy muy dada a marearme en los viajes largos. Percy se tumba en un sofá como si estuviese en casa, con las deportivas manchadas encima del cuero.
A Annabeth, a Cuatro y a mí nos toca compartir, apretujados, el sofá de enfrente. Unas horas más tarde, se puede divisar la silueta de Hogwarts. Es grande, pero a la vez pequeño comparado con este gran mundo.
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La isla perdida
Fanfiction#2 de Entre la ficción y la realidad. Para leer esta historia se necesita leer la anterior. Un día normal, Hermione recibe su carta para ir a Hogwarts. Desde el andén nueve y tres cuartos llega de nuevo al mundo de los libros, donde se encuentran Ja...