--Señorita Hwang, ¿el asistente Lee se puso en contacto con usted?-- La mencionada respondió positivamente por el Inter comunicador. --¿El gerente Park le entrego los documentos correspondientes para la reunión de esta tarde?-- Recibió de nuevo lo que deseaba y debía oír. Agradeció a su secretaria y colgó el teléfono inmediatamente.
Apago su computador, tomo su saco liso e importado; se levanto de su escritorio y prosiguió al espejo de cuerpo completo que lo esperaba, seguido del jarrón de cerámica, que había recibido como presente de uno de sus amigos. Abrocho los últimos botones de su traje, despeino un poco su cabello, ajusto su pulcra corbata, dio un último vistazo a su musculatura; satisfecho y orgulloso, salió de la oficina del director ejecutivo, ahora y por los anteriores dos años, su oficina.
La señorita Hwang, una mujer casada de cincuenta años a punto de ser jubilada, le recibió con una estrecha sonrisa y su destacable tinturado cabello. --Director Song, aquí está el contrato.-- Sintió la gloria sobre sus manos al sostener el portafolio de cuero donde se encontraban grabadas con letras doradas, "Acuerdo Malasia 2015", debajo de estas el nombre de su hijo, por el que tuvo que sacrificar su propia felicidad para verlo crecer; con este acuerdo era seguro que los negocios de la empresa subirían como la espuma, al igual que las ganancias. Por fin tendría su recompensa después de desvelos y trabajo duro desmedido. La corporación era como su propio primogénito, por el que después de esforzarse en su crianza al final recibiría los beneficios y bienes invertidos.
Palpo el papel manila y se detuvo al estar a punto de aspirar su fragancia, al percibir los indiscretos ojos de su secretaria. --Bien, vamos a la sala de juntas.-- Ella asintió y lo siguió detrás.
Sinceramente Song Jae Rim ponía candado a su oficina y una pared invisible mientras trabajaba para lograr inversiones y acuerdos. Se limitaba a dirigir su empresa, por lo que como un padre ocupado todo el día, no sabia que pasaba dentro de su casa. Percibió nuevas caras en su camino al elevador, al corredor y finalmente a la sala de juntas donde directivos de alto nivel lo esperaban. Se consoló al reconocer algunos rostros en la sala, pero se tensó cuando observo a los negociantes de la empresa de barcos de Malasia. A pesar de ser un as, su naturaleza nerviosa siempre aparecía en el momento oportuno.
Saludo a todos en la sala y ocupo el lugar principal en la mesa de reunión. Minutos y horas después, pasión desbordaba por sus ojos al discutir las ganancias con los representantes. Alzaba la voz, lucia apuesto, maduro y confiable para todos. Al final a ninguno de los presentes les quedo duda del posible éxito de invertir dinero en la empresa del director Song y en su proyecto. Lo había hecho una vez mas, la empresa de Malasia lo apreciaba con buenos ojos.
--Bien, director Song, sin nada mas que decir, nuestro director estará presente el día en que firmemos el contrato. Le informaremos con detalle de antemano a nuestro CEO acerca de esta reunión. Fue un gusto negociar con LTE Inc.-- El hombre mayor de lentes le dio una palmada antes de retirarse con su séquito. Jae Rim y su equipo estrecharon su manos con cada uno de ellos y finalizaron con una reverencia de noventa grados al verlos marcharse.
El día había sido igual de ocupado como cualquier otro. El acuerdo con la empresa de barcos sería su tercer contrato exitoso, en lo que llevaba como cabecilla de la industria. Estaba muy satisfecho de su trabajo, a sus ojos incluso lo mas simple lucia reluciente y con encanto.
Cerro el ultimo portafolio por firmar, reviso su teléfono móvil en busca de alguna llamada de los comerciantes y tal como lo anterior, había terminado y no había nada nuevo. Entro en trance. Busco entre su extenso papeleo algún asunto pendiente por resolver o algo en que darse prisa y empezar cuanto antes.
Vacío, todo a su alrededor estaba hecho en tiempo y forma por el y no había más que hacer. Lo único que encontró, fue el trabajo del que se ocuparía su secretaria. Estaba tentado en hacerlo por ella.