Parte 17

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-¿Me acompañas?
Brei se encontraba sentado en una banca de la plaza, móvil en mano, cierta aplicación de diario virtual abierta. Ya hace bastante había puesto su último post y le gustaba releer los comentarios de las entradas. Pegó un Respingo y bloqueó el celular con rapidez para mirar hacia arriba al dueño de aquella voz.
-¿Qué estabas viendo?-rió Ollie-¿Por...?-
Antes de que Sergio terminara lo que decía una mano cubrió su boca.
-Sucio, ¿cómo se te ocurre?, dices las mismas idioteces que David.
-Luces tan nervioso- dijo, cuando su boca fue liberada.
-Claro, como sea, ¿a dónde quieres que te acompañe?
-Al cementerio- mostró él sobre en su mano.
Sergio ya le había contado a Brei acerca de su costumbre de llevar cartas a su madre.
-Okey, vamos, pero, ¿estás seguro de que quieres...? ¿¡Qué demonios, Ollie?- Brei acababa de darse cuenta de la patineta que él otro chico llevaba bajo él brazo. -No me lo puedo creer.
-Breixo, deja que te explique.
Y mientras caminaban le explico.
O.o
Él cementerio solía estar vacío y este día no era la excepción, a parte de los trabajadores, Brei y Ollie eran los únicos en él lugar.
Avanzaban entre las tumbas hasta llegar a una cubierta de flores y con un bello buzón.
-Mamá, este es Breixo, del que tanto te he hablado.
El chico solo asintió hacia él lugar con una tierna sonrisa en el rostro.
-Aparte de mi padre y Adrián, nadie más había venido acá conmigo... Bueno, no es que tenga a demasiadas personas que traer, pero espero que entiendas lo que estoy tratando de decir.
Brei lo tomó de la mano, con su corazón latiendo acelerado. Por supuesto que lo entendía.
En este momento se sentía tan especial y feliz.
-Quiero decirle- la voz de Brei sonaba temblorosa- que tiene a un hijo magnífico.
Ambos quedaron en silencio mirando hacia la tumba.
O.o
-Creo que ya deberíamos irnos, comienza a hacer frío- dijo Sergio, luego de un tiempo en que cambio las flores, él agua de estas y adornó él lugar.
-Sí, claro...¿No necesitas un momento a solas?
-No, no te preocupes.
Besó la carta de su mano y la puso en él buzón, en una parte alta se encontraba un soporte, le había pedido al padre de Adrián que lo pusiera.
Allí dejó su skate, un regalo para su madre, una promesa de no volver a usarla.

Hay un chico - BrollieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora