Después de un largo día de trabajo en la florería de barrio, por fin llegaba a casa cargada de bolsas plásticas llenas de vegetales y verduras; todo ello serían las provisiones alimenticias que tendría esta semana.
Eran alrededor de las ocho de la noche, cuando caminaba por la cercana banqueta para llegar a la gastada vecindad donde vivía. En el trayecto me había atrapado el frio del creciente año; lo peor era que solo traía puesto un vestido florado suelto que llegaba hasta los tobillos, la parte de arriba era de manga corta acompañado por un ligero suéter que cubría mis esqueléticos brazos de la intemperie. Era una joven soltera viviendo sola, sobrepasando la edad de casamiento.
--Señorita, disculpe. Me he perdido. ¿Podría decirme donde queda esta dirección, por favor?-Escuche una voz masculina cerca de mí. -Claro, déjeme ver. -Logre divisar a un joven con piel pálida y cabello largo oscuro. Este me dio un papel donde tenía apuntado un domicilio. -Sólo siga derecho y gire a la izquierda donde se encuentra el portón de madera. -Le devolví la hoja al chico y seguí mi camino. Pero como era de esperarse de nuevo sentí su presencia a un lado. -Oh, ¿Va a la misma dirección?-Entre al portón que le había indicado. -Sí. -Seguí caminando, saque la llave de la casa que rentaba y entre cerrando la puerta tras de mí. Alcance a notar que el muchacho se había sorprendido un poco.
Cuando me dio el breve escrito del lugar que buscaba, de inmediato supe que se trataba de la señora Wang, una vecina que residía frente a mi hogar en la vecindad; seguro el joven era su nieto.
Otro día más había llegado cuando me encontraba cerrando mi hogar para ir de nuevo atender la florería. -Buenos días. -Escuche a alguien decir, no me fije quien era pero hice una venia y seguí mi camino, acomodando la mochila tipo bolsa que cargaba.
--Has llegado Ming Jun. Buenos días. -Una persona mayor me saludo. -Buenos días señora Xing. ¿Ha dormido bien?-Pregunté mientras me dirigía al mostrador del local, buscando un delantal que servía como distintivo de empleado. -Perfectamente al lado de mi esposo. -Me sonrió.-- ¿Y tú has tenido una buena noche?-Se ocupó rociando de agua algunas plantas. -Sí. -Suspire observando la dedicación a su trabajo.
Las horas y el día pasaron. La señora Xing, dueña del negocio, tuvo que salir a la hora del almuerzo a una reunión familiar, por lo que había estado sola frente al mostrador desde su salida. Algunas parejas y jóvenes familias se acercaban a los escaparates examinando la mercancía, pero solo se llevaban ilusión y alegría al ver las plantas crecer; ninguna venta importante.
Justo eran las siete de la noche con cuarenta y cinco minutos, cuando decidí ir a la parte trasera del local a revisar que todo estuviera en orden y cerrar. El reloj marcaba que en quince minutos cerraría la tienda.
La señora Xing no se había aparecido desde que la vi salir contenta a su encuentro; tal vez me contaría mañana lo sucedido.
Cuando faltaban escasos cinco minutos para cerrar, dos personas vestidas de negro que trataban de ocultar sus rostros con gorros neutrales, entraron a la tienda observando las hierbas y decoraciones que teníamos para adornar. Los miraba curiosa al mismo tiempo que me acercaba a ellos. -Disculpen, ¿Puedo ayudarles en algo? Estamos a punto de cerrar. -Ellos no se volteaban ni me daban ninguna respuesta, por lo que toque insistentemente el hombro de uno de los dos. -Disculpe, señor. ¿Desea algo? Estamos por cerrar. -Observaba a los dos, sospechosa. No tenía idea de lo que pasaba hasta que uno saco sigilosamente un arma y la escondía entre su brazo y abdomen, apuntándome directamente.-- ¿Dónde está la caja registradora?-Observaba atónita a estas personas y lo que cargaban. Hasta que otro saco una navaja, me empujo tirándome al suelo y me amenazo con ella.-- He dicho, ¿Dónde está la caja registradora?-Me agitaron bruscamente, pero por fortuna atine a señalar el mostrador y rápido se dirigieron ahí.