Capítulo 11

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Narra Hermione
Quizás la gente no valora lo que tiene hasta que lo pierde. Puede que mi hermano esté muerto ahora mismo. Yo siempre digo que le odio, que no me gusta su falta de atención cuando le hablo, que siempre me fastidia cuando leo... Pero aun así, le quiero.
Las piedras, húmedas, rozan mi pálida piel. Estoy paralizada totalmente, pero lo lamentable es que soy consciente de todo. Hace unas horas (puede que hayan sido simplemente minutos) he oído a Percy chillar desde la otra orilla del río. No le he vuelto a escuchar,pero es probable que sea porque no puedo moverme. Si me hubiese traído esos libros como lectura ligera... al menos sabría cómo salir de aquí. Entonces recuerdo las palabras de Snape en clase de Defensa Contra las Artes Oscuras:
"Es difícil hacer hechizos sin articular palabra, pero no imposible. Antes, la señorita Granger sabía conjurarlos. Desgraciadamente, ahora no. (sarcasmo)
Accio. Ese era el hechizo. Tengo que hacer que la varita vuelva a mis manos, para después conjurar un contrahechizo que me libere de este estado. Afortunadamente, todo sale bastante bien.
Ahora que soy dueña de mis sentidos, me empiezo a dar cuenta de que se estaba mejor tumbada entre las frías rocas. Pero antes de empezar a chillar ayuda (cosa bastante estúpida, por cierto) me fijo en que hay una persona observándome. Es Annabeth, para mi alivio. Le sonrío, pero ella no me devuelve la sonrisa. Corre hacia mí para abrazarme y empezar a llorar.
-¿Qué ha pasado?- pregunto, con la voz muy temblorosa. Me espero lo peor, pero para mi sorpresa, veo aparecer a Percy en la orilla del río. Al menos está vivo. Pero él también parece distante, como si algo grave hubiera pasado.- ¿¡Qué ha pasado!?- pregunto nuevamente, con la voz alta. Mi hermano hace un gesto con el labio hacia abajo, eso quiere decir que... Oh no... No, no, no, no.
-¿Quién ha sido?- digo, chillando.-¿Cuatro? ¿LUCY?
- No. Jace. A pesar de lo creído que era, me caía bien- dice Annabeth.
De sus ojos brotan nuevamente lágrimas, lo mismo ocurre con los míos.
-¿Dónde están?- pregunto, sollozando.
- En el barco.- dice Percy.- De Bellatrix me encargué yo, por supuesto. Aunque está viva, me he encargado de que llegue al Tártaro sin ningún problema.- añade, sonriendo con complicidad a Annabeth. He de reconocer que, por primera vez en mi vida, mi hermano me supera en saber algo. Porque no tengo ni idea de lo que es el Tártaro.
Nada más llegar al barco, me doy cuenta de que algo no marcha bien. Hay algo en el ambiente... Tristeza. Odio la tristeza, más que los barcos y que la incultura. Detrás de mí, Percy me agarra del hombro, como si temiera perderme. Se oye el llanto desconsolado de Clary en algún punto del barco, y yo corro en su dirección.
Con tan solo verla, sé perfectamente que está destrozada. Sus ojos han perdido ese brillo especial que tienen siempre. Después se acercan Cuatro y Gale, que también están llorando. Se forma una masa de personas que, unidas por el dolor, nos consolamos. No sé de quién es la mano que agarra la mía. No me hace ilusión vernos a todos aquí juntos. No me apetece estar aquí, pero, en cambio, estas son las personas con las que me gustaría pasar el resto de mi vida.
La cena es horrible, salvo por la única buena noticia. En la cabecera de la mesa están sentados Caspian y Susan, dados de la mano. Parecen contentos, a pesar de todo. Annabeth les guiña un ojo y, en ese instante, se levantan.
- No sé si este es el momento más indicado para decirlo, pero queremos contrarrestar el sufrimiento de hoy con una sorpresa- dice Susan, con tono firme.- Ejemm... Bueno... Caspian y yo vamos a ser padres.
Se oyen varios comentarios por lo bajo, y la sala irrumpe en un mar de aplausos y felicitaciones hacia la pareja. Este odioso día puede tener algo bueno, y qué mejor que esto.
Una idea débil pasa por mi cabeza, como una luz. Es pequeña y probablemente estúpida, pero es una idea. ¿Podría ser...? Cualquier chispa de esperanza nos vendría bien. Se oye la puerta abrirse. Es Cuatro.
- Hola- saludo mientras me desenredo el pelo con los dedos.
- Hola. Quiero enseñarte una cosa- me dice. Se da la vuelta y se quita la camiseta, dejando ver un inmenso tatuaje que llega desde su cuello hasta su cintura. Representa unos símbolos puestos en orden de arriba a abajo.
-¿Qué significa?- pregunto, arqueando una ceja. Mi parte tierna hace que me tiemble un poco el pulso al tocarle, y me pongo roja
- Son las facciones. En mi facción, Osadía, no estaba permitido hacerse este tipo de tatuajes. Para mí es como un pequeño símbolo de rebeldía.- me explica- El otro día me di cuenta de que te fijaste en él, y pensé que no debía ocultártelo.- añade.
Me quedo un momento en silencio contemplando el dibujo que tengo ante mí, intentando comprender algo.
- Ah, Cuatro. Tengo que decirte algo que puede ayudar a Clary. Bueno, y a todos. Pero especialmente a ella. La he visto muy dolida. Tanto, que no quiere hablar con nadie y me ha pedido que la dejase en paz. Como no podía evitarlo, me he puesto a pensar en ello, y he llegado a la conclusión de que hay un alto porcentaje de probabilidades de que Jace no esté muerto. Simplemente es que hemos estado demasiado ciegos para verlo.

La isla perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora