Salí de la casa de mis padres casi a las cinco de la tarde, luego de recibir un centenar de mensajes de texto de mi amigo preguntándome cuándo regresaría, él aún no había visto a mis padres y yo preferí no comentarle que estaba en casa de ellos porque si lo hacía lo más seguro era que tomaría un taxi y vendría de inmediato, lo cierto era que después de querer pasar tiempo a solas con Chris, ahora quería mantener distancia, aunque fuesen por un par de horas al día hasta que llegase el día de la boda, después de hablar con mi madre y como siempre negándome a sus suposiciones acerca de mis sentimientos por él, comencé a ver que quizá ese sentimiento no había abandonado mi cuerpo del todo, pero eso no era suficiente para dejar de lado mis sentimientos por Luke, yo estaba perdidamente enamorada de mi prometido, después de tres años de relación no concebía mi vida sin él y estaba un setenta por ciento segura que aquello era más que costumbre, era amor.
Me despedí de mis padres prometiendo visitarlos pronto, cuando mi padre se retiró a la cocina mi madre me abrazó con fuerzas tal y como yo lo necesitaba y me pidió que hiciera lo mejor para mí ¿pero qué era lo mejor para mí? Estuve pensando todo el camino hasta mi departamento, por supuesto que Chris no lo era, yo simplemente estaba confundida y tenía cierta "curiosidad" por probar aquello que siempre había deseado y nada más, es decir, Chris era un pequeño capricho ¿no?, y por ello no terminaba de sentirme de ese modo por él, me había resignado con las hormonas pre-boda porque sabía que incluso después de casada aquel capricho no saldría de mi cabeza, Luke era lo mejor para mí, sí, pensándolo bien, mi prometido era el hombre con el que yo quería despertar cada mañana y envejecer juntos, me repetí eso una y otra vez, como cada cosa que quería incrustar en mi mente para vivir con ella y esperaba que como siempre me funcionara.
Me bajé del taxi y pagué al taxista el monto debido, le desee buenas noches y entré al edificio, salude a un par de vecinos a los que nunca saludaba, pero seguía haciendo más tiempo, cuando estuve frente a la puerta de mi departamento alcé mi muñeca para ver mi reloj, eran casi las seis de la tarde, busqué en mi bolso las llaves, al otro lado de la puerta se escucharon un par de risas, una totalmente conocida para mí, pero la otra no tenía ni la menor idea, toqué la puerta varias veces con fuerza al no poder encontrar mis llaves, cuando me abrieron pude ver unas largas y pálidas piernas cruzadas, ¿quién estaba sentada en mi mueble?, miré a Chris fulminándolo con la mirada y lo hice a un lado para pasar.
Lisa –dijo con su reconocible voz chillona y se puso de pie fingiendo estar feliz de verme, por supuesto que estaba fingiendo, yo miré a Chris y puse los ojos en blanco, miré nuevamente hacia la chica de tez pálida y cabello rojo frente a nosotros.
Becca, que bueno verte, ¿qué haces aquí? –dije sin emoción alguna y me crucé de brazos, pude escuchar a Chris acercarse a mis espaldas y pellizcó mi trasero sin que la invitada lo notara, sabía que quería que cambiara mi actitud, ¿acaso no sabía leer? Le había dejado una nota, iba a arrancarle el pene, punto. Por Dios, era Becca Brown, la chica más insoportable del instituto, ¿qué demonios hacia cerca de él?, es decir, ¿Qué rayos hacía en mi departamento.
Siempre he amado tu sentido del humor –perra, pensé, y sonreí tan amplio como el gato de Cheshire, me abrazó y me movió poco de lado a lado, yo seguía con los brazos cruzados y el ceño fruncido, ¿acaso era tan tonta como para no entender que la quería fuera de allí, el chico de cabello castaño frotó mi espalda como si supiera que en cualquier momento yo explotaría.
Salí a dar un paseo debido a tu larga demora y resulta que me encontré con Becca –explicó, haciendo gestos con su rostro como queriendo decir que me calmara, descrucé mis brazos y di un paso hacia atrás empujándolo "sin querer" con mi cuerpo y alejándome de la pálida.
-Existen los mensajes de texto, pudiste haber avisado en alguno de todos los que enviaste.
Cariño, te queríamos sorprender –dijo Becca batiendo sus pestañas de una manera insoportable como toda ella, ¿en serio la voz de alguien podía sonar así?.
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No puedo vivir sin ti
RomanceDejé escapar el aire de mi cuerpo, mis manos temblaban con cada paso que ella daba hacia el altar, la mujer que había amado desde la adolescencia, estaba allí, más hermosa que nunca, con una sonrisa dibujada en sus labios, con su padre al lado, en s...