¿Por qué siempre tengo que esperar por tanto tiempo? Fue el cuestionamiento que llegó a mi al colgar el teléfono.
--Mamá, han dicho que tengo que esperar un año para participar en la competencia de violín.-- Ella me dio una sonrisa de ojos y acaricio mi cabello. --De seguro que si, espera un poco más para cumplir los veintiuno.-- Hice un mohín con mis labios y la seguí a la estancia. --No puedo, he practicado por meses y es absurdo que no me permitan competir a pesar de haber enviado mi expediente de buenas referencias. Nadie más que tú sabe lo duro que trabaje para obtener el buen visto de mis tutores.-- Sin prestarme atención, siguió recogiendo la vestimenta sucia regada por el piso. --Solo continúa intentándolo, ¿sí? Al fin y al cabo todo se quedara justo aquí.-- Señaló mi mente y se fue directo al cuarto de lavandería.
Un fuerte sonido me hizo ser consciente de mi estado, y el dolor continuó en una de mis extremidades logró hacerme reaccionar. --Mamá, ¿qué haces durmiendo en el piso?-- Divisé a un pequeño niño muy parecido a mi ausente abuelo, cubierto de pecas y rizos por todas partes. Inmediatamente me puse de pie, notando al instante la poca y algo reveladora ropa de dormir que portaba. --¿Quién eres tú?-- Lo cuestione con temor mientras me cubría a mí misma con mis brazos hasta que encontré una sabana. --¿Mamá? Eso lo jugamos ayer, hay que hacer otra cosa.-- Por todos los cielos, de seguro era una pésima broma.
Un gruñido profundo y severo, nos hizo voltear a la pequeña criatura y a mí. --¿De qué están hablando tan temprano en la mañana?-- El menor salió a toda prisa con dirección a ese hombre enterrado entre las sábanas. --¡Papá, Mamá está actuando raro!-- El mencionado lo abrazo y acaricio sus finos rizos. --Ella todavía está un poco cansada por haber jugado contigo hasta muy tarde anoche, primor. Vamos a hacer lo siguiente, yo hablo con ella y tú vas al aseo, ¿está bien? Colecta todos tus juguetes y en un momento te ayudaré a bañarte.-- Los dos asintieron y cada uno se encaminó a realizar lo acordado.
Al estar sola junto a ese hombre desconoció, sin esperar nada decidí salir por la misma puerta por la que alguien había pasado muy alegre. No detuve mis pasos y llegue hasta el primer piso de un lugar que no era mi hogar. Estaba entrando en pánico.
--¿Papá, Jong In?-- Llegue a parar al jardín trasero y con la esperanza de encontrar a alguien familiar, pronuncie el nombre de mi hermano. Encontré un columpio y un pequeño tobogán, rodeado de juguetes de arena y una bicicleta. ¿Dónde en el mundo estaba?
Seguí avanzando y localice una puerta que permitía salir a la calle frente a la propiedad. Sin duda alguna y comenzando a transpirar, abrí la puerta topándome con un vecindario llenándose de vida. --¡Oh, Señora Lee! ¿También se levanto temprano a sacar la basura?-- Una mujer mayor de aspecto amable me saludo. No supe que responder, por lo que se creó un silencio incómodo.
--Señora Lee, ¿se encuentra bien?-- Notó que solo vestía unos pantalones cortos, una blusa de tirantes y una sabana intentando remediar eso, sin embargo mis pies descalzos delataban todo. --Yo... No sé quién es la señora Lee ni por qué estoy aquí, pero necesito su ayuda. ¿Me permite hacer uso de su teléfono?-- Me inspeccionó entre graciosa y preocupada pero finalmente me tendió su celular. Le agradecí con una sonrisa, pero no pude hacer uso de él. Sabía que era joven pero nunca había visto un celular como ese, era muy alto en tecnología; ella lo tuvo que ajustar para que simplemente marcará un número telefónico.
--¿Nadie contesta?-- Percibí que había logrado irritarla, de seguro tenía otros compromisos pues a cada dos por tres volteaba a ver la hora de su reloj de pulsera. --No, parece que están realmente ocupados.-- Colgué la llamada y le devolví el aparato algo avergonzada y ansiosa. --Muchas gracias.-- Me dio un aspecto auto suficiente y se marchó por donde había venido. Al parecer le había hecho perder tiempo.