Disfruto de las cosas cursis, me gusta pasar horas en casa viendo películas románticas, al igual que mis momentos favoritos son cuando paseo con mis amigos comprando objetos tiernos, aunque gaste parte de mi salario en ello. ¿A quien no le agrada lo dulce? Nunca en mi vida he conocido a alguien que odie lo adorable, hasta que llegó ella.
Seohyun, ese es su nombre. Llego como interna al departamento en que trabajo, el jefe de nuestro equipo presentaba a los nuevos practicantes, hasta que llegó su turno. Solo hizo una venía y sus ojos permanecieron contemplando el suelo, como si estuviera recibiendo una condena. A pesar de su seriedad, me pareció un poco adorable, solo un poco, puedo hacer un gesto con mis dedos que demuestre la cantidad.
Mi forma de vestir, mis gestos, mi voz, todo alrededor mío, siempre ha sido de colores pastel, blando, delicado y más adjetivos. Lo que me ha ganado una reputación y rumores a cerca de mi sexualidad, pero por favor no se confundan, realmente siento atracción por las mujeres, de verdad. Con esto aclarado, Seohyun aún no lo creía, por lo que después de una semana de su llegada, me interrogó directamente.
Recuerdo que estaba en un elevador que marcaba la recepción del edificio, era cerca de la hora de comida, y como todos los empleados me dirigía a un restaurante cercano donde me reuniría con varios compañeros. El elevador se detuvo en un piso y entro la nueva interna, no me había visto a los ojos, solo entro ignorándome, moviendo inquieta uno de sus dedos contra su brazo, al parecer llevaba prisa. —Eres Seohyun, ¿cierto?— Obtuve su atención por un segundo y asintió seca. Al pensar en eso, creo que ese fue mi error, simplemente no debería haberle hablado, ni siquiera intentando ser amable. —¿También vas a comer?— Le di una sonrisa simple. Ella suspiró audiblemente, en ese momento me pregunté que estaba mal con ella, sin embargo no vi venir lo siguiente, desde que la conocí había sido impredecible.
—¿Usted es homosexual?— En ese momento por fin pude ver claramente su semblante, sus mejillas, oídos, su ceño fruncido y sus profundos ojos. —Lo sabía.— Suspiro de nuevo y en cuanto el elevador se detuvo, salió como si no hubiera hecho nada malo. ¿Qué en el mundo había pasado?, ¿había dicho homosexual?, ¿yo?
Me quede congelado unos segundos causando que me dirigiera a otro piso, en lugar de salir y reunirme con quien me esperaba. Debido a tal suceso, llegue tarde y no pude terminar mi comida adecuadamente. ¿Quién se creía que era?
—Ken, ¿qué está mal contigo?— Estaba con uno de mis mejores amigos, que de hecho es mi vecino, por lo que de vez en cuando nos reunimos en el parque frente al complejo de departamentos, y nos poníamos a beber sentados en una banca; la mayoría del tiempo lo hacíamos pasada la medianoche, que era cuando estábamos libres del trabajo.
—¿De qué hablas?— Le di un sorbo a mi lata de alcohol y continúe observando el cielo negro de Seúl. —Has estado muy pensativo, ni siquiera me has contado que has hecho hoy.— Lo mire de reojo y le di una sonrisa torcida. —Solo cosas, no preguntes.— Posó una de sus manos sobre mi hombro y soplo contra mi oído. —¡Yah, deja de hacer eso!— Me aleje de el disgustado. —La última vez que estuviste así fue cuando alguien dijo que eras homosexual.— Lo mire molesto. —¿Cuando hice eso?— El se mostró pensativo y respondió. —Hace como un mes.— De acuerdo, tenía razón, me preguntaban si era homosexual o pasivo más de lo que pudiera contar. —¿Como es que sabes eso?— Fruncí mi ceño rendido. —No digas más, cuéntaselo todo a oppa, mis brazos y otras partes están abiertas a ti.— Me dio un guiño y una risa escandalosa. —Yah, detente.— Reclinó su cabeza en mi hombro. —No mientas, si me lo dices te sentirás mejor.— Torcí mis labios, no podía guardarme nada con el.—Pero oppa me tiene que escuchar hasta el final, no como la otra vez que se quedo dormido. —Hice un puchero y apoye mi cabeza contra su mejilla. —Lo que digas, solo habla.— Suspire una vez más y di rienda suelta a mi frustración, solo el podía escucharla, por algo es mi mejor amigo ¿no?