Parte 1

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Hay un chico que me gusta, espera el autobús en mi misma estación.
Carga una mochila enorme y llena, lleva el cabello ondulado y alborotado, sus pequeños ojos suelen mirar al suelo de manera perdida.
No puedo evitar observarlo, supongo que es por su aura de misterio, su rostro serio, ese sentimiento de ausencia de vida.
Quizá también por su actitud, su soledad, cuando se sienta hasta el final del bus o cuando deja pasar la oportunidad de subir si éste se encontraba con mucha gente y espera treinta minutos para otro.
Ya son tres meses que le veo en la estación, casi cada día, sin contar fines de semana, y tengo claro que me gusta; no sé su nombre, edad ni preferencias, no le he hablado, tampoco sé cómo suena su voz.
Aunque puede que todo lo que siento no sea más que un poco de curiosidad...
BFR9
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Comentarios: (4)

chica-yaoi, dijo: ¡Deberías tomar la iniciativa y hablarle!, no pierdes nada. Sólo un saludo basta. "¡Hola!, nos vemos todos los días, sentí que debería saludarte, somos como clientes frecuentes de esta estación", con gracia. Quién sabe si no siente algo por ti y, de todas maneras, te sirve para conocerle, aunque sea su actitud.

cupido, dijo: Atreverse a dar el primer paso siempre es buena opción. Como dijo chica-yaoi, puedes empezar por el saludo, luego convertirse en amigos y dejar que el río siga su cauce. Te deseo suerte, lanzaré mis flechas a tu dirección y la de él.
marcos_tc, dijo: *este comentario ha sido suprimido por contener mensaje ofensivo*

sadness, dijo: ¡¡NO!! Ni se te ocurra. ¿Qué pasa si cree que eres un acosador?, ¿un psicópata? Y, ¿si él es el psicópata? O ¿un violador?, piénsalo bien.
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Hay un chico que me pone nervioso e intento evitar pero no puedo. Esperamos el autobús en la misma estación, a veces viajamos juntos.
No en plan sentado a su lado, sino que en la misma máquina, que quede claro.
Se llama Brei, o por lo menos así le llama el muchacho que le acompaña de vez en cuando.
Él me mira, lo he notado. Es como si inspeccionara cada uno de mis detalles, cada centímetro, yo me limito a dirigir mi vista al piso.
Casi tres meses desde que eso pasa, y este último tiempo siento que cuando me observa, mis mejillas se tornan rojas.
No entiendo, ¿cómo me podría pasar esto, si sólo lo veo unos minutos al día?, ¿cómo, si de él no sé nada?
¿Será su voz tierna que parece no calzar con su edad?
¿La curiosidad en sus ojos?
Me gustaría que estés aquí, madre. Tú me aconsejabas, me protegías.
He tenido ganas de hablarle, saber qué es lo que él siente, pero tengo miedo de lo que él responda... de lo que dirá papá, que actúe como la última vez.
Te extraño y papá también, solo que él lo niega y se esconde en montañas de trabajo.
Te quiere tu hijo,
Sergio.
(Suelta el bolígrafo, dobla la hoja y la cierra con una estampa adhesiva. Besa la carta y la introduce al buzón que se encuentra sobre la tumba. Cambia las flores y se retira del lugar).

Hay un chico - BrollieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora