Capítulo 13

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Narra Hermione
Desde mi camarote puedo oír los gritos y vítores de mis amigos. Si hasta le he dado un abrazo a Jace. Me hago una larga trenza de raíz y pienso que quizás pueda leer un buen libro esta tarde.
Salgo y veo que Lucy y Jace están teniendo unos momentos muy íntimos en el salón, así que decido ir por otro lado. Me encuentro con Susan y con Annabeth, que están muy felices. Annabeth está pasando la mano por el ya abultado vientre de Susan y me saludan con una cara muy simpática. Todo parece perfecto.
Me siento a leer con mi hermano al lado y, aunque él tiene dislexia, pone interés en leer.
Un rato después viene Cuatro, y Percy empieza a pellizcarme en la mano, como si fuese ciega y no me hubiese dado cuenta de que está guapísimo. Pero lo que quería decirme es que Clary lleva ya varias veces chillando mi nombre.
-¡HERMIONE! ¡Préstame atención, maja, que por poco se te cae la baba!- me chilla,desconcertada. Pero en dos segundos pone cara de niña buena, y nos pregunta-¿Me haríais un favor? Ayer, cuando fui a coger ambrosía para Jace en la bodega, se me cayó la pulsera que vosotros dos- dice señalándonos a Percy y a mí- me regalasteis por mi trece cumpleaños. ¿Podéis bajar a recogerla, porfii?
-¿Y por qué no la recogiste ayer?- pregunta mi hermano.
- Porque iba muy cargada- responde Clary, como si fuese obvio, y se vuelve corriendo al salón con Jace. Tiene muy buen aspecto, como si hace una semana no hubiese muerto.
Como buenos amigos que somos, bajamos los tres a la bodega. En unos barriles tenemos las provisiones, y se me ocurre la tonta idea de moverlos para ver si la pulsera anda por ahí. Detrás de un gran barril está la daga que Jace encontró en el bosque. La cojo y la paso entre mis dedos, como si fuese de cristal. Aparto la mirada para dejarla donde estaba y la veo: ahí, encima de una pequeña mesilla. La pulsera que le regalé a Clary con la mayor parte de mis ahorros.
-¡Chicos!¡Ya la he encontrado!- chillo. Percy me hace un gesto con la cabeza, y Cuatro se limita a gruñir. ¿Por qué los hombres son tan secos?
De repente se oye un estruendo procedente de cubierta. No le doy mucha importancia, ya que se oyen muy a menudo. Lo malo es cuando oigo a Annabeth chillar. Y cuando se hace un agujero en el suelo. ¡No!
- Percy...- empiezo a decir, pero él está en el suelo, retorciéndose como cuando le lancé la maldición- ¡Percy! ¿Qué te pasa? Oh, Dios mío. -Nuestra única salvación está perdida.
Giro la cabeza hacia Cuatro, que intenta en vano abrir la puerta. Pequeñas gotitas de sudor caen alrededor de su frente, y entonces me acuerdo. ¡Él es claustrofóbico!
El agua me llega ya hasta los tobillos, y me recuerdo lo estúpida que he sido al dejarme la varita arriba. Estoy preocupada por Percy. ¿Qué le pasa?
- Eh, hermanito. ¿Qué te pasa?- le susurro al oído.
- ¡PARA! HERMIONE, POR LO QUE MÁS QUIERAS, DEJA DE APUNTARME CON LA VARITA!- chilla Percy. Entonces hago algo que en un caso normal hubiera sido de cobardes. Pero leí algo en alguna parte... Bueno, el caso es que me alejo lo más posible de él (poco, dado que estamos en la bodega de un barco). Y funciona. Percy deja de retorcerse y de chillar, y me mira con esos ojos verdes que siempre he querido tener.
El agua está ya al nivel de las rodillas de Cuatro, lo que son mis muslos. Vamos a morir. Bueno, Percy no. Pero según el libro de Historia de la magia, ahora mismo es como si estuviera maldiciendo a Percy, porque la varita de Bellatrix y la mía están hechas de los mismo. Claro que tiempo atrás ya he deducido que la causante de esto es Bellatrix Lestrange, y lo que quiere es matarnos. Obvio, ¿no? Si no, no estaríamos aquí encerrados a punto de morir, y yo estaría leyendo en mi cama.
Agua por la cintura. Cuatro está blanco y sudoroso. Percy lleva un rato intentando acercarse a mí, pero yo le doy un no por respuesta. No lo va a pasar mal por mi culpa. Yo seguramente estoy llorando, pero no lo sé a ciencia cierta porque no respiro bien. Me estoy agobiando de verdad, y enseguida empezará a cundir el pánico. Vuelvo a oír a Annabeth chillar. Eso me recuerda que... ¡Claro! ¡Qué estúpida he sido!
- ¡Percy! ¡Por favor! ¡Intenta sacarnos de aquí! ¡Annabeth va a morir!- chillo.
- Ya, nosotros también- dice Cuatro, que por fin abre la boca.
-¡Va en serio! ¡Tengo una idea! Aprendí en Hogwarts a hacer contrahechizos. Puedo intentar sacar a alguien de aquí, y ese vas a ser tú.- digo, señalando a Percy
- ¡Pero sí es a mí a quien quiere matar!- reprocha mi hermano.
- Ya. Por eso. Ah, y si hay posibilidades de que estemos vivos cuando vuelvas, tráeme la varita.- añado antes de agarrar a mi hermano y pensar el encantamiento que le saque de aquí. En un abrir y cerrar de ojos, vemos a Percy a través de la pequeña rendija del suelo ir hacia la superficie. Ah, y el agua me llega por el cuello.
El hechizo sin varita me ha dejado exhausta, así que empiezo a pensar de verdad que no vamos a salir de aquí. Me acerco a Cuatro y le abrazo, porque tengo miedo, y él también. Ya tenemos el agua por la boca, y empiezo a notar su sabor a sal. Me ahogo, lo noto.
- Hermione. A la de tres tenemos que meter ya la cabeza en el agua. Te quiero.
- Y yo. Una, dos, y...
Boom. Sí. El techo de la habitación explota, y tenemos el tiempo justo para ascender antes de que el agua nos vuelva a alcanzar. Igualmente estoy empapada, y no puedo respirar. Dos fuertes brazos me agarran, y huelo el delicioso perfume que usa Clary antes de que perder el conocimiento.

La isla perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora